En en el día siguiente yo me levanté más temprano que los demás. Me preparé para el trabajo y capriché un poquito más en la roducción diaria ya que me sentía más bonita en este día. No estaba para nada tan horrible cuanto en el día anterior, y ya saben que yo había perdido una noche de sueño más.
Bajé las escaleras para la cocina y hice el desayuno lo más silenciosamente posible. Mis hermanos no tenían clases, pero mis padres sí trabajarían.
Yo sólo hiba a trabajar en dos horas y estaba muy nerviosa ya que tenía que contarles sobre la invitación tan inesperada. Apesar de tener veinte años, aún les hablo de todo lo que pienso hacer para saber su opinión. Y sí no están de acuerdo, vuelvo a analizar la situación, si vale y si es lo yo realmente quiero. Los respeto mucho.
Sí yo pudiera, guardaría la información un poquito más para mí sola. Aún no la había digerido y no tenía ni idea de cómo hiban a reaccionar. Mí papá es muy restricto - no de una mala forma, ya que es para la protección de sus hijos, y además no lo conocía.
Mejor hablar con mi mamá primero. Ella puede hacer que el corazón de mi padre se derrita con solamente algunas palabras bien colocadas porque lo conoce bien y lo ama y él a ella. Ellos son mi pareja ideal, mí meta de relación es tener con mi marido por lo menos la mitad de su cumplicidad.
Cuando se bajaron, mis hermanos aún se quedaban dormidos. Ya estaban prontos para más un día de trabajo.
- Vaya! Mira quién se despertó tempranito y nos hizo el desayuno! - exclamó mí papá besando mí frente.
- Buenos días, cariño. - dijo mamá besando mí mejilla. - el olor no nos dejaba en paz en el piso de arriba. -se rió mirando la mesa - Luce y huele muy bien.
- Entonces a comer! - les dije tomando un plato. Apesar de lo nerviosa que estaba, aún sentía hambre. Me gustaría ser de esas chicas que pierden el hambre cuando nerviosas. Pero eso no me tocó a mí. Por eso la panza un poquito pronunciada. Jajajaja
No es por desear jactarme, pero estaba muy delicioso.
Cuando terminamos, yo y mamá fuimos a poner los platos en el fregadero.
Aproveché la oportunidad antes que se me hiba el coraje.
- Mamá. - hablé bajito.
Ella me miró un poquito distraída con los platos que terminaba de lavar y yo de secar.
- Eh?
- Puedo hablarte a solas?
Capturé su atención.
- Qué pasa, hija? - dijo secándose las manos en un paño de cocina.
Sequé mis manos también.
- Aquí no. - dije mirando a mí papá un poquito nerviosa.
Miró a mí papá leyendo el periódico. Apesar de que trabaja en un periódico online, le gusta leer en el papel también. Miró a nosotras e sonrió. Volvió la atención a su periódico.
Mamá me hizo una seña para irnos a mí habitación.
Subimos y de pronto los nervios me atacaron.
- Que quieres decirme? - interrogó miadre se sentándose en el sillón.
Me senté en la punta de la cama, sin poder relajarme. Lo mejor era verter de una sola vez lo que tenía que decir.
- Me llamó a salir un colega de la universidad. - hablé rápido.
No hubo ninguna reacción. Su rostro se quedó con la misma expresión por casi un minuto. Entonces noté sus ojos. Ops. Su cerebro todavía estaba trabajando a todo el vapor. Yo casi podía escuchar el sonido de engrenajes.
- Entonces quieres que yo hable a tú papá? - preguntó por fin. Confirmé con la cabeza. - Cómo es? Es un tipo decente? Una persona que tu padre y yo respetaríamos?
- Sí, mamá.
- Confío en tu capacidad de juicio. Tu padre y yo la creamos bien.
Mis ojos se llenaron de las lágrimas. Vi que ella estaba emocionada también.
- Gracias, madre.
- Aún así, vas a dejar tú teléfono encendido todo el tiempo, va llevar algo de dinero para cualquier eventualidad y me vas a dejar el contacto y el nombre de ese hombre. - decía y yo concordaba. - Me gustaría saber su dirección. No estaría mal pedir el nombre, dirección y contacto de sus padres...
- Mamá, eso es demasiado! Él es mayor de edad! - exclamé asustada de por adónde hiba el rumbo de las cosas.