El secreto

Los hijos del diablo

Esa tarde, en la plaza Hisae y Rafael competían por llegar más lejos sin caer del pasamanos, en tanto Clara y la hermana pequeña de los mellizos se tiraban por el tobogán. Él y Oni jugaban en la iglú antes de tener un ataque de sed, los mellizos siempre cargaban dinero en sus bolsillos, por lo que tras avisar al adulto a cargo Oni se dirigió al negocio de la esquina y él, el niño con el nombre más extraño en la ciudad, fue el destinado para acompañarlo, debía ser el destino… Oni es un nombre que compite por ser igual de raro.

Dejando al grupo de amigos en la plaza cruzaron la calle para entrar en la tienda. Desde la puerta, Yossemazten, observó al chico asiático intentar pagar con billetes de más, monedas de menos, y complicarse por completo. Tras soltar una carcajada se acercó y le quitó el monedero para enviarlo de vuelta a la plaza: Lleva los jugos, yo pago. —dijo divertido.

—Bien, pero que no falte dinero. —Algo receloso y enfurruñado Oni se fue a la acera.

    Era una transacción sencilla para ellos, cualquiera puede hacerlo, pero comprendía que, siendo su primer año en Chile, aunque fuese meses mayor que él le costara… Pero no tanto como para irse enojado, ¿o sí? La pregunta vino a su mente cuando notó la ausencia del niño en la entrada de la tienda… En frente seguían el grupo de amigos jugando, el tío volteó a verlo y le hizo un gesto para que se apure en comprar, pero no veía a Oni.

 

—Eres tú, niño. —Una voz dura lo sorprendió y volteó.

A unos metros un hombre adulto cogía por la muñeca a Oni y lo tironeaba, mientras intercambiaban palabras antes de arrastrarlo alejándolo de la plaza.

    Con el corazón en la boca, se quedó paralizado… ¿raptaban a su amigo enfrente de él? ¿Qué debía hacer? ¿Qué acaso ese hombre no es el cura de la iglesia de junto? Tras titubear corrió, recogió la bolsa de jugos que dejó caer Oni y los siguió, al observar el callejón volvió a sorprenderse… Aquel hombre de Dios, tenía una cadena pegada al brazo del niño y citaba palabras en latín antiguo, el pequeño soltó un grito desgarrador con sus ojos en blanco y su inocente figura mitad japonesa se volvía la de un ser místico… un demonio. Por fin el hombre de Dios, pudo ver la verdadera figura del demonio que buscaba, hace semanas.

Todas esas historias que inventaban sobre la familia Kai…

¿Eran todas ciertas? ¿Qué debía hacer?

********

 

Todo comenzó unas semanas atrás, en el patio de su casa. Un domingo en que Rafael y Yossemazten conversan sobre el libro que les ha dado a leer en clases la maestra “Papelucho”, al primero le ha parecido muy gracioso el libro y bastante ingenioso el chiquillo, mientras que al último le parece un tanto aburrido.

—¿Cómo puedes encontrar aburrido el libro? ¿Leíste al menos la mitad?

—Leí todo, pero es que Papelucho no me parece agradable.

—¿Y qué te podría caer mal de él? Es un niño falso, de un libro.

—Pero si fuera cómo nosotros, me caería mal. —Responde el anfitrión cuando su madre les habla desde la puerta para avisar que ha llegado Clara, la vecina con la que juegan desde el jardín de infantes.

    Ambos ven como desaparece la mujer y da paso a la pequeña que cruza la cocina bastante agobiada, y con sus ojos muy abiertos. Ni siquiera hizo caso a las advertencias de que sus amigos estaban enfermos.

—¡Los mellizos, los mellizos están poseídos por el diablo! —Exclama, la cara de sorpresa de los niños fue inmediata, y pedía a gritos una explicación— La señora Moni fue a buscar su tónico para las arrugas y le dijo a mi abuela, que la vecina de enfrente le contó que su hermana vio cómo Hisae le prendió fuego al cura.

—¡Wow! ¡Genial!

—¡Rafa! No es bueno, el cura dijo que están poseídos. ¿Y si les pasa algo?

—¿Y será verdad? —Yossemazten, siempre analítico, miró a sus amigos con seriedad— La señora esa, siempre está contando cosas. Mamá dice que la mitad de sus historias son falsas.

—Pero no es de ella po, si ella dijo, que quien vio quemarse al cura fue la hermana de la doña Emita, la señora Moni vive enfrente de ella.

—¿Esa es la señora con pecas y pelo rojo? —Rafael, frecuentemente olvida los nombres de todos—. Porque ella siempre sabe todo lo que pasa. Eso dijo mi mamá.

—Sí, esa y yo le creo. —Explica la niña.

—¿Crees que están poseídos? —Pregunta el niño con sus ojos verdes fijos en la mirada insegura de la pequeña.

    Curiosos del tema, los amigos decidieron revisar la biblioteca de sus respectivos padres buscando información para ayudar a sus amigos, quizás fue el pasar toda la tarde con los chicos -o la preocupación y temor de que sus amigos estuvieran poseídos por terribles demonios- lo que provocó a Clara una fiebre alta esa noche, y enfermar de la contagiosa peste que estaban sobrellevando hace unos días sus vecinos y compañeros.

 

Al día siguiente, después de desayunar junto a su padre, Yostin -cómo le dicen para acortar tan extravagante nombre- aprovechó el tiempo revisando aquellas cajas de libros que guardan en el ático. No invitó a sus amigos en esta faena, porque nadie debe saber que tiene acceso a ese tipo de información, pero quería confirmar si eran reales los espíritus fantasmales: “Posesión demoníaca”- leyó en un libro sobre seres oscuros. En él se explicaba sobre una especie denominada “Demonios” la cual, podía poseer el cuerpo de otra persona y usarlo como si fuera una marioneta, sin embargo, no podría ser constante en el tiempo, aunque esta especie… también podría tener otras habilidades como la de crear fuego con la mente.



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En el texto hay: exorcismo, secretos, amistad

Editado: 01.03.2023

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