Erinar se adentró valientemente en el Bosque Sombrio, un lugar envuelto en una oscuridad eterna. La vegetación retorcida y reticente parecía susurrarle con sus ramas entrelazadas, como si tratara de disuadirlo de avanzar. Los árboles altos y esbeltos se alzaban como guardianes sombríos, proyectando sombras que danzaban misteriosamente a su paso. El aire era pesado y denso, lleno de un aroma a humedad y musgo.
Con cada paso que daba, Erinar sentía una extraña opresión en su pecho y sus poderes mágicos se veían disminuidos. La energía vital del lugar parecía absorber su fuerza, debilitándolo gradualmente. Aunque persistía en su determinación, sabía que enfrentaría grandes desafíos en aquel reino de sombras. Sus sentidos estaban alerta, escuchando cada crujido y susurro del bosque, preparado para lo desconocido que se avecinaba.
Un día, mientras avanzaba con precaución, Erinar escuchó gruñidos y gritos que perforaron el aire. Alerta, se acercó sigilosamente hacia la fuente de aquellos sonidos inquietantes. Lo que vio a su llegada llenó su corazón de angustia y determinación: un grupo de elfos luchando desesperadamente contra las feroces criaturas conocidas como los colmillormenta.
Erinar: ¡Deténganse, monstruos de las sombras! ¡El mal que infligen sobre estos elfos no quedará impune!
Vortigern (Colmillormenta omega): ¡Mírenlo, otro intruso que se atreve a interponerse en nuestro camino! Prepárate para ser aniquilado, druida insolente.
Azgar (Colmillormenta beta): Estos elfos no valen nada. Pronto acabaremos con ellos y luego nos ocuparemos de ti.
La batalla en el Reino Umbrío se desató, y Erinar se esforzaba por lanzar sus hechizos en medio de la oscuridad opresiva que limitaba su magia.
Erinar: ¡Por la luz y la sombra, luchemos juntos! Pero tened cuidado, mis hechizos pueden ser inestables aquí.
Los elfos desplegaron sus destellos de luz, creando una barrera resplandeciente que se enfrentaba a los relámpagos oscuros de los colmillormenta.
Arwen (Elfo 1): ¡No dejéis que sus sombras nos engullan! ¡Mantened la luz brillando!
Erinar intentó conjurar un rayo de energía, pero los efluvios sombríos debilitaron su hechizo, provocando que saliera desviado.
Erinar: ¡Maldición! Mi magia es ineficaz aquí. Me limitaré a protegeros con escudos.
Erinar canalizó su energía en la creación de escudos protectores, formando una barrera mágica alrededor de él y los elfos. Los colmillormenta embistieron, arañando y lanzando relámpagos, pero los escudos resistieron.
Elysia (Elfa 2): ¡Sus ataques no nos detendrán! ¡Utilicemos nuestros destellos de luz para desorientarlos!
Los elfos arremetieron con destellos luminosos, apuntando directamente a los colmillormenta. La brillante luz contrarrestaba los relámpagos oscuros, causando momentos de ceguera en los enemigos.
Vortigern: ¡Malditos elfos y sus destellos luminosos! ¡No permitiremos que su luz prevalezca!
Erinar, mientras mantenía sus escudos protectores, instaba a los elfos a mantenerse firmes.
Erinar: ¡No os rindáis! ¡Nuestra luz es más poderosa que sus sombras!
A medida que la batalla continuaba, Erinar se daba cuenta de que su conexión con la magia era más débil. Sin embargo, no dejaba que eso lo desalentara.
Erinar: ¡Elfos, recordad que la fuerza está en vuestra luz! ¡No dejéis que las sombras os dominen!
Los elfos respondieron con determinación, lanzando destellos de luz aún más brillantes y frenéticos. Los colmillormenta retrocedieron momentáneamente, pero se reagruparon rápidamente.
Azgar: ¡Ya es suficiente de su resplandor! ¡Acabemos con ellos de una vez!
Azgar se abalanzó sobre Erinar, su garra oscura lista para asestar el golpe final.