Desperte en mi cuarto, hoy se cumple una semana de la muerte de mi hermano. Como mucho o nada, estoy faltando a la escuela, mis padres están tan destrozados como yo. La vida puede ser tan injusta aveces, ¿Por qué seguir? Si de todas maneras es algo efímero. Salí de mi cuarto y camine hasta el departamento de enfrente. Aún traía el vestido negro que use hace unas horas en el funeral. Subí al último piso, sin pensar en lo que hacía. Quede a centímetros de una caída segura.
-Si salto, ¿iré contigo? – Susurre.
Mi celular comenzó a sonar, al mirarlo era un número desconocido. ¿Qué estoy haciendo? Estoy segura de que Harding me patearía si ve la tontería que estaba por hacer. Atendí el celular.
-¿Hola…? – hable.
“la muerte de tu hermano no fue un accidente; Hoy a las siete en las oficinas Rockert” escuche una voz, luego se corto. Trate de volver a llamar, pero no lo permitía. Mire la hora, seis y media, para llegar debía salir ya, estaban bastante lejos. Comencé a correr, ignorando el cansancio y los latidos acelerados de mi corazón, ignorando el hecho de que podría ser una trampa. Tome un taxi y pague con lo que tenía encima. Cuando por fin llegue estaba sudada, con el pelo hecho un desastre y los ojos hinchados. Una mujer con cabellera rubia, delgada, sumamente hermosa, camina a donde estoy.
-¿Harriet Bons? – Pregunta.
-Sí. – Respondí con firmeza.
-Por favor sígame - pidió.
Caminamos hacia el elevador, apunto al decimo piso, el más alto de todos. Ninguna decía nada, tenía tantas preguntas, pero algo me decía que guardar silencio era mejor. Cuando la puerta se abrió ambas salimos hacia un pasillo, abrió la única puerta que se interponía. Pase al cuarto, pero ella no entro. Mire el departamento, el piso era de color negro, los muebles bordo y tenía un gran ventanal que te dejaba ver toda la ciudad. Varios cuadros y estanterías con libros le daban una imagen elegante al lugar. Ante mi apareció un hombre, usaba traje, su cabello blanco mostraba que en un pasado fue platinado, tenia ojos azules y portaba una copa de vino entre sus manos. Sus pasos eran firmes, y por primera vez en todo el recorrido sentí miedo. Él era mucho más alto que yo, de por si la gente pasarme, pero para verlo debía mover mi cuello. Ambos nos quedamos unos segundos examinando quien se supone que tenemos en frente. Entonces me atreví a hablar.
-¿usted me llamo? – Pregunte.
El hombre dibujo una sonrisa en su rostro y señalo un escritorio. – Me alegra que accedas a venir, te pediré que vayas a sentarte. Cuando tome asiento él hombre con su huella digital abrió un cajón y me entrego unas carpetas, su mirada me indicaba que tenía que verlas.
Con un poco de nervios abrí la primera carpeta. Eran fotos de chicas en el suelo, algunas lastimadas de gravedad. Acababa de caer en una trampa, una fría gota de sudor corrió por mi cara.
-Por favor, termina de ver las imágenes, no es lo que parece. – Aconseja.
Trague saliva y pase a ver la siguiente imagen. Mis ojos de abrieron de par en par, mi padre, tenía a una de esas mujeres, se notaba que la estaba empujando. Con mayor rapidez pase a la siguiente, de nuevo él, a la salida un casino haciendo unas llamadas. Seguí mirando las fotos, en todas se notaba lo mismo. Mi piel se erizo. Entonces lo mire a los ojos, y le entregue la carpeta.
-¿Qué sabe de mi hermano? – Pregunte.
-Mucho más que la mayoría, y de tu familia, incluso sobre ti, sé mucho más de lo podrías imaginar. – Guardo silencio.
Cruzo sus manos, como si se sintiera más importante al hacer este gesto, que admito, me intimidaba.
-Tu padre se encarga de la trata de blancas, tu hermano lo descubrió. – Soltó. – era un buen chico, no quería seguir con eso, lo denuncio aquí, en la verdadera agencia de investigación, al día siguiente ocurrió el accidente.
Mi padre, quien me enseño a andar en bicicleta, que habla de la familia y sus valores, vecino ejemplar, habla de los valores y en teoría se desvela por su familia. Ese mismo hombre mato a su propio hijo, mato a mi hermano.
-necesitamos tu ayuda. – Me pide.
-Quiero vengar a mi hermano. – Respondí con firmeza.
-Y yo sé cómo ayudarte a lograrlo. – Sonrió.
-Necesitamos a alguien que conozca el terreno, que mejor que quien vivió allí. – Avisa. – pero primero, necesito hacerte una pregunta, ¿Qué estas dispuesta a hacer para vengar a Harding? – Interroga.
-Lo que sea. – Respondí.
-Con un poco de entrenamiento, vas a estar lista. – Hace una pausa. – Eso y necesito que te den por desaparecida, un agente se encargara de borrar tu rastro, solo tienes que aceptar ahora.