Peyton
Mierda. Ese estúpido sí que era como un grano en el trasero. Porque tuvo que mudarse a mi lado. Suspire, tengo que haber tenido demasiada paciencia para no haberlo matado por haberme puesta la mato encima. Infeliz, en la próxima no se me escapa.
Iba pensando en cómo evitar de matarlo sin que nadie sospeche de mí, cuando me doy cuenta llegue a la casa donde viven mis hermanos y las personas que me dieron la vida. Ellos solo eran eso para mí, ya que jamás los volvería a ver como padres. Además, solo venia aquí por mis hermanos, por nada más. Toque la puerta y espere que alguien me abriera. No paso mucho tiempo para que lo hicieran.
– ¿Están mis hermanos? –pregunte directo. Evitando el rollo del saludo con ella. No me sentía cómoda y quería guardar distancia lo más que pudiera.
–Sí, están en sus habitaciones –respondió –Pasa por favor. Ya los llamo –aviso. Entre con el ceño fruncido. Qué raro, era viernes. Por lo general todos los universitarios se van de fiesta hacer desmadre o algo por el estilo. Fui a la sala y me encontré con mi progenitor.
–Hija ¿Cómo estás? –dijo al verme mientras se paraba a saludarme. Me sentí incomoda de que llamara hija. La única persona que podía decirme así, era Dominic. Mi padre.
–Bien, gracias –fue lo único que contesté –Solo vine a ver a mis hermanos y me voy –dije avisándole. El capto la indiferencia y agacho la cabeza. Se fue a sentar de nuevo a su asiento.
– ¡Emma! –escuche a mis espaldas. Eran mis hermanos apareciendo por la sala. Me causo gracia.
–Hola chicos ¿Cómo están? –Pregunte abrazándolos –Pensé que ustedes eran esos que están de fiestas en fiesta –me separe un poco de ellos
Ellos soltaron una risa.
–Sí, pero ya no –soltó una risita – Estás tú aquí y queremos estar contigo –dijo medio sonrojado Josué. Lo mire ternura.
–Vaya, que alegría entonces –dije sentándome en uno de los sillones – Vine a invitarlos a ver si querían ir mañana a la playa, los tres y claro Michael –me encogí de hombros. Ellos asintieron rápidamente.
–Sí, sería estupendo –contesto emocionado Ian seguido de Josué
-Vale. Entonces mañana los vengo a ver a las cinco de la mañana para estar temprano allá chicos. No quiero toparme con el tráfico –dije mirando el reloj.
–Está bien-dijo Josué un poco calmado.
– ¿Te quedaras a comer? –pregunto Ian mirándome. Iba a negarme, pero vi sus caras ilusionadas que me rendí.
–Vale, si no les importa –comencé a decir, pero me interrumpieron.
–No, claro que no. Puedes quedarte a cenar –dijo rápidamente mi progenitor. Asentí, me dirigí a la mesa con los demás.
Todos nos sentamos y la muchacha del servicio nos comenzó a servir la comida. Todo estaba en silencio. Mis hermanos rompieron el silencio iniciando una conversación conmigo.
–Emma, y como les fue –los mire sin entender – ¿Consiguieron el trabajo? –pregunto Ian mientras comía. Asentí.
–Sí, no fue tan difícil. –moví las manos – Tuve que usar contactos míos y nos ayudaron en eso –dije encogiéndome de hombros restándole importancia. No quería que supieran de donde eran esos contactos.
–Eso es genial, me alegro tanto. Michael es un buen tipo –dijo Josué feliz.
–Lo es –concorde con él con una sonrisa.
La cena transcurrió normal. Mis hermanos me hacían preguntas yo les respondía, pero en toda la comida mis progenitores se mantuvieron callados, ninguno de los dos hablo. Ya eran las once de la noche, ya tenía un regresar a mi casa, pero al parecer no todos pensaban lo mismo que yo.
–Ya me voy –avisé – Nos vemos mañana chicos –dije despidiéndome. Ian me miro con el ceño fruncido.
–Ya es tarde, puedo ser peligroso que vayas tu sola –contesto preocupado.
Sí claro, peligroso. Pensé con ironía.
–Y peor aún sin coche –termino de decir Josué.
–Puedes quedarte a dormir si quieres –dijo la mujer que me engendro hablando por primera vez después de toda la cena. Miré a todos, negando rápido.
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Editado: 16.04.2019