La lealtad era sin duda unas de las cosas más valiosas de la vida y eso mi maestro me lo había probado, había regresado a la fiesta y dejado todo en sus capaces manos por que ante todo había de tener una coartada.
Mire al rey Cesar hablar con su hijo que no era mas que aquel desgraciado que me propinó tan mal encuentro, estaba de más decir que la mirada de ambos no se despegaba de mi.
Estaba esperando que el rey se marchara hacia algún lugar. Una malicia desconocida se había apoderado de mi y lejos de esperar en calma me dirigí hacia donde se encontraba aquel engendro.
- buenas noches -salude simulando calidez - la fiesta está casi por a acabar ¿que tal la han pasado ?
- bien alteza que bueno que nos honra con el honor de su conversación - dijo aquel hombre intentando acercarse.
- ella debería ser la que se sienta orgullosa de poder hablar con nosotros- dijo una voz detrás de él de un hombre con complejo de niño y machismo infundado.
-Carlos - dijo el hombre mostrando sensatez por primera vez - ve a que preparen el carruaje que ya casi debemos marcharnos.
El muchacho se fue dando un resoplido y su padre mostró una sonrisa cálida como intentando darme confianza.
- alteza todo ha sido espléndido, espero nos honre con su visita algún día.
Lo mire a los ojos y entendí que ese era el momento justo para ejecutar lo planeado, todos estaban esperando que prepararán su carruaje para marchar a sus respectivos reinos.
-rey Cesar me gustaría mostrarle algunos lugares del palacio-dije intentando sacarlo de la sala.
- encantado mi reina, se ve que el castillo tiene muchos lugares donde se puede conversar tranquilamente.
Lo mire intentando no me afectarán sus palabras pero bien era sabido que la venganza es un plato que se come frío, lo guíe por el ala sur del palacio y en alguna de las columnas estaría mi consejero esperando para darme paz.
Caminamos por los pasillos mientras el hombre se desbordaba ofreciendo villas y castillas y yo fingía que le ponía atención.
Sonreí al ver a mi consejero hacerme una seña y al llegar a la siguiente esquina lo detuve y un hombre se acerco sigilosamente a su espalda.
- Rey me gustaría aceptar su invitación y bueno hacer una actividad un poco indecorosa.- veo como su cara se ensancha en una gran sonrisa.
- permítame preguntar ¿cual es esa actividad? - dice socarronamente.
- me encantaría invitarlo a cazar.
Su mente parece viajar a esos tiempos donde se convertía en el peor de los montruos su mirada me estudia con un deje de duda escaniandome intentando ver a travez de mi
El hombre detrás de sí termino de acercarse y le cubrió la boca con un pañuelo, imagino que con algún tipo de sonnifero ya que al tomarlo desprevenido no pudo poner mucha resistencia y luego de algunos segundos se desvanecía insconsiente frente a mi.
- le puse bastante dosis como para dormir un caballo- me dijo con seriedad.
- bien, ¿sabes lo que hay que hacer?- el chico simplemente asintió y se apresuró a echarse al tipo al hombro y desparecer con el.
Yo camine de vuelta a la sala principal para no levantar sospecha y al entrar tome una bolsa con dulces que se brindarian al acabar la fiesta.
- ¿dónde está mi padre? -escucho esa voz cuestionadora detrás de mi, mientras me preparaba mentalmente para mantener la calma.
-que le hace pensar que puedo saber donde esta su padre - le respondí con soberbia.
- influye el hecho de que lo deje hablando con usted antes de marcharme de la sala.
- bien lo dijo usted, hablando conmigo, no lo dejo a mi cargo así que busque a alguien mas a quien molestar que la fiesta me termino por agotar y me retiraré.
- usted no se puede largarse de esa manera, mi padre tiene que aparecer no se lo pudo haber tragado la tierra.- dice alterandose un poco.
-claro que puedo retirarme y lo haré; algunas personas tenemos responsabilidades que atender, no andamos por la vida haciendo berrinches.
Me di la vuelta para marcharme pero el imbécil tomo la terrible decisión de tomarme del brazo y darme la vuelta.
-se hace nesesario que se le enseñe modales a este tipo de mujeres que creen pueden tratar a los hombre como le plazca.
Mi primer impulso fue darle una bofetada y pegarle una patada en sus posaderas, mientras su figura se retorcía del dolor.
- tengo mucho más modales de los que tiene usted pero los uso con personas que lo merecen realmente.
Mire a los pocos que ya quedaban en la sala, sirvientes principalmente así que voz enérgica vocifere:
-!GUARDIAS¡ -y en cuestión de segundos ya tenía dos parados frente a mi -que saquen este caballero del palacio -decrete- asegúrense de que no vuelva a entrar.
-no me puedo marchar sin mi padre -dijo entrecortadamente.
-busque a su padre en otro lugar porque definitivamente aquí no está.
Podría cometer la mayor de las atrocidades mil veces seguidas si en mi corazón existiese la sensación de estar asiendo lo correcto.
La reina Indiana de Manzara.