por Valeria O.

“Ayrton vivía en las favelas de Brasil con su padre y sus cinco hermanos. El muchacho tenía dieciséis años, era alto, delgado y se juntaba con un grupo de jóvenes con los cuales solía robar en las casas de los ricos. En uno de esos robos, Ayrton encontró un reloj de bolsillo, de oro y antiguo. No lo mostró al grupo sino que lo guardó en su bolsillo porque le había agradado mucho. A la medianoche cuando el joven ya estaba durmiendo en la favela, el reloj comenzó a sonar con un timbre fuerte haciendo que Ayrton despertara conmocionado. Y sucesivamente volvió a sonar las noches siguientes pero el muchacho no sabía cómo desactivarlo. Llegó un momento en el cual el reloj sonaba toda la noche cada cinco minutos produciéndole agotamiento. Sus hermanos le decían todo tipo de groserías por el ruido que esto provocaba así que decidió regresarlo a su dueño al día siguiente. Se paró frente a la casa de la cual lo había robado y un poco nervioso tocó a la puerta, esperó pero nadie abrió. Eran ya entradas las doce de la noche pero el adolescente seguía allí parado contra un árbol esperando que apareciera el dueño de casa. A las doce el reloj comenzó a sonar como todas las noches pero esta vez algo asombroso sucedió debido a que las luces de la casa se encendieron al mismo tiempo que la puerta se abrió. Ayrton ingresó allí un poco temeroso aunque nadie asomó. Recorrió cada una de las habitaciones sin encontrar rastros de personas entonces se dio cuenta que el reloj era la llave de la casa y que el poseedor de este sería también el dueño de la casa. Eso no lo dedujo sino que estaba anotado en una pizarra ubicada sobre la mesa de la cocina. Así fue que el muchacho se mudó junto a su familia a su nuevo hogar y el reloj dejó de sonar porque ya había hallado a su dueño o podría decirse que el dueño lo halló a él. El barrio de ricos estaba en realidad formado por muchas familias pobres que iban saliendo de las favelas y que eran portadoras de relojes mágicos.”

por Valeria O.

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Escrito el 27/07/2019

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