El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

SEXTA PARTE: Lug - CAPÍTULO 94

—Entonces— dijo Lug, chupándose el resto del chocolate de los dedos—, cuéntame lo que averiguaste sobre el Sello.

Liam sonrió al ver a Lug más animado.

—El Sello está hecho con una gema que emite algún tipo de radiación que te quema al contacto. Es por eso que no será necesario calentarlo, solo con apoyarlo sobre mi espalda, grabará la Marca— explicó.

—Suena doloroso.

—¿Cómo fue cuando te lo hicieron a ti?

—No lo recuerdo, era un bebé.

—Debió ser traumatizante.

—Seguramente. ¿Qué más averiguaste?

—El Sello funciona como un sintonizador, entra en resonancia con la entidad y con el Marcado, permitiendo que la entidad se conecte con este plano y se materialice.

—Entiendo.

Los ojos de Liam se pusieron vidriosos por un momento, su rostro estático, sin expresión.

—Liam, ¿estás bien?— le preguntó Lug.

Dile a papá que no desespere, que la ayuda está en camino, que confíe en mí— dijo Liam, y su voz sonó más aguda, casi femenina.

—¡¿Qué dijiste?!

—Dije que el Sello sintoniza con Meldek y lo conecta con este plano— dijo Liam con voz normal.

—No— le dijo Lug—, después de eso.

—No dije nada después de eso— le respondió el otro.

—Liam, ¿te encontraste con alguien después de que te fuiste de aquí? ¿Con alguien de fuera de la Hermandad?— le preguntó Lug con tono apremiante.

—No, ¿por qué?

—¿Estás seguro? ¿Nadie trató de contactarte?

—Sí, estoy seguro. Ya te lo dije, si alguien se me acerca, mis guardias lo matarán en el acto.

—Pudo ser un encuentro casual, algo sin importancia— insistió Lug.

—No, viejo, no hablé con nadie excepto con mi tío y con los guardias, estoy seguro. ¿Por qué me lo preguntas?

Lug sabía que el mensaje era de su hija Lyanna. Además de tomarlo por sorpresa, le provocó sentimientos encontrados: por un lado, lo confortaron sus palabras, pero por otro, se le encogió el pecho de preocupación al entender que Lyanna estaba en este mundo, un mundo nuevo e incomprensible para una niña de once años, un mundo lleno de peligros, un mundo que, aunque aparentemente no le había bloqueado sus habilidades, le resultaría demasiado extraño para poder manejar las complejas situaciones que seguramente se le presentarían. Y encima de todo, había contactado a Liam, exponiéndose a la Hermandad y a todos sus sucios trucos. Solo esperaba que no se hubiera lanzado a la empresa de rescatarlo por su propia cuenta, aunque conociéndola, era lo más probable.

—¿Por qué me lo preguntas? — le repitió Liam, al ver que Lug no le contestaba.

—Por nada, no te preocupes. Solo pensé que tal vez alguno de mis amigos intentaría algo descabellado para rescatarme.

—Lo siento, nadie se ha presentado, pero tal vez sea mejor así. Es riesgoso que traten de contactarme.

—Sí— admitió Lug—. Dime lo que pasó con tu tío— dijo para cambiar de tema—. Por el trato que he estado recibiendo toda la tarde, estimo que el ritual se suspendió.

—No se suspendió exactamente, pero se pospuso— aclaró Liam.

—¿Hasta cuándo?

—No lo sé, depende.

—¿De qué?

—De un anillo.

—¿Qué anillo?

—Déjame contarte desde el principio— dijo Liam—. Cuando te dejé, fui a ver a mi tío que me había mandado a llamar a su hotel. Cuando llegué, me recibió más amablemente que de costumbre, lo cual es muy inusual en él, ya que disfruta siempre humillándome y presionándome. Me hizo sentar y me contó una historia muy bizarra. Parece ser que el colgante que te forzó a entregarle la noche del intercambio, el que le costó la mano a Juliana, tiene cierto poder que él ha logrado manejar.

Lug apretó los labios en un gesto de disgusto y preocupación, pero no dijo nada.

—Descubrió que durmiendo con el colgante puesto sobre su pecho puede recibir mensajes de Shenmen— continuó Liam.

—¿Shenmen? ¿El monje chino?

—Sí.

—¿Qué mensajes? ¿Cómo sabe que es él? ¿Le envía mensajes desde el más allá?— lo atiborró Lug a preguntas.

—Mi tío está convencido de que es él, pues sabe cosas que solo él podría saber.

—¿Cómo qué?

—Como lo que me dijiste sobre Meldek: que solo es uno entre miles aquí en este planeta, que sus propios congéneres lo aprisionaron y que los humanos tienen la capacidad de liberarlo. Pero hay algo más: Shenmen le dijo a mi tío que Meldek estaba muy complacido porque la Hermandad había conseguido el Sello y al Marcado para el ritual, y que ahora le revelaría por fin el secreto final, algo que no estaba en los manuscritos que encontró Rudolph.




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