El resurgir del rey dragón

Capítulo X: Aguas Heladas

Velas izadas, olas que golpean contra el frente, maderas mojadas.

El clima comenzó a cambiar, mucho frio se sentía, los huesos se congelaban. A pesar que todo estaba tranquilo, sufríamos mucho de este viaje, tan cruel. Los dias cambiaban tan velozmente como un rio embravecido, cuando nos dimos cuenta ya era de noche y el frio se hacía notar de la peor forma. Ni nuestra ropa de piel, nisiqiera los rayos del sol que de día apenas llegaban podían calentar.

La comida se congelaba asi como la proa y la popa, imposible maniobrar, tampoco navegar, hasta el agua se congelaba. Pasaban los días noches, de muy lenta navegación, y la relación de nosotros tres se deterioraba, lógicamente la enemistad del elfo y el enano se potenciaba:

-Aaaaaahhh!!! Tengo hambre y este cerdo está congelado!! –Grifu

-No podremos comer hasta llegar a tierra –Quixlord

-Cállate elfo! No voy a soportar tanto tiempo –Grifu

-Grifu, cálmate!! –Keimit

-Noooooo!!! Estoy cansado,  quiero comer!!-Grifu

-Tu lo quisiste!!...................-Quixlord

-Quix!! Nooooo!! –Keimit

-Apártate keimit, no quiero lastimarte, esto es entre el enano y yo!! –Quixlord

-Así es Keimit, apártate o tu también serás atacado!! –Grifu

 

Quixlord se prepara y apunta a la cabeza de Grifu en la superficie del navío, donde una ventisca nos aplastaba con su helado poder. El enano desenvaina sus hachas:

-Lo arreglaremos como lo que somos……….-Grifu

-Vas a calmarte Grifu, por última vez te lo digo –Quixlord

-Nooooo!!-Grifu

 

Grifu se balancea sobre Quixlord, intenta golpear con su hacha pero falla. Quixlord dispara sus flechas pero Grifu  bloquea los ataques con la gran hoja de su hacha. La situación era crítica y desesperante, no sabía que era peor, el crudo frio, el hecho de que nos encontrábamos perdidos o el combate de mis compañeros.

El silencio poseía ese momento, cuando un terremoto se sintió a lo largo del navío. Para nuestra mirada perplejica surge del mar una enorme serpiente marina, verdad y escamosa,  tres líneas de filosos dientes, ojos rojos como la sangre, y grandes orificios como orejas. La criatura comenzó a atacar al barco destruyendo gran parte del mástil con sus feroces dientes, cayendo sobre nuestros pies:

-Dejemos los conflictos para luego, debemos matar a esa criatura!! –Keimit

-Grifu!! –Quixlord

-Bien, matemos a esa víbora! –Grifu

-Quix usa las flechas incendiarias!! –Keimit

-Bien!! (Enciende sus flechas) –Quixlord

-Grifu, atácala de la base, no debe hundir el barco!!- Keimit

-Siii!!!, ven acá víbora asquerosa!! –Grifu

 

Una tormenta gigantesca, que seguidamente se convertiría en una tormenta terrible. Quixlord ataca con flechas incendiarias a la bestia marina, una de ellas impacta en un ojo de la criatura, entre disparos Grifu hiere de un hachazo la cola hasta partirla en dos, mientras yo buscaba un arma del barco. Entre los destrozos, la Serpiente impacta contra el camarote  destruyéndolo por completo, y arrojándome contra las paredes de madera, entre los zumbidos por ese terrible golpe pude ver una luz roja, me acerque lentamente entre toda la destrucción, y allí estaba la Poderosa Runnair llamándome. La toma, me levante con mucha dificultad y corrí como pude hacia afuera para enfrentarme a la feroz criatura, sin temor levante mi brazo mientras una lluvia incontenible tocaba la hoja de mi arma. Empecé a sentir una energía que ya la había sentido, mis ojos se tornaron rojos como la sangre y de mi espada una llama comenzó a cubrirla por completo.

Era el poder del Rey Dragón, de Runnair sale una gigantesca llamarada impactando contra la Serpiente, destruyéndola por completo logrando quemar y matar a esta, su cuerpo ya sin vida fue empujado al mar helado para que cayese a las profundidades. La tormenta se acabaría, y aquel cielo negro y las implacables lluvias que nos azotaron, fueron desapareciendo dando lugar a un cielo celeste y hermoso. Pero mas importante, esta lucha nos había unido mas, no nos desesperaríamos y tratamos de restaurar lo que quedaba del barco, aunque el mástil fue destruido.




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