Ahí se encontraba Agnis, en la gran ciudad conjurada. Agnis conseguía entrever que la ciudad conjurada estaba completamente hecha por la conjuración, todo en cuanto a su estructura e infraestructura se refiere. El punto central de la ciudad, lo que más se podía ver exaltado, era la regulación mágica de la conjuración. Según Agnis tenía entendido, las regulaciones mágicas eran todo en uno: institutos, hospitales, entidades de investigación, partes administrativas, judiciales, penales… etc.
Ahora, Agnis se dirigía o tenía rumbo hacia la ciudad encantada, pues tenía una clase en la regulación mágica del encantamiento y, al parecer, estaba llegando un poco tarde. Cuando Agnis llegó a la ciudad encantada (a través de una enorme muralla custodiada por los haces piramidales), aquel se dio cuenta que, a diferencia de la ciudad conjurada, la ciudad encantada tenía enormes piezas, objetos, inclusive, casas que siempre estaban en completo movimiento. Sin embargo, la regulación mágica del encantamiento seguía estática al igual que la de la ciudad conjurada.
No sin dificultad, Agnis llegó a la regulación mágica del encantamiento, situada en el núcleo de la ciudad encantada. Una vez allí, no encontró diferencia alguna con la regulación mágica de la conjuración: observaba el mismo alcázar y, además, estaba el mismo material líquido que, según recordaba Agnis, era un material de reconocimiento. Dicho material te dejaba entrar si te reconocía, si tenías algo pendiente qué hacer en la regulación mágica y, además de ello, también te trasladaba en un inmenso espacio específico del lugar al que solo podías ingresar.
Agnis ingresó a través del material líquido y fue trasladado a la parte de instituto de enseñanza de la regulación mágica del encantamiento. Se encaminó hacia el salón de clases para ser adiestrado en el encantamiento. Cuando llegó ahí entró.
—Detente —ordenó la profesora de encantamiento. Agnis se enteró que había llegado tarde e iba a ser amonestado.
—Supongo que como te has dado el lujo de llegar tarde es debido a que ya sabes más de lo suficiente y, quizá, no necesitas adiestramiento alguno en el encantamiento —dijo la profesora de encantamiento con un tono irónico irritante—. ¿No es así, señor…?
—Agnis —complementó a regañadientes.
—Pase al frente —ordenó la profesora. Agnis pasó al frente de todos, miró que había una vasta diversidad de especies sobrenaturales y, quizá, también había seres esenciales. Agnis se intimidó.
—Señor Agnis, explíquenos cuáles son los componentes del encantamiento.
Agnis quedó en blanco, se tomó un tiempo considerable para pensar algo que no sabía, quizá el no, pero Spot sí. «Spot, ayúdame», pensó Agnis dirigiéndose a Spot.
—Como todos los tipos de magia se componen: conceptualización y señalización —recitó Agnis lo que Spot le transmitía.
—Dilucide cada uno de ellos —dijo la profesora un poco irritada de que Agnis supiera las respuestas a sus preguntas capciosas.
«¿Spot?», se interrogó a sí mismo queriendo transmitírselo a Spot.
—Como esperaba… —dijo la profesora, pero se vio interrumpida—. La conceptualización —intervino Agnis— consiste en dos partes: “el modo de operar «Encantamiento material»: más el concepto/nombre del encanto «rocas puntiagudas»”. Y la señalización —continuó—, que consiste en el objeto o cosa —Agnis terminó con una sonrisa de superioridad dibujada en su rostro.
—Tiene razón… —dijo la profesora de encantamiento. Agnis acentuó incluso más su sonrisa satisfactoria—, pero se equivocó en un punto. Ahora, siéntese —ordenó. Agnis tomó asiento.
—¿Alguien puede decirme en qué se equivocó el señor Agnis?
—El concepto es dado por lo mental, mientras que la seña es dada por lo físico —Se escuchó al fondo del salón. Agnis no prestó cuidado, porque había sido avergonzado.
—Muy bien, señorita Ada. El chico Agnis ha olvidado esos dos factores importantes.
Agnis se apenó incluso más. «¡¿Qué pasó?!», gritó internamente. «Te respondí desde mi perspectiva», contestó internamente Spot con risas. Agnis se resignó, ya no podía hacer nada al respecto. Además, Spot tenía razón, la magia para un trisquel mágico se efectuaba de una manera distinta: siempre era el dueño el que ejercía la magia a través del trisquel mágico, de esta manera, considerándose una forma de encantar.
—Continúo desde donde estábamos antes de la grata llegada del señor Agnis —manifestó la profesora. Agnis se puso recto, derechito en su puesto cuando escuchó su nombre—. Como decía, los seres sobrenaturales pueden utilizar el encantamiento gracias a su sobrenaturalidad, pero el desgaste sobrenatural puede hacer que mueran incinerados o en cualquiera otra descomposición.
—Otra cosa —recalcó la profesora—: los seres sobrenaturales se dividen fundamentalmente en dos clases prominentes: diurnos y nocturnos. Los seres sobrenaturales diurnos tienen una transformación oscura, la cual les permite adquirir mayor poder sobrenatural a cambio de su aspecto diurno, convirtiéndose poco a poco en seres sobrenaturales nocturnos. Por otro lado —La profesora se dio vuelta—, los seres sobrenaturales nocturnos son, por naturaleza, destructivos y no tienen un componente diurno.
—¿Qué ocurre con los seres diurnos que se convirtieron en nocturnos? —interrogó Agnis. La profesora volvió a voltearse quedando en frente de los estudiantes.
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Editado: 28.06.2021