Peyton
Mierda, mierda y más mierda. Esto no puede estar pasando. No ahora que puedo poner en riesgo a mi familia. Me masajeo la sien mientras conducía rápidamente. Cuando me había llegado ese mensaje, sabía que él me estaba viendo y estaba disfrutando verme así, desesperada.
Todos permanecían callados, nadie decía nada y agradecía mucho esto. No podía avisarle a Derek sobre las cámaras ya que mi móvil lo tenían saboteado, estaba furiosa. Apreté los puños y golpeé el volante mientras conducía a toda marcha. Cerré los ojos y suspire para relajarme un poco, aparque el auto afuera de la mansión de Dominic James y Matt James, mi padre y mi hermano del alma. Tenía que protegerlos a ellos también. Salí y todos me siguieron, toque la puerta y no paso mucho tiempo para que me abrieran. Era Liliana, el ama de llaves. Me sonrió quise devolverle el gesto, pero no tenía ánimos para aquello, solo asentí. Nos dejó pasar a todos, mire hacia atrás, todos parecían confusos de estar aquí en cambio Ian y Josué parecían que algo les hubiera golpeado, parecían anonadados. Me fui al despacho para poder estar sola, necesita pensar.
–Maldición –masculle entre dientes mientras me sentaba en unos de los sillones. Todavía no podía creer todo lo que acababa de pasar en estas pocas horas. Infeliz.
–Sabes que no me gusta que maldigas, cariño –dijo una voz ronca a mi espalda, me sobresalte y me gire para ver a nadie más que a Dominic James. Mi padre. Me levante del sillón de un tirón y me lance a sus brazos, me sentía frágil, desprotegida solo quería despertar de estar horrible pesadilla, pero lastimosamente era la jodida realidad. El me abrazo con la misma intensidad, sabía que los necesitaba más que nunca. Me separé poco a poco para mirarlo, sentí mis ojos cristalizarse, pero no me permití llorar, no al frente de él.
–Papa, ha vuelto –susurre en un hilo de voz. El me miro sin comprender –Regreso –mire sus ojos –Alex regreso –Y se bastó para que su rostro perdiera el color y palideciera. Y sin perder tiempo me envolvió en sus brazos nuevamente. Él sabía todo lo que había pasado, el me encontró ahí, él fue testigo de aquella atrocidad. Hundí mi cabeza en su pecho mientras intentaba no derramar una lágrima, pero fue en vano. Las lágrimas caen sin ningún fin. No podía pararlas mientras más intentaba más salían, mordí mi labio para contener más el llanto, pero eso no impedía soltar leves sollozos.
–Necesito que te vayas fuera del país lo más pronto posible. Tengo que tenerte fuera de peligro –dije. El asintió lentamente –Después mandare a mis hermanos sin que se dé cuenta el cabron –soltó un suspiro para besarme la frente –Tengo miedo papa, tengo miedo que alguien les haga daño. No soportaría perderlos –mi labio volvió a temblar mientras intentaba contener las lágrimas –Ya no sé qué hacer –susurre, mientras me apartaba poco a poco de él. El me miro entristecido, al igual que yo él no sabía qué hacer. Solo quería que todo lo que se quisiera vengar Alex lo haga conmigo y no con ellos.
Dominic se fue hablar con mis hermanos porque le dije que necesitaba estar sola, él se fue no sin antes darme un beso a la frente mientras me susurraba un te quiero. Me fui al escritorio de Dominic, revisé cada uno de los cajones. Hay estaba lo que buscaba, un teléfono. Marque rápido el número.
–Bruss. Maldición contesta –masculle mientras volvía a llamar. Al tercer tono me atendió –Maldición a la hora que contestas –hable directa.
– ¿Peyton? –pregunto. Rodé los ojos.
–Soy yo –confirmé –Te estoy llamando de un teléfono privado –dije –Te informo que no me puedes llamar a ningún de mis dos teléfonos. El muy infeliz los tiene interferido –explique con rabia. Escuche como jadeaba de la impresión.
–No jodas. El bastardo sabe lo que está haciendo –respondió. No podía negar aquello.
–Lo sé –dije de mala gana –Bruss quiero que encuentres a Colton. Será más fácil ya que estas en Londres –ordene entre dientes. No quiera hacerlo, pero la situación lo meritaba.
–Está bien. Ahora mismo comienzo a investigar su paradero–contesto.
–Vale, cualquier cosa que pase me llamas a este número. Aunque sea la más mínima cosa. Adiós –dije seria. No quería ser más sorprendida de lo que ya estaba.
Deje el móvil en el escritorio, mire la hora. Casi el medio día. Negué con la cabeza. Suspire mientras miraba mi ropa. Me había olvidado de cambiarla. Salí de aquí y me dirigí a mi habitación rápidamente ya que tenía que ir a los almacenes. Me duché y me dispuse a buscar otra ropa que poner. Bragas, sujetador, pitillos y una ramera de color negra. Antes de salir de ahí cogí otra chaqueta de cuero, no sabía a qué hora iba a regresar. Cuando estaba en la sala principal me encuentro con Matt. Este al verme suelta un suspiro de alivio. Hice caso omiso a su reacción y cogí las llaves de mi auto para salir. No tenía tiempo para eso. Subí a mi auto y cuando iba a arrancar dos cuerpos se aparecen impidiéndome el paso. Matt y Bruno.
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Editado: 16.04.2019