La bifurcación cenagal es el punto que, al revés, permite la confluencia de dos grupos aprisionados. Resulta que dicho punto pantanoso es la congregación de la verídica desgracia a la que ambos grupos son condenados. A pesar de lo anterior, el bullicio encadenado de los dos grupos liberta más que el simple aullido de lo aislado. Sin importar que sus desgracias se fortalezcan, la unión es la que liberta.
—Tenemos que marcharnos —avisó Rose con alerta—: nos persigue un Rakshasa.
—¿Un Rakshasa? —preguntó Sebastián un poco sorprendido. Agnis también se preguntó lo mismo.
—Por aquí —señaló Rose para seguir en la rehuida.
—Por ahí no —mencionó Ryan con un tono cauteloso.
—También nos acecha un nigromante —le explicó Jade a Rose.
—¿Un nigromante? —dijo Jonathan sorprendido. Rose también pensó lo mismo.
—Estamos arrinconados —dramatizó Katie mientras se levantaba del lodo y, a la vez, ayudaba a Agnis.
—No del todo —afirmó Ruth—. Los nigromantes tienen la imposición del mandato de los demonios —explicó Ruth con una voz reveladora.
—Y los Rakshasa tienen la imposición del mandato de los ángeles —prosiguió Jonathan el discurso.
A Sebastián se le vino una idea.
—Solo debemos dejar que ellos dos se encuentren…
—No hace falta —dijo Agnis con una voz trémula—. Ellos ya lo han hecho —aseveró Agnis.
Tanto el Rakshasa como el nigromante estaban suspendidos sobre la atmósfera. Todos se encontraban en medio de la pugna.
—«Encantamiento: lanzas celestiales» —encantó el Rakshasa. Luego su pincel dio trazadas pintando varias lanzas luminosas.
—«Encantamiento: bolas demoníacas» —El ápice de la espada del nigromante disparó varias bolas ennegrecidas. Las lanzas arremetieron contra las bolas. Las lanzas desaparecieron a la vez que las bolas renegridas se pinchaban sobre ellas.
—Debemos salir de aquí —ordenó Jade.
Todos escaparon del combate con rapidez por donde Jade les indicaba. Encontrándose retirados del combate, los estruendos mágicos entre la magia del Rakshasa y la magia del nigromante ya no se oían, inclusive a los sentidos sobrenaturales de Emma y Ryan.
—¿Desaparecieron? —Emma dio a entender.
—Miren —Agnis señaló el firmamento—, desde el horizonte.
Todos lograron ver que la luz matutina estaba por aparecer.
—Ethan —vociferó Sebastián.
—«Conjuración material: árbol del edén» —Un enorme árbol creció protegiendo a los chicos.
Los temblores de la superficie terrestre, las arremetidas del hender del suelo, las embestidas de las oleadas de lava, magma y agua, y las agresiones de la figura geometral fueron repelidas por el árbol mágico conjurado por Ethan. Aquel árbol mágico a través de sus ramas se alimentaba de cualquier vitalidad que la figura geometral tratara de arremeter contra él.
Ethan, dentro del árbol aún, se percató de Agnis y se apartó de él. Katie lo notó, luego se arrimó a Agnis.
—¿Qué tal te ha ido? —preguntó Katie.
—Bien —contestó Agnis a secas.
—¿Qué tal se ha comportado Ethan? —dijo Katie mientras dejaba escuchar una risa inocente.
—¿Y Emma? —preguntó Agnis malintencionado.
Katie desdibujó su sonrisa agradable.
—Al menos… —hizo un sonido gutural— está bien con Ruth —dijo Katie con un matiz honesto, aunque traslucía dolor.
Agnis se lamentó de haberle preguntado por Emma.
—Ethan… —Soltó un suspiro—. Ya sabes que —confesó— el ambiente es incómodo cuando estoy con Ryan —Agnis empezó a jugar con sus dedos—. Además, cuando no estoy con Ryan siempre me trata mal… —Agnis dejó caer una única lágrima—, me hace sentir desgraciado —resumió Agnis.
—¿Y Ryan? —preguntó Katie queriendo saber, quizá para ella entender qué estaba pasando con Emma o con ella misma.
—Ryan es todo lo contrario… —relató Agnis con un brillo de admiración en sus ojos—, me hace sentir bien… —Soltó un suspiro irónico—, me hace sentir que merezco ser amado —Agnis recordó todo lo que estaba pasando.
—¿Sabes? —Agnis se salió del tema—. Soy el hijo de… —Se detuvo— ya sabes —dijo Agnis en voz baja para no ser escuchado por los demás— y ¿eso qué quiere decir? —preguntó Agnis con tono irónico—. No lo sé —contestó con el mismo tono irónico—: no sé quién soy ni quién debería ser ni lo que debería ser —Agnis soltó un quejido inaudible.
—No es verdad —dijo Katie en fraternidad—. Puede ser que seas del mismo material que… —susurró Katie—, pero aún sigues siendo Agnis —aseguró Katie—. No debes preguntarte quién es el hijo de… ni qué debería hacer el hijo de… —especificó Katie en tono bajo—: debes preguntarte quién eres, quién es Agnis y lo que Agnis debería hacer.
Katie abrazó a Agnis al verlo llorar. Ryan se alarmó y se acercó.
—¿Le pasa algo? —preguntó Ryan con un tono preocupado.
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Editado: 28.06.2021