Frío, mucho frío.
Una chica temblaba de sin control, las lágrimas brotaban de sus ojos sin control, seguiría llorando sin detenerse.
Ella quería gritar, quería lograr más fuerte y expulsar todo la culpa que sentía, todo el odio, toda la rabia.
Ella no odiaba a muchas personas, no odiaba a sus hermana, no odiaba a su único hermano varón, no odiaba a sus padres.
Ella ni siquiera odiaba a esas chicas que la molestaban.
Se odiaba así misma.
¿Como pudo ser tan estúpida? ¿Como pudo ser tan ciega?
Ella merecía morir, aunque todos actuarán de forma natural, aunque todos actuarán como si nada hubiera pasado.
Ella sabía que todo había pasado, había pasado lo más horrible y aterrador que podía existir.
Todo por su culpa, todo por qué había sido demasiado estúpida.
¿Por qué nadie le odiaba? ¿Por qué nadie le castigaba?, ¿Porque su hermano no la despreciaba?
Luan trataba de reprenderce así misma, sus padres nunca le dijeron nada, nunca la culparon de nada pero ella sabía que todo la culpa era de ella y de nadie más.
Sentía frío, mucho frío. El calor poco a poco abandonaba su cuerpo, sus piernas y sus brazos se sentirán extremadamente helados.
— Así debió sentirse el.
Ese pensamiento inundó su mente y unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos cansados, esto no era nada.
Frío y dolor, temor y desesperación no eran nada comparado con lo que el debió sentir.
Esto es lo que merecía, ella no estaría tranquila hasta que recibiera lo que realmente merecía.
Un regaño no era suficiente, un castigo era solo una burla, ella merecía ser castigada por lo que hizo.
El castigo que ella merecía, la sentencia que ella merecía por su pecado era la muerte.
Nadie parecía entender esto pero ella si. Si nadie estaba dispuesto a castigarla por lo que había echo entonces ella se castigaría así misma para poder pagar su pecado.
Tal vez así podría sentirse más tranquila, tal vez podría sentirse el menos culpable, tal vez su hermano, desde donde donde sea que se encuentre tendría el corazón para perdonarla por lo que había echo.
Luan movió su mano, en el pasado está simple acción hubiera sido fácil para una chica joven y llena de energía como ella, sin embargo su mano se sentía pesada, era como si todo su cuerpo estuviera sumergido en el mar.
Su vista se volvía borrosa con cada segundo que pasaba, con la poca visión que le quedaba pudo ver una mano temblorosa, en sus dedos descansaba un pesado de cristal manchado de un color carmesí.
Este era el color de la vida, el color de su propia vida que con cada respiración, con cada latir de su corazón se estaba desvaneciendo.
Era momento de dejar de respirar, podría al fin descansar, podría reunirme con su hermano y pedirle perdón por su terrible pecado.
Con esto, con esto que había echo recibiría el castigo que se merecía.
La muerte.
Editado: 13.08.2021