El resurgir del rey dragón

Capítulo IV: La Secta Diente de León

Hacía ya tres días desde que zarpé hacia el reino de los mercaderes, pero aun no logre ver si llegue o si estoy cerca, ni siquiera pude ver con la niebla que estaba emergiendo por todas estas aguas. Comencé a notar un cierto cambio en el agua, como si estuvieran empujándola, o navegando a través de ella, giro hacia atrás y pude ver la silueta de un gran navío que se acercaba de apoco, una voz muy grave ordenaba:

 

Tráiganlo aquí

 

Yo no sabía que sucedería, pero estaba preparado, poco a poco ese gran navío se acerco hasta donde estaba yo con mi pequeño bote, y lanzan una cuerda, ingenuamente me subí y cuando me di cuenta era un galeón pirata, cañones de bronce adornaban sus bordes, los mástiles recubierto de madera pulida, velas negras y rojas, un hombre que sale de un camarote me mira, un anciano de rostro deteriorado, figura de una persona de su edad y condición de estatus al parecer de muy alta estirpe, se acerca a mí y me pregunta:

 

Quien eres niño?Anciano

 

Mi nombre es keimit, rey del gran imperio de AndurillLe respondí

 

… (SILENCIO DE SORPRESA)…Anciano-Arréstenlo, lo llevaremos ante el Rey Palathirn

Qué? No, que hacen….(colocándome ataduras a brazos y piernas)

 

Arrestado, pero que hice?, atado manos y piernas con una gran cuerda, que me sucederá, no podría saberlo, solo sé que mirando hacia la puerta desde uno de los calabozos, un lugar horrible donde esta húmedo paredes, suelo, donde caen gotas por doquier, no podía dormir, luego se acercan dos piratas y me muestran un pañuelo negro, con el símbolo del Reino De los dragones, un pañuelo negro con la figura de un dragón en rojo, mientras reían se acercaban y lo colocan en mi cabeza yo no podía resistirme ya que mis brazos y piernas fueron atadas impidiéndome la movilidad. No tenia visión, solo podía escuchar, y entre susurros escuchaba el nombre del Rey De Guland, Pelathirn “El Traidor”, solamente eso.

Dos días entre la oscuridad, y el hambre, entre el sueño y la realidad, mis ataduras dejaron de dolerme, sentía que podía moverme, alguien me levanto del suelo, una voz recta se dirigió a mí:

 

Cuál es tu nombre!!!

 

Yo…..me llamo Keimit

 

Así que eres el heredero…..muchachos llévenlo ante el Rey…

 

Y ataron mi boca y fui arrastrado a través de madera y tierra, no podía ver solamente sentir la textura de donde me manejaron a su antojo.

Al percatarme de un extraño cambio en el silencio, por una multitud, mis raptores quitaron ese pañuelo que me prohibía ver, luego de casi tres días de terrible oscuridad, lo primero que pude ver, una luz brillante en el techo, y al bajar mi mirada un gran altar con un gran trono dorado, enorme y con guirnaldas de flores rojas, allí pude ver con mucho esfuerzo muchos soldados con armadura negra tan oscura como la noche, veteranos  y jóvenes, y allí un hombre con ropa sobresaliente, con botones de oro, y tela roja.

Este personaje se acercaba paso a paso, hasta llegar hacia mí. Ese hombre con una sonrisa un tanto molesta y burlona me pregunta:

 

Tú eres aquel hombre que llaman El Heredero?

 

Sí, aunque no quisiera que sea así, lo esYo respondí

 

Muy bien, Guardias llévenlo al calabozo

 

Un golpe traicionero a mi cabeza, y mi visión borrosa y un gran mareo me acompañaron hasta que me recupere  y pude ver solamente paredes de piedra, una pequeña ventana con barrotes humedecidas por el contacto con las continuas neblinas del Mar Vallon, y detrás mío barrotes de la celda tan gruesas como las de la ventana. Que sucedía, que maldición llevo al ser nombrado El Heredero de esta Realeza perdida.

A pesar de estar muy bien armado, mis armas fueron tomadas y guardadas en un cofre de la prisión donde me encuentro, aunque no se en cual ya que habían muchos para las pertenencias ilegales de los reclusos, debía pensar una manera de escapar, apoyado en los barrotes de mi cuarto, uno de los guardias se desploma, al caer al suelo veo un puñal extraño en su espalda, y tres hombres caen del techo con atuendos negros, y de ellos pronuncian un dialecto extraño:

 

“Allimdare ucnol, lahalomdia is layur ancanancara mat”

 

No sé cómo pude reconocer ese dialecto, era un Elfico, el más antiguo. Uno de esos sujetos se acerca a mí, y saca una llave, me libera de esa angustiosa situación, y me pregunta:

 

Tienes los rasgos distintivos de los antiguos reyes de antaño, pero la pregunta es, tienes todo lo que se necesita para retornar al trono?




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