El Sendero a Casa

Capítulo once: Secretos

 

¿Mamá ocultaba cosas, incluso de mí?

 

—Éramos parte de la caravana. Llevar niños por fronteras era peligroso, te escondíamos entre sacos o debajo de canastas, tapábamos todo con una carpa, era sumamente peligroso. Han pasado tantos años. Nunca imaginé verte aquí, ni sabía cómo eras ya. Sabrás, tengo un hijo, pasé por lo mismo que tu madre con él. Llevo casi diez años aquí —Se encogió de hombros, vertiendo el contenido de la olla en el fregador de la cocina. Las caravanas eran el antiguo espíritu de Intermedio, así se movían de un Estado a otro, algunos se unían para buscar mejores oportunidades, las caravanas muchas veces estaban conformadas por los últimos inmigrantes del exterior, el país en que Yak nació no permitía la entrada a gente del exterior, hasta que decidieron dar una última oportunidad al mundo. Era incierto, sin el testimonio de Pomelie, decir que ella nació en el exterior y emigró a Qord —El país en que nacieron sus hijos—.

—¿Por qué tiene fotos de ella, para qué es toda esa información? —Si esa información existía, y cualquier persona podía obtenerla, su mamá no estaba a salvo. La mitad de su rostro estaba tensa en una mueca, le causaba mucha ansiedad teorizar el uso que le daba Domínguez a la información respecto a su mamá.

—Entiendo tu inquietud, cuando escuché el nombre de tu madre decidí escuchar por qué la buscabas, creí que se encontraba en peligro. Ah, y estos —Le pasó la carpeta con fotografías y recortes de periódico—Son recuerdos, cuando trabajas por tantos años con alguien, se vuelven familia, y la familia va en esta pared de acá —Lo guio hasta un pasillo color verde pálido, con retratos en las paredes. Domínguez se secó las manos con su delantal blanco, viejo, mirando los numerosos cuadros, en el final del pasillo se encontraba un sofá.

El cuadro que le llamó la atención a Yak, fue uno con una mujer de larga cabellera color miel, su piel poseía manchas negras, parecidas al carbón, en su caso era un reconocible aceite—¿Esa es... —Su pregunta fue natural, buscando consuelo para asimilar la situación.

—Pomelie, niño, así es, ¿diferente, huh? Más joven —Fanfarroneó Domínguez recostado en la pared opuesta al cuadro. El hombre de cejas ovaladas no confiaba del todo en Yak, lo dejó pasar por respeto a su vieja amiga, pero algo no le sentaba bien, algo raro con él—¿Y si dijera que está muerta? —expresó sacando una caja de cigarros de su bolsillo, se lo dejó entre dientes y apuntó a uno de los cuadros—Responde.

—Por favor, no tiene necesidad de bromear así —Yak bajó los parpados—Le daré todo lo que tengo si me dice a dónde ha ido ella, por favor—Hizo énfasis en su suplica. Se sintió tan cerca de la verdad, al mismo tiempo burlado por el hombre fumando frente a él.

—¿Cuándo discutieron?

Yak tomó asiento—¿Disculpe? —No comprendió a qué se refería él, decidió simplemente responder—Hace años, señor —Azul océano, el color de los ojos de Domínguez y Pio, el hombre severizó su vista para con Yak, él creyó que Yak buscaba a su madre para confrontarla por una riña común.

—¿Hace cuánto no la ves? —Y supo la respuesta que recibiría. "Han pasado más de tres años, señor"—¿Y no sabes a dónde ha ido, es que no tienes pistas, muchacho?

Yak se rio y se levantó—¿Por qué cree que estoy aquí? Por el amor a todo... sea directo, llevo más de una hora aquí, ¡solo quiero saber qué sabe! ¿Tan difícil es? He estado cuidando de mi hermano menor, él está en casa esperando por mí, mi mejor amiga espera en el auto a unas cuadras de aquí, créame, usted es mi primer y último recurso, he buscado en todas partes, he tratado de atar cabos, yo no puedo. —La desesperación en su tono de voz desempolvó el sentido de empatía del viejo Domínguez, el hombre ordenó sus ideas y lo guio hasta el bar, le pidió que se callara y lo acompañara, así acató Yak, con las manos en los bolsillos.

—Clubes nocturnos de Tierras Altas. Te juro que la oí en uno de esos clubes, estaba haciendo un encargo para Pio, cuando oí su voz, te lo puedo jurar. Eso fue hace aproximadamente cinco meses, ella no volvería a Intermedio ni de broma, son unos salvajes aquí, Tierras Altas es un paraíso de retiro... debes ir ahí. Y te advierto, no seas tan obvio, no debe parecer personal, no habrá más viejos como yo, los clubes no son un chiste. —Finalizó.

—Apenas tengo dinero para comer, no puedo ir a División, tengo que cuidar a mi hermano, ¿por qué ella iría a División? Irse tan lejos de nosotros... —Apretó la mandíbula y pateó una de las sillas de madera, gritó frustrado caminando en círculos—¡División, he venido aquí solo para enterarme que está en División!




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