El Sendero de las Artimañas

CAPÍTULO 3 — Promesa

Soy la doncella maldita de Hogwarts —susurré en tono fantasmal levantando los brazos. Caminé lento: buscando en el dormitorio conocido de las chicas en la torre Ravenclaw—. Devoraré a una niña… ¡Sé que…, estás…, aquí! —grité amistosa.

La jovencita se escondía bajo una manta a cuadrados de colores marrones y azules oscuros. Tapaba su cabeza; era iluminada a la luz de una vela.

—Déjate de tonterías, Bellmont. —dijo una estudiante aburrida del sexto curso parada en la entrada—. ¡Ella ya no es una niña!

—¡Te encontré! —Me lancé sobre la cama.

—¿Acaso…, me estás ignorando? —dijo seria y elevando una ceja.

—¡Te asusté, Yvon! ¿Verdad? —Sonreí sacándole la manta de un manotazo. Yvonne Fischer asintió con la cabeza.

—¡Maldita! ¡Sí, lo haces! —Apretó los labios y golpeó con la base del puño la pared a su izquierda, y con un movimiento de varita encendió todas las velas en la habitación.

Yvon no habla mucho, me trae recuerdos, conocí a alguien igual… Es como una hermana pequeña para mí. Solo soy un curso superior a ella; mientras que su hermana mayor le lleva dos cursos por delante.

—No puedes estar aquí… ¡Ya no perteneces a esta casa! —dijo Blair Fischer que se encontraba detrás de mí. La chica más solvente y aplicada que conozco—. ¡Ya no tienes edad para ese tipo de juegos! ¡Compórtate! —gritó cruzando los brazos.

—¡Vamos, Blair! No seas una amargada… —Mis dedos bailaban sobre el pijama con estrellitas. La pequeña Fischer se retorcía emitiendo una risa muda—. Si no le cuenta a nadie que estuve aquí, ¡también jugaré contigo!

—No te burles de mí… ¡Soy una líder ahora! —Alzó su bonita voz.

¡Me agrada cuando se pone así de seria!

—Con que eres una líder… —Volví la cabeza hacia ella. Yvon recuperaba el aliento. Observé a Blair, y sonreí con descaro—. ¿Cuándo pasó?

—El trimestre pasado: ¡fui elegida! —dijo orgullosa y cerrando los ojos.

—Me impresionas, Blair Fischer.

—No es verdad… —Inclinó su cuerpo hacia delante, apretaba los brazos cruzados, luego exclamó—: ¡Mientes, como siempre!

—No miento, no miento —dije burlona—. Como sé que serás una buena líder y no dirás ni una palabra de que entré sin permiso…

¡El pomo de águila lo dejó sencillo esta vez! Me acerqué a ella masajeando mis manos. No podía sostenerme la mirada.

—¿Qué… qué? —farfulló—. ¿Qué se supone que haces, Arwen? —dijo Blair. Su cuerpo parecía paralizarse a medida que su rostro se sonrojaba. ¡No me sorprende!

—En recompensa: vendré luego y jugaremos juntas… A solas… —Mostré el dedo índice—: ¡Soy muy buena en las escondidas! ¡También en el cuarto oscuro! ¿Qué dices? —Giñé un ojo y añadí—. ¡Es una promesa!

—Bueno… Yo… —dijo con voz nerviosa. Sus voluminosos labios temblequearon. Acomodaba el lazo que ajustaba el peinado en cola de caballo que iniciaba en lo alto de su cabeza; luego comenzó a acariciar la larga coleta de arriba abajo.

—¿Estás lista, Yvon? —pregunté de espaldas a ella.

—Sí —dijo vistiéndose la última prenda del atuendo escolar. ¡La túnica le queda enorme!

Yvon se paró junto a su hermana. Ha crecido. ¡Casi la alcanza! Le llevo cuatro o cinco centímetros más de altura a Blair. Ambas son muy parecidas: ojos marrones; cabello lacio y negro como el azabache. Aunque Yvon siempre ha optado por el cabello corto hasta los hombros. ¡Le queda hermoso!

—¡Bien! ¡Nos largamos de aquí! —Sujeté su mano y la arrastré para que corriese.

—¡No me engañes esta vez, Bellmont! —gritó Blair girándose y siguiéndome con la punta de un dedo. Su túnica susurró un frufrú.

Salimos veloces de la habitación. La sala común estaba vacía. Morgana custodiaba la entrada de la torre. La sujetamos de los brazos obligándola a correr.

¡Pude notarlo! Mis pertenecías siguen escondidas en ese dormitorio. El hechizo de ocultamiento funcionó. Nadie se percató del sello.

Continuamos aprisa por los pasillos y bajamos las escaleras hasta llegar al cuarto piso. Nos detuvimos en la puerta del aula de Historia de la Magia.

—¿Cómo has estado, Yvon? ¡Te extrañé mucho! —La rodeé con mis brazos y apoyé mi mejilla sobre ella. Yvon levantó el pulgar con dificultad y dijo:

—Yo también a ti, Wen. No vuelvas a irte.

No puedo prometer eso…

—Puedes estar tranquila, ¡no iré a ninguna parte! —dije sonriente y acaricié su cabeza.

No me iré hasta hallar todo lo que busco en este castillo.

—Arwen, es tarde… Su clase ya comenzó —dijo Morgana con la oreja pegada a la puerta del aula.

—¡Bien! No puedes seguir faltando a clases, Yvon. ¿Entendido? —dije guiñándole el ojo.

—El profesor es raro… Me hace preguntas sobre ti —apresuró Yvon.

—¿Sobre mí?

—Nuestra clase de Hiervas y Plantas Mágicas Medicinales también habrá comenzado, Arwen… —resopló Morgana abriendo la puerta, y añadió—: ¡Creo que no le caigo bien a la profesora!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.