El Secreto De La Reina...

Capítulo veintiseis

Días después....

Con los días la agonía se hizo más lenta el corazón dolía cada vez más y la noticia del posible enlace se extendía por todos los reinos, tenia que endurecer el gesto cuando se mencionaba una palabra con respecto al asunto para no soltarme a llorar, trataba de mostrarme indiferente ante las murmuraciones y continuar gobernando el reino como siempre lo había hecho.

Carlos había intentado verse conmigo y todos sus intentos habían sido bloqueados, era mi maestro quien lo recibía y lo despedía de igual manera en mi nombre.

El día se acercaba y la inminente boda casi se materializaba no podía negar que apesar de toda la situación mi corazón se comprimia de dolor cada noche y lo unico que calmaba esa agonía era el olor de la flores que se encontraban en ese lugar donde la felicidad que tuve fue efímera y fingida.

La luna se mostraba incompleta como yo misma y el aura de la noche se mecia juntó al canto de las luciérnagas.

- las noches son la mejor compañía para despejar las dudas que acarrean al corazón- esa voz se coló por mis oídos dejándome aún más desolada.

Me gire tratando de disimular mi rostro descompuesto y de no mostrar la desolación de mi ser.

- muchas veces las noches sólo mortifican al corazón con recuerdos indeseados. - dije.

- muchas veces las noches nos muestran la realidad tal cual, independientemente de si lo sufrimos o no, muchas veces la luna nos tortura haciéndonos ver cuán crueles y egoístas fuimos.

- no hace falta que justifiquemos nuestros actos delante de la luna, ni delante de nadie más; mas vale reconocer los errores y hablar la cruda verdad a justificar lo injustificable.

- Indiana no me crucifiques, no me entierres los clavos sin darme una oportunidad de hablar ante ti.

- no te crucifico, Carlos eso lo hiciste tu mismo sin ayuda alguna, pero, a pesar de todo hay una enseñanza; a final de cuentas si es verdad que más rápido cae un mentiroso que un cojo.

- Indiana no me hagas esto, por favor yo.....

- no me busques más ve casate, dale un heredero al trono has a esa mujer feliz y no la engañes de la manera tan despiadada en que lo hiciste conmigo.

- no podría alejarme de ti, no podría sacarte de mi corazón ni borrarte de mi piel, no me condenes al invierno eterno.

- no me idólatres cuando solo has contemplado mi exterior; tengo más oscuridad que luz y así a sido  siempre.

- no hay nada que puedas develarme que pueda hacerme desear no estar cerca de ti, Indiana por favor yo estoy dispuesto a .....

- yo mate a tu padre -confesé sin temer ya su reaccion - lo secuestre ese día en el palacio y lo mate en días posteriores.

Vi su mirada transformarse a una de dolor pero luego paso a una que parecía querer relajarse.

- estas bromeando cierto, dime que esto es otra táctica tuya para alejarme de ti - se acercó a mi y tomo mi mejilla - no nos hagas esto por favor.

- Cesar desapareció en la fiesta y la ultima persona con la que fue vista fue conmigo, quisiera decir que lo siento pero no es así - dije hundiendo el puñal más hondo si es que es posible - fue un final tragico para un rey con un legado tan grande.

Lo deje ahi sufriendo la declaración buscando en mi mirada un solo rastro de mentira, fueron la frialdad de mis palabras las cuales lo dejaron sopesar la veracidad de mis palabras.

Me di la vuelta sabiendo que todo estaba acabado y que mi futuro estaba sellado tal vez para siempre, respire forzado ante la nueva estaca que se clavaba en mi corazón y bueno me dispuse a seguir adelante.

                            ***
La tan anhelada boda llego y podia decir que mi corazón maltrecho se resigno, pero, la heridas no sanan de un día para otro, mientras trataba de disipar mi mente con algunos asuntos de gobierno uno de los guardias entro en la sala.

-Alteza -dijo llamando mi atención- la princesa Maratella se encuentra afuera y desea verla.

- ¿princesa Maratella? - cuestione.

- la princesa es la futura reina de Mafrenda prometida del príncipe Carlos.

Mi corazón se constriñio del dolor y mis ojos se aguaron levemente, la vida se empeñaba en hacerme caer ante las inclemencias de mis desgracias.

- hazla pasar -dije recomponiendo mi postura y tratando de que no duela tanto.

Vi las puertas abrirse y entrar a travez de ella a una joven mujer  toda impecable con un vestido azul añil que realzada su figura y le daba un aire elegante, de igual manera las joyas le daban un toque de belleza acompañando al maquillaje que se encontraba sobre la tersa piel de su rostro.

- la saludo alteza -dijo con voz melodiosa haciendo una reverencia - es un placer estar en su presencia.

-bienvenida -dije con un alegría fingida que no conocía-¿en que puedo ayudarle princesa Maratella?

-tengo el honor de invitarla a mi boda con el príncipe Carlos, futuro rey de Mafrenda.

Y así fue como mi sonrisa se ensancho de trizteza, como podía luchar con el entusiasmo con el que la chica orgullosa anuciaba e invitaba a su matrimonio me sentí de pronto un tanto nostálgica por que seria de las muchas cosas que  no podría experimentar.

-por supuesto ahí estaré -confirme.

- hemos hecho invitaciones pero me he dado la tarea de invitar personalmente a todos los reyes -dijo con una sonrisa.

Haciendo acopio de toda la educación que se debía tener la invite a tomar el té y pasear por los jardines, me di cuenta de que era una mujer que fue criada para ser reina, sus modales, la propiedad con que aplicaba las palabras y lo interesante de su conversación ya que además de entretenida se mostraba inteligente.

-está visita me tenía realmente emocionada, el ver una mujer pisando terrenos que hasta ahora solo era para los hombres es sumamente interesante, me hace confirmar que podemos ser mas que telas y vestidos.

Y así con esas palabras me despedí de ella quien me dijo debía seguir con sus preparativos para la boda y terminar de invitar a los reyes faltantes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.