Peyton
Camine cautelosamente por todo el lugar. Esta mierda parecía una fábrica que bodega. Que ingenioso de su parte. Mire por todo el lugar, era común. Nada nuevo. Escanee nuevamente el lugar, hasta dar con una navaja. Me servía. Después de ponerla en mis zapatos para que nadie se diera cuenta que la tenía. Salí hacia lo que parecía un terreno baldío y dejé mis dos armas en el suelo. El césped estaba demasiado crecido y tenía que aprovechar eso para ocultar bien mis armas.
Regrese nuevamente para localizar a mis hermanos. No era lo suficiente inteligente para tenerlos en otro lugar. Camine a través de un largo corredor.
–No los voy a matar todavía. Quiero torturarlos –oí una voz hablar a través de una puerta. Alex –Quiero verla sufrir –escupió
Me tense.
Apreté fuertemente los puños sin importar que me podía fracturar los dedos. Lo iba a matar sin piedad algunas si le llegaba a tocar, aunque sea una hebra de cabello de mis hermanos. Respire profundo. La puerta se abrió y no me dio mucho tiempo a reaccionar. Me habían descubierto. Los ojos se le agrandaron a medida que su mirada me recorría por todo el cuerpo.
–Un gusto verte nuevamente. Alex–murmure con sarcasmo mientras sonreía. No le iba a dejar notar que había escuchado lo que estabas hablando
El negó con la cabeza mientras se enderezaba rectamente.
–Veo que te gusta el maltrato. Te fascina que mis manos estén sobre ti –canturreo con burla. Lo mire con odio puro mientras apretaba la mandíbula. Será hijo de puta –Es una pena que siga maltratando tu rostro –comento acercando una de sus manos a mi mejilla para rosarla. Por instinto retrocedí.
–Eres un hijo de puta –escupí con rabia. El me miro sin ninguna expresión mientras se reía sin gracia.
–Agárrenle –ordeno mirando hacia atrás mío. Mierda. Tres grandulones con tamaño de un gigante me atraparon. Trate de zafarme, pero era imposible. El bastardo le hizo una seña con la mirada mientras el camino para que lo siguieran. Me llevaron hasta donde el terreno baldío donde había estado anteriormente.
–Voy a matarte sin ningún remordimiento –dije mirándolo fijamente mientras trataba de localizar mis armas. Estaban a diez pasos de donde estaba. Tenía que moverme, pero sin llamar mucho su atención.
–Suéltenla. –ordeno – Yo me encargo –dijo mientras sacaba un arma y me apuntaba. Me reí en su cara. Si quería matarme, que lo hiciera ahora. El me miro encolerizado
Camino rápidamente hasta estar cerca de mí y sin darme cuenta me había dado un puñetazo en el estómago. Jadee buscando oxígeno en mis pulmones, pero no me dio mucho tiempo ya que me dio otro golpe tirándome al suelo. Me mejilla ardía. Maldecí por lo bajo.
–Eres un bastardo –dije entre cortada mientras llenaba mis pulmones con aire de forma desmesurada. Me volvió a golpear, esta vez con una patada en el estomago
Maldito hijo de puta.
–Vamos a ver si piensas lo mismo cuando te mate al frente de tus hermanos –gruño con furia –No la sueltes –ordeno al grandulón que estaba a unos metros de mí. Me obligo a paramé, lo hice como pude –Esto recién comienza –escupió saliendo de aquí con uno de los tres grandulones y caminando hacia la fábrica. Maldita sea, me dolía todo.
– ¿Está bien? –pregunto uno de los grandulones que me tenía sujetada. Lo mire con el ceño fruncido mientras lo analizaba con detenimiento. Su rostro se me hizo conocido. Sonreí negando con la cabeza.
–Eres uno de los hombres de Jake –dije, fue más una afirmación que una pregunta. El asintió y miro a su costado.
–Soy Ken y el Roy. El otro que estaba aquí también es uno de los nuestro –dijo –Solo nos falta de deshacernos de tres personas más y estaremos por completo rodeados por nuestros hombres –informo. Asentí.
– ¿Saben cuál es el plan entonces? –pregunte mirando a mi alrededor. Ellos asintieron
Caminé hacia donde estaban las armas y las puse cerca de donde estaba anteriormente. No quería alarmarlo al bastardo acerca de mis planes. Saque con sumo cuidado la navaja y la deje en mi tobillo para poder sacarla con facilidad. Ken me agarro de los brazos y me los pusieron atrás de la espalda con ayuda de Roy para aparentar que nada hubiera sucedido. Me amarraron levemente las manos
El infeliz no se tardó en regresar mucho. Pero no venía solo. Todos mis hermanos estaban atrás de él. Me sorprendí cuando vi a los seis. Mierda. Me tense y agache la mirada pareciendo derrotada.
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Editado: 16.04.2019