Capítulo 4

4

Miré a mí alrededor pausadamente. El pasillo estaba lleno de estudiantes, algo muy común en los minutos libres entre clases. Algo me decía que él no podía estar en la escuela sin que alguien lo hubiera notado. Sebastián aún era buscado por los directivos, así que no andaría por los pasillos tranquilamente.

‹‹Hay muchos estudiantes con celulares en la mano, cómo saber quién me envía los mensajes››.

Regresé la mirada al celular y volví a elevar la mirada. Antes de volver a meter el celular al bolsillo, sonó de nuevo.

En la mesa 2 cerca del estante “A”, hay un libro.

Ábrelo y comenzarás a indagar.

Se refería a la biblioteca.

Me dirigí hacia allá, pues no estaba tan lejos de la entrada de la biblioteca y todavía tenía unos minutos antes de la siguiente clase. Todo eso estaba adormilando mis ánimos.

Abrí la puerta con cuidado. Había pocos estudiantes ahí dentro. Cualquiera de ellos bien pudo poner ese libro.

‹‹ ¡Natalie, estás en la escuela, puede ser una broma!››. Eso pasó por mi mente antes de ir a la mesa.

Estaba frente a un letrero que decía silencio. Así que me dispuse a caminar con cuidado, sin hacer mucho ruido. Me acerqué sutilmente a la mesa, estaba vacía y solo se encontraba el libro.

Me acerqué lentamente. Miré a los lados. Separé un poco la silla antes de sentarme.

El libro tenía como título “Verdades entre secuestrados”. Ese libro lo leí en primer año de secundaria. Trataba sobre unos jóvenes que fueron secuestrados y los secuestradores los colocaron en una rueda. El que dijera más secretos de otros quedaría libre. Al final todos se dijeron secretos y verdades. Aun así, nadie quedó en libertad, los secuestradores los mataron a todos.

Llegó otro mensaje. La coordinadora de la biblioteca me miró y me pidió que lo colocara en silencio.

Gran libro, Verdades entre secuestrados, tiene tanta similitud con la secundaria, si en algún momento alguien hace algo así, será increíble. ¡Claro! Deberíamos omitir la parte de la muerte de todos y colocar algunas. ¡Sería algo asombroso!

‹‹Nadie estaría dispuesto a decir la verdad a menos que de eso dependiera su vida››. Pensé.

Abrí el libro. Había una hoja doblada en el medio, decía “Secuestrados”. Lo relacioné con la historia del libro. Los secuestradores tenían una hoja con los nombres de los secuestrados y el orden en que revela-rían sus verdades. Todo al final se trataba de un juego perverso, de dos hombres dementes.

Desdoblé la hoja y comencé a leer los nombres.

Secuestrados –A: Manuel Cervantes, Tatiana Martin, Mathius Copelman, Analía Céspedes, Lisa Conde, Facundo Larrá, Tim Herring, Sandra Gil, Andrés Cruz, Christian Sandoval, Rolf Carlé.

Secuestrados –B: Miguel López, Paulina Echeverri, Julián Torres, Nicholas Vidal, Jessie Montiel, Camila Reyli, Will Fleming, Lorena Lombardo, Charlotte Beliz, Mathias Miller, Secuestrado X.

Al final de la hoja estaba escrito:

Todo afecta al Secuestrado X, debes averiguar de quién se trata antes de que sea demasiado tarde.

Todos los que en esa lista se encontraban, eran personas conocidas en la secundaria.

‹‹ ¿Cómo es posible que hasta el profesor Carlé esté en la lista?››.

Miraba desconcertada cada uno de los nombre y fruncí el ceño al ver el nombre del último secuestrado.

‹‹ ¿Quién es Mathias Miller?››.

Aquel nombre me era muy familiar, no era muy común el apellido Miller en el pueblo, y descarté inmediatamente al chico que acaba de conocer, seguramente era un recién llegado. Cerré el libro y la hoja la introduje en mi morral. Me levanté y salí de la biblioteca.

Ya había sonado el timbre para la siguiente clase, pero no estaba apurada por entrar así que caminé despacio por el pasillo. Respiré profundo, honestamente no sabía qué hacer con esa lista, eran más de quince personas y de un momento a otro mi mundo se estaba desequilibrando.