De acuerdo a la extensión, el lago circundante de la figura geometral estaba saturado de seres sobrenaturales: por encima había harpías y estirges; por debajo, ondinas; por el medio, sirenas e hipocampos. A diferencia de los seres alados, los seres acuáticos permanecían en una relativa paz. Las ondinas, familia de las ninfas, salvaguardaban y conservaban aquel lago; las sirenas e hipocampos la protegían de la superficie. Mientras que la pugna entre harpías y estirges bloqueaba el paso aéreo hacia el interior de la figura geometral.
—Rose, ¿alguna idea? —preguntó Jade.
Rose volteó a verla.
—Ustedes son los líderes —dijo Rose metiendo a Sebastián en la conversación.
—Ella tiene razón —Sebastián se sintió retado.
Luego, Rose ordenó a todos los chicos para que hicieran una fila.
—¿Para qué? —preguntó Agnis siendo el primero de la lista.
Rose, entre el bosque, recogió un tronco relativamente mediano.
—«Encantamiento material: alteración carbonizada» —susurró Rose. Agnis pudo ver cómo aquel tronco se transmutaba en lo que parecía ser un lápiz diáfano aparentemente cristalizado con una parte trasera puntiaguda.
—¿Qué es? —interrogó Agnis con un atisbo evidente en aquel objeto mágico.
—Es un lápiz de carbón —dijo lentamente Rose fijándose en la expresión desinformada de Agnis.
—¿Lápiz de carbón?
Rose expresó sorpresa.
—Sebastián —llamó—, ¿seguro que este chico está listo?
Sebastián apareció en una abrir y cerrar de ojos.
—Lo está —contestó Sebastián con una risa de lo-sé.
—El lápiz de carbón es un objeto mágico de los hechiceros —le explicó Sebastián a Agnis en voz baja—: permite a los hechiceros escribir sus hechizos en casi cualquier superficie…
—La punta —intervino Rose— del lápiz de carbón —Rose le mostró la punta— tiene un efecto de cristalización…
—¿Cómo funciona? —interrumpió Agnis. Jade llamó a Sebastián, el cual dejando a Agnis le dio una palmadita reconfortante.
—Fácil —sonrió Rose—, ¿miras esta parte de aquí atrás? —Rose le exhibió la parte trasera puntiaguda: Agnis notó una diminuta aguja cristalizada. En seguida, Agnis confirmó—. Déjame ver tu palma —pidió Rose. Agnis aceptó. Segundos después, Rose se la clavó en la palma. Agnis soltó un quejido más de sorpresa que de dolor—. El lápiz de carbón funciona con la sangre vital de un ser natural o un ser esencial —Agnis se aterró: ¿eso significaba que tendría que inyectarse cada vez que quisiera hechizar?
Rose, al reverso de la palma de Agnis, trazó un diagrama simbólico con varias figuras geométricas. Agnis se embelesó ante tal magnificencia de dicho objeto mágico. Ya no tenía que dedicarse más al trabajo pictórico, pues con el lápiz de carbón podría hacer hechizos pictóricos, conforme a su personalidad de artista.
Agnis se focalizó en el hechizo de Rose. Debía tratar de entenderlo, de descubrir su significado y de poder, quizá más adelante, recrearlo. Había asistido a varias, por no decir muchas, sesiones de conocimiento mágico de las regulaciones mágicas: algo debió haber aprendido. Se concentró en la gran esfera dibujada con indicios de movimiento hacia la derecha y, dentro de ella, había construido un tetraedro con movimientos hacia la izquierda. Lo que Agnis pudo interpretar fue que aquel hechizo suponía un regreso onírico.
—¿Se supone que no debemos descansar? —preguntó Agnis después de leer el hechizo dibujado sobre su piel.
—La figura geometral es todo, menos descanso —afirmó Rose—. Este hechizo permite que estemos activos por un periodo de 72 horas.
—¿Y luego? —preguntó Agnis. Ethan, detrás de Agnis, se exasperó y echó a un lado a Agnis.
—Luego tendremos que descansar para la petición elitista —finalizó Ethan la conversación inacabable de Agnis y Rose.
Absolutamente todos pasaron por su turno con Rose para que les dibujara el hechizo de la excitación del ánimo, lo cual les permitiría no descansar por un periodo de tiempo, cuyo lapso dura lo que el hechizo perdure. A cambio, los individuos deberían reposar de acuerdo al tiempo perdido de descanso que sucedió a lo largo de toda la realización del hechizo.
Agnis seguía al lado de Rose, a la espera de algo.
—Ten es todo tuyo —Rose le regaló su lápiz de carbón recién creado—, pero siempre que quieras podrás crear uno —aconsejó Rose.
Agnis sabía que la magia de transmutación no utilizaba mucho desgaste mágico, pero sí requería de una gran concentración para poder llevar a cabo la magia transmutativa. No era que no estuviera preparado, pues sentía que había aprendido lo suficiente: quizá solo le faltaba práctica.
—Chicos, reúnanse —voceó Sebastián.
Todos asistieron al llamado de Sebastián. Ahí también se encontraba Jade.
—Entrar a la figura geometral no va a ser tan fácil —habló Jade.
—Por eso, nos dividiremos en parejas —comentó Sebastián— tal y como veníamos.
—Intentaremos cruzar a través de la superficie aérea… —explicó Jade. Agnis sintió un escalofrío—. Sebastián y mi persona siempre iremos detrás de ustedes para ayudarles en caso de que lo necesiten…
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Editado: 28.06.2021