Soy Ariana Sandovares, nací cuando el invierno acechaba, tengo 25 años y sí, no sé de que demonios viviré cuando mis padres dejen de pagarme el hotel donde vivo, estos últimos años conseguí un trabajo como secretaria, a unas diez cuadras, es una empresa de publicidad, quizás podría seguir el camino del éxito como mis padres, pero no. Quiero una mejor versión de mi y una única, por eso hice todo a las escondidas y trabajo felizmente con Elio, un hombre de casi 70 años, que tiene pocos empleados y necesitaba organización, sin contar que paga demasiado bien. Tengo tres amigos, Rayan, Jack y Margot, los dos chicos los conozco desde que teníamos entre cinco y seis años, Margot apareció en una de las fiestas de verano que frecuentamos como ley, asistí a cada una de ellas, aunque siempre salía perdiendo. Una vez perdí una zapatilla que había comprado hace unas horas, pero la encontré tres días después, la tenía un puesto de helados.
Generalmente para el trabajo visto formal, con unos vestidos que me presta Margot y unos zapatos considerablemente altos. Rayan me sigue a todos lados, me acompaña a casa y al trabajo, en ocasiones me trae el desayuno y me lleva a almorzar.
—Hola Ariana.— me dijo sonriente con todo el pelo batido.
— ¿Qué haces aquí?— me senté en la silla giratoria del otro lado del escritorio. —Estoy trabajando y estos tacones me están matando.
— Hoy es la fiesta, ¿Irás no? — me preguntó. Como soborno me acercó un batido de fresa ¿Cómo le decía que no a esa tierna cara de Rayan?
— Lo pensaré.
El miró su reloj y luego a mí.
— Te quedan precisamente 15 horas para decidir. Por favor, ¿Cómo podría ir sin ti a una de las mejores fiestas del año?
— Te lo diré cuando lo sepa.
Sonreí y me paré para correrlo de la oficina antes de que me obligue a decir que sí.
— ¡Sandovares, traiga mis documentos, hace una hora se los pedí!—gritaron de fondo.
Si Rayan era insistente, mi jefe era el triple, pero este al contrario de él, era una de las personas más sabias que había conocido. Entré a su oficina y estaba buscando desesperadamente unos papeles.
— ¿Por qué no me llamó?—pregunté desorbitada por el desorden.
—Estabas con el muchacho ese, tu novio, por cierto... es demasiado insistente.
La habitación estaba hecha un caos, pero me causó gracia lo que decía, divagaba.
— Él es mi mejor amigo.—afirmé con las manos en la cadera.
— Yo tuve una mejor amiga así.—me dijo mirandome fijo a los ojos.
— ¿Y qué pasó?
— Es mi esposa. — sonrió levantando unos papeles. —Dejá los papeles ahí, puedes irte. ¡Que tengas un buen fin de semana, nos vemos el lunes! No te metas en problemas y si los tienes me llamas.
—Gracias Elio, lo tendré en cuenta. — hice una reverencia graciosa y me marché.
Agarré las cosas de mi escritorio y encontré unos 300 mensajes de Rayan que hace menos de treinta minutos se había marchado y una llamada perdida de Margot, algo importante pasaba, ella nunca llamaba y menos si estaba en la oficina.
Iba caminando por las calles alborotadas, comenzaba a tener calor, generalmente Rayan me pasaba a buscar, pero llamarlo después de lo que me dijo Elio me resulta abrumador. Llegué a las puertas del hotel pero seguí caminando, pasé por una cafetería que tenía unos lindos girasoles y me senté sin dudarlo, pedí un café y un pedazo de torta. Por primera vez estaba sola en un lugar desconocido y me gustó.
—¿Frecuentas seguido este lugar? —Le pregunté nerviosa al chico que estaba frente a mí con una computadora, siempre fui curiosa y de hacer hablar a todo el mundo.
—Mi primera vez aquí. — sonrió, juro que fue la mejor sonrisa que vi en años después de la de Rayan... se acercó a mi mesa y se sentó con confianza. — Soy Michael Rodríguez, soy fotógrafo un gusto.
—Soy Ariana Sandovares, secretaria y descubriendo que puedo hacer lo que resta de mi vida. — estreché su mano nerviosa.
—Hoy es la fiesta que realizan todos los años ¿Quieres ir?
Me acaban de invitar a una fiesta de la cual había renegado millones de veces, y no mentiré al decir que este chico lo vale.
—¡Tengo asistencia perfecta, llevo nueve años asistiendo!— exclamé desesperada.
—¿EN VERDAD? Yo solo fui cinco veces, hago sesiones ahí y nunca vi una belleza como la tuya. Te digo algo, ven tú e invita a unos amigos, hacemos una fiesta previa a esa, es un bar secreto justo debajo de esta cafetería, es increíble, llámame.
—¡Ahí estaremos!
Me dio su número, una especie de código y una pulsera violeta, me dio tres más para mis amigos y me despedí de él. Caminé sin mis zapatos hasta el Stand Wolf, el portero en la entrada, como siempre estaba anotando todo lo que veía.
—Me pasaras esa lista Lisandro. — le dije, me guiñó un ojo y me dio unos sobres que no me habían llevado a la habitación.
Subí en el ascensor, me retoqué el maquillaje, agendé el número de Michael y me sonrojé al recordarlo. No sabía casi nada de él, pero no le quitaba lo atractivo.
—¿Dónde demonios estabas Sandovares?- me dijo una voz detrás mío y me sorprendió que no fuese Rayan.
—¿De qué hablas? No me vengas con tus planteos ahora Jack.
Abrí la puerta de mi habitación y la cerré indignada. Me duché y luego comencé a escuchar música mientras me preparaba un batido sentí unas manos alrededor de mi cintura, me di vuelta y era Jack.
—Ahora no solo me vigilas, ¿Entras a mi departamento?— le dije indignada apartándolo de mi.
—No debí hacer esto, mejor me voy.— su semblante se endureció, agarró unas llaves y se fue.
Me senté en el balcón y vi que Jack salía en auto, tenso y llamando por teléfono. Me puse ver la correspondencia y la mayoría eran cartas de mis padres que estaban vacacionando y solo una de ellas era de Flor, mi hermana, hace tiempo que ella no hablaba conmigo, nos separamos por caminos totalmente diferentes, por cuestiones que pasaron hace años, había arruinado cada trabajo que había conseguido, hasta que decidí irme de casa y correr por cuenta propia aún cuando mis padres me mantenían. Las dos éramos odiosas juntas y el hecho venía de que ella era hija de papá y yo de mamá, eso jamás iba a cambiar. Abrí la carta nerviosa y Rayan me interrumpió.
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Editado: 04.12.2021