Fue inesperado y me volví a quedar sin aliento
J. Lynn
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Solo es una obra del mal estar aquí
~~Samuel~~
El anciano centró su vista con recelo en mis ojos que penetraban en sus recuedos.
Una fuerza. El Sacramento.
Comenzó con una familia de bastardos extranjeros. Sus ideas eran escasas como sus recursos para vivir, pero ellos tenían algo que les hacía pedir más: ambición.
Unieron fuerzas y crearon el Sacramento tal y como le conocemos. Se encargaron de unir sacramentados desde todas sus generaciones y entonces llegaron ellos.
Nunca supo de donde vino aquel ser extraño, pero llegó para conquistar el Sacramento y dirigirlo él hasta que decaiga.
Omega me observaba raro mientras a ella le enviaba los recuerdos y no entendía bien.
El Sacramento nos ocultó gran parte de su historia. Entre ella nos descartó sus males y errores.
Siempre se encargó de asesinar a los comunes y nosotros, los seres más allá de la vida gobernarles y perturbarles en la noche mientras duermen.
Los desdichados fundadores no gozaron la alegría de la buena vida, pero no deseaban la de otros.
Los días se volvieron noches y estas se tornaron más oscuras con él paso de tiempo. Entonces llegó él, hace poco, unos 50 años tendría aquella criatura y de su pasado no había nada.
—Acérquese y deme su brazo —le ordenó a Julia omega —Tendrás tus dones y volverás a ser tu, pero con una condición
Sus ojos se tornaron blancos y habló en otra lengua antigua de la cual no debe existir traductor nada más que él. Decía:
—"Morgo flamius euxepero" —anunció con aquella voz no identificada —eres ahora una sacramentado nuevamente
—¿Cuál es la condición? —expresó furiosa Julia
—Sanuel perderá tres dones —escuché
No podía perder aquello único que tenía, no, era la única parte de lo que soy, no había manera.
Mis ojos se oscurecieron y todo fue una negrura intensa y decadencia de poder que me hicieron dudar más de aquellos que me acogió después de la muerte.
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~~Alter omega~~
Todo fue más rápido de lo que imaginé, él me odiará, sentirá rabia por mi e intentará matarme, pero lo muerto no puede morir.
Teníamos un objetivo claro: destruir el Sacramento
De pronto sentí que yo era quien leía mentes y así fue.
El Sacramento era una asociación, un grupo o una resistencia que estuvo hace tiempo. Los sacramentados se fueron de sus manos y hoy perece la mayoría caminando en el gran puente.
Yo estuve ahí.
Mis recuerdos volvieron.
Me habían asesinado intentando matar a Luna y aquí estaba indagando secretos de unos asesinos invisibles.
Fue un chico. Vestía de negro y su cabello era espeso y alborotado. Pequeña estatura.
Samuel.
Matar a Samuel fue la línea sucesiva que seguía el mensaje.
Sufrí la barrera protectora entre el sol y la luna.
Me abstuve a caminar y volví a la vida. Miserablemente volví con un único objetivo: destruir el Sacramento, pero no fue claro solo ese; matar a Samuel era lo que vendría.
—Tú —escuché de aquel ser oscuro que se sentaba en una silla negra —,vigíladle o seréis destituida del Sacramento
Asentí mientras él despertaba y con mis engaños fui a socorrerle en plan embustero. Las ansias de desangrar ese jumento me corrían por las venas
—No lo harás —expresó el anciano —. Ahora veo lo que haces y escucho lo que dices. No te conviene matarle. El es un enigma del que tu deberás descubrir antes que lo haga él. Si el dice su verdadero nombre, entonces muere. Si tu le matas, entonces mueres tu.
—¡No quiero estos dones! —refuté —. Solo deme uno y nada más
—Te haré elegir tres —sonrió pícaro el ser —Visión sacramentada, es el poder de ver a tu antojo el Sacramento o de ocultarle.
Euforia negra, concentras tu poder en una persona hasta matarle
Eritromancia, es la habilidad de regenerar los daños de un mortal a un sacramentado
—Euforia Negra —asentí mientras el profesor creaba un movimiento en su rostro que creí que fuera un gesto de aprobación
—Recuerda bien que matas a Samuel y mueres
—Anciano —le llamé atención —si le diera a elegir entre decirme su nombre o enseñar su rostro cual sería su opción
—Mi rostro —susurró mientras creí que se lamentaba —. Mi nombre, no lo recuerdo
Maldije las ganas de matar a Samuel y recordé que ya no podía escudriñar su mente ni sus recuerdos y realmente podría haber matado a Samuel agobiandole hasta que lo pronuncie. Fallé.
—¿Puedo revertir mis dones por este? —interrogué con un tono sin intenciones secundarias
—No —su voz fue tajante —. No vas a matar a Samuel así
El sabía todo lo que pasaba en mi mente. Al menos lo que pensaba en el momento y era peligroso.
—No quiero los otros dones —agregué —la historia del Sacramento nunca hizo dejar un don en el aire y él, mi asesino, los merece
—Tu no decides quien tendrá segunda oportunidad —me molesté con tal comentario machista, más que todo me ofendí e intenté guardarmelo pero no pude
Caminé hacia la criatura extraña y comencé a visualizar una escena en mi cabeza. Era un eclipse solar total. Un aro de fuego se reflejaba alrededor de la luna y lanzaba latigazos de fuego. Me acercaba al fenómeno y sentía un calor tan intenso que mis ropas se quemaron y mi cabello comenzo a decolorar y posteriormente a caerse. Mis uñas crecían muy rápido al igual que mi pelo. Mis ojos desprendían una fuerza oscura parecidos a los de la chica que andaba con Edward aquella noche. Mi voz se deterioró y por determinadas venas de mi cuerpo rompieron a vertir sangre a propulsión. Me acercaba más al eclipse y todo ocurría más rápido de lo normal hasta que mi cuerpo se quedo seco como una momia y entonces volví a donde estaba.