Alex no estaba muy animado con la idea de la adopción.
Claro que cualquier niño estaría emocionado, después de todo era el sueño de todo niño que residía en un orfanato el poder conseguir una familia que lo adopte.
Una familia que le pueda dar atención y amor, el amor que sus verdaderos padres nunca pudieron darle.
Claro que la idea de ser adoptado no le molestaba, lo que le resultaba molesto es que la mayoría de las parejas no estaban interesados en el.
La mayoría de las parejas buscaban a niños pequeños cuya ternura era un imán que atraía a padres deseosos de darles amor y cariño.
El problema es que Alex no era un lindo pequeño, el ya era un joven adulto que estaba terminando la etapa de la niñez y estaba entrando en la etapa adulta.
Esto causaba que todas las entrevistas qué tuvo solo fueran una perdida de tiempo.
Claro que Alex no era estúpido como para emocionarse con solo la idea de ser adoptado.
El agradeció lo fuerte y maduro que era para su edad, después de todo si fuera como los otros niños, el hubiera terminado llorando en más de una ocasión por haber decepcionado las expectativas de las parejas que venían a adoptar a un nuevo miembro para su familia.
El no era un niño lo cual no era muy atractivo, pero la característica que más lo destacaba era su cabello blanco como la nieve del invierno.
Al parecer a la mayoría de las parejas no les gustaba la idea de adoptar a un adolescente que además de estar terminando la etapa de la niñez tenía el cabello completamente blanco, una característica que era muy inusual.
Como consecuencia cada una de esas entrevistas de adopción terminaron con parejas muy temerosas de adoptar a un joven con características muy poco comunes.
Para Alex este tipo de razonamiento era difícil de entender.
No, la verdad es que el podía entenderlo completamente.
Que existiera una pareja que quiera adoptar a un adolescente que además de no ser tierno como un niño pequeño que tenía el cabello blanco, está era una posibilidad muy baja.
— ¿Por qué tengo que seguir pasando por esto?
Murmuró Alex para si mismo de mala gana.
No tenía energía ni el buen estado de ánimo necesario para seguir pasando por la misma humillación.
Sin embargo, era por respeto a la hermana Margaret que el trataba de poner su mejor sonrisa para ver a la cara a las personas que le harían perder su tiempo.
Solo sería una corta charla, le preguntaría sobre sus gustos y disgustos. También preguntarían sobre sus planes para el futuro y cosas así.
Mientras se dirigía a la habitación que estaba diseñada para que las parejas puedan entrevistar a los niños, Alex sentía que quería vomitar.
No se trataba de algo literal, era solo la expresión que se utilizaba cuando algo era muy desagradable.
Alex todavía no había visto a la pareja cuando sintió un sabor amargo en su boca, desesperadamente trato de pensar en otra cosa pero le resultó imposible.
El desagrado que sentía a las personas que estaba por conocer y el sabor desagradable de su boca no tenían la intención de abandonarlo.
Alex resopló pesadamente cuando la habitación que estaba buscando entro a su línea de visión.
Realmente pensaba que era una perdida de tiempo, si en el pasado tantas parejas se habían tomado la molestia de entrevistarlo solo para rechazarlo después de ver su particular apariencia, ¿que ganaría con pasar por otra pesada entrevista?
Claramente no ganaría nada, no ganaría nada agradable al ser entrevistado nuevamente y ser rechazado una vez más, pero no podía simplemente rechazarlos y mandarlos a la mierda.
Después de todo el era un chico educado, su abuelo se había asegurado de eso.
Con toda la educación que había recibido de su querido abuelo, Alex de alguna manera se las arreglaba para comportarse como lo que era.
Un caballero.
Además de eso el nunca sería capas de negar los deseos de la hermana Margaret.
Después de todo ella tenía esperanza.
La hermana cuya fe en Dios era enorme, tenía una fe similar que con el tiempo Alex sería adoptado por una buena familia que pudiera darle un hogar.
Alex se paró en seco cuando la palabra hogar había cruzado por su mente.
No había manera de que eso pudiera ocurrir, el solo había tenido un hogar.
Solo había tenido un lugar al que podía llamar hogar pero el destino o tal vez la mala suerte causó que lo perdiera, así que no había manera de que pudiera tener un hogar nuevamente.
Giro la perilla con una temblorosa mano, Alex atrapó su mano con su otra mano libre y se regaño así mismo, no había razón para tener miedo de la humillación que me estaba por ocurrir.
El sería humillado, era algo inminente y el ya lo habia aceptado, aún así trato de controlarse para no perder la compostura.
Alex cruzo la puerta, sus pies casi se arrastraban mientras mantenía los ojos cerrados y se dirigió hacia la silla que era habitual que los huérfanos tomarán cuando eran entrevistados.
Esta acción fue realizada de forma mecánica, está simple acción era tan fácil y sencilla que el podía hacerlo con los ojos cerrados, después de todo había tenido mucha práctica.
Alex abrió los ojos y miro a la pareja en frente de el.
Eran un hombre y una mujer.
El hombre vestía un elegante traje negro con una corbata azul marino, sus rasgos indicaban que era un hombre con mucha sabiduría, el aura que emitía indicaba que se trataba de un persona que tenía una educación profesional impecable.
La mujer al lado de el era una verdadera belleza, su largo cabello rubio brillaba como el oro, sus ojos eran encantadores y su piel blanca sin ninguna imperfección harían que cualquiera hombre la mirara con interés.
Con solo míralos por un corto periodo de tiempo Alex pudo deducir que se trataba de una pareja muy bien provista de educación, dinero y experiencia.
Eso no era tan impresionante, después de todo Alex también venía de un mundo parecido al de las personas que tenía en frente.
Editado: 13.08.2021