La mujer herbolaria dio una sorprendente pirueta hacia Agnis y lo acorraló contra el suelo. Luego empuñó una daga mágica que sacó de su bolsillo trasero.
—¿Cómo sabes mi nombre? —dijo Katie con una mirada feroz.
—¿Porque te conozco? —desatinó Agnis con una voz dudosa.
Katie apuntaló su daga mágica sobre el cuello de Agnis, provocándole una cortadura superficial, donde se derramó una gota de sangre. Agnis hizo un sonido gutural, como si tratase de recuperar la gota de sangre perdida.
—«Conjuración espacial: desplazamiento» —conjuró Agnis sin más remedio. Katie salió expulsada, pero cayó sagazmente de pie.
Katie quedó viendo a Agnis, luego ladeó su cabeza con una expresión de confusión admirativa.
—¿Eres un ser supranatural? —preguntó Katie—. No, no puedes serlo —se contrarió a sí misma y, a la vez, colocó su dedo índice sobre su boca en pose pensativa—: los seres supranaturales usan la magia a través de los mandatos de las deidades supremas —explicó Katie. Después volteó a verlo—. No pareces ser tampoco un ser natural —se detuvo para pensar—, ellos usan la magia a través del mentalismo y fisicalismo —Katie dio un paso adelante y apuntó con su daga mágica—. ¿Qué eres? —Los ojos de Katie se tornaron inquisitivos.
Agnis gesticuló movimientos extraños antes de contestar, pues, de algún modo corpóreo, trataba de pensar en la mejor respuesta posible.
—Soy un ser esencial… —contestó Agnis, después de un rato trabado de deliberación.
—Shh… —Katie calló a Agnis de manera repentina.
Katie guardó su daga mágica y se acercó a Agnis con pasos cautelosos.
—Los seres esenciales no somos… —Katie miró a Agnis de pies a cabeza— así.
—¿Así cómo? —refunfuñó Agnis con el entrecejo fruncido.
Katie tomó de la mano a Agnis, pero Agnis no dejó conducirse por Katie.
—Acompáñame —le dijo Katie.
Agnis con una sonrisa simpática accedió, pues necesitaba la compañía de Katie a todo lugar.
Katie llevó a Agnis por un lugar arbóreo, que convergía en una laguna. Katie se agazapó, le susurró unas palabras inaudibles a la laguna y esta resquebrajó un camino hacia una escotilla llena de algas azuladas marinas. Katie pasó a través de la laguna al igual que Agnis. Luego abrió la escotilla y le dio a entender a Agnis que entrara. Agnis entró con algo de suspicacia. Cuando Agnis entró, aquel sintió como si el mismísimo mundo le hubiera dado la vuelta.
Agnis pudo visualizar otra dimensión mágica: la dimensión esencial. Había una gran variedad de seres esenciales alrededor de un mundo arborizado tan mágico como el mundo sobrenatural, a diferencia que la dimensión mágica estaba compuesta de esencia mágica y, asimismo, carente de la oscuridad que rodea al mundo sobrenatural.
—No sabía que había un mundo esencial —dijo Agnis asombrándose del maravilloso lugar en el que se había sumergido.
—¿No era que eras un ser esencial? —ironizó Katie.
De manera espontánea, unos seres esenciales guerreros rodearon a Agnis. Este, inocente, alzó las manos, como si se tratase de alguna organización policíaca atrapando un delincuente inserto.
—Tranquilo, chicos —dijo Katie mientras bajaba las armas punzantes de los guerreros esenciales—, viene conmigo.
—Sí, princesa —dijeron los guerreros esenciales con un tono subyugado.
Agnis quedó con la boca abierta. Katie se llevó a Agnis del lugar.
—¿Eres una princesa? —preguntó Agnis asombrado.
—¿No te ha quedado claro? —dijo Katie con un poco de capricho arrogante.
Agnis y Katie subían por una pendiente. En lo alto se podía vislumbrar un alcázar que en sus partes inferiores regaba el agua de la dimensión esencial. A medida que Agnis se adentraba en la estructura palaciega, podía entrever una fortificación más sofisticada que en sus partes externas. Agnis entró a un corredor inmenso y logró ver un comité mágico. Todos los ancianos saludaron a la princesa Katie en un tono afable, mientras que vieron con desconfianza a Agnis.
—Este es un ser esencial —presentó Katie a los ancianos— que puede utilizar magia —explicó Katie. Los ancianos murmullaron.
—Princesa, es normal que los seres esenciales utilicen magia —explicó uno de los ancianos.
—Es un tipo diferente de magia —dijo Katie irritada.
—Muéstreles —le ordenó Katie a Agnis.
Agnis la vio y por un momento pensó si sería buena idea hacerlo.
—¿De dónde eres? —retumbó la voz de uno de los ancianos—. No pareces de esta dimensión —acusó el mismo anciano.
Agnis quedó mudo sin saber qué podría llegar a responder: ¿cómo iba a ser capaz de explicarles que venía de un hechizo modal?
—¿Siquiera sabe hablar tu amigo? —chistó uno de los ancianos con tono sarcástico.
Otro murmullo se estremeció en el comité mágico de los ancianos.
—No podrás salir de la dimensión mágica hasta que sepamos tu procedencia —sentenció un anciano con un matiz vanaglorioso.
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Editado: 28.06.2021