Katie y Agnis salieron de la dimensión esencial.
—¿Adónde vamos? —preguntó Katie.
Agnis frenó en seco y se volteó.
—No lo sé —Hizo una mueca de disculpa.
Katie se desorientó atizándole un empujón.
—Esperaba que me ayudaras a encontrar a alguien —dijo Agnis mientras frotaba sus dos dedos índices entre sí.
—¿A quién? —preguntó Katie con los ojos entrecerrados.
—A Sebastián… —musitó Agnis.
—¿Al comandante de los seres naturales? —dijo Katie con un ademan conturbado.
Agnis confirmó de arriba abajo.
—Su vigilancia es impenetrable —expresó Katie mientras daba vuelta—. Es imposible —dijo mientras se encaminaba nuevamente hacia la laguna de la que habían salido.
—Te enseñaré… —dijo Agnis para convencer a Katie. Esta se detuvo— cómo hago mi magia.
—Trato —Katie se empinó y dio una vueltecita—. Yo te indico y te dejo el resto —aseguró Katie mientras le indicaba el camino a Agnis.
Mientras el camino hacia Sebastián.
—Cuéntame un poco respecto a Sebastián —dijo Agnis con deseo de conocer a este Sebastián.
Katie expresó una rareza en su rostro, como si no entendiera el lazo de Agnis y Sebastián.
—El comandante de los seres naturales es un usuario del fisicalismo —expuso Katie con admiración—, no —modificó Katie—, es un monstruo del fisicalismo —Agnis se sorprendió—, ha sido capaz de controlar al fisicalismo más allá de su propia peculiaridad natural —Soltó un aliento denuedo—, por algo es llamado el superhombre del mundo natural.
Agnis se aterró: este Sebastián era mucho más salvaje que el Sebastián que él conocía.
—Desde aquí —dijo Katie haciendo que Agnis se detuviera.
Agnis delineó un mapa fotográfico del pueblo fortificado que Katie le mostraba: era el asentamiento bélico de Sebastián. Adentro se podía ver muchas tiendas de guerra provisionales que abastecían la estructura militante de su asentamiento de guerra. En adición, las tropas militantes de Sebastián estaban circunvalando la fortaleza pasajera.
—Sebastián no me seguirá —dijo Agnis, escondido, en voz alta.
—¿Por qué debería seguirte? —cuestionó Katie.
Agnis tenía que pensar en un plan para poder reunir a los chicos otra vez, pero sabía que el superhombre del mundo natural no dejaría su mundo por un desconocido: tenía que brindarle algo más a qué aferrarse. Sebastián no tenía por qué apegarse a Agnis, pues ¿quién era Agnis? Se le ocurrió la idea de seguir el plan que ejecutó por azar en el comité esencial de los ancianos. En este mundo mágico, Agnis haría el rol de Natus Vincere.
—Sígueme… —ordenó Agnis dándole a entender que fuera detrás de sus pasos— la corriente —dijo en un juego de palabras para darle a entender que siguiera su drama si era necesario.
En un conjuro susurrado de Agnis, su ropaje se transformó en una túnica grisácea semejante a la de un gran mago, la verdad, un poco bizantina. Katie iba detrás de sus pasos viendo la transformación de Agnis. Katie y Agnis se dirigían hacia el interior del asentamiento de Sebastián. De repente, cinco guerreros naturales con una vestimenta medieval obstruyeron el paso de Agnis y Katie al interior de la fortaleza.
—Me presento —dijo Agnis con una reverencia introductoria— soy Natus Vincere —enfatizó— y he escuchado —Utilizó un tono enigmático— del superhombre del mundo natural —Se detuvo— que, por casualidad —Echó una sonrisa de galanteo—, se encuentra aquí —Señaló la fortaleza— y he pasado a saludarle —puntualizó Agnis un poco saturado de su actuación.
Los guerreros naturales ojearon a Katie.
—Ella es mi aprendiz —dijo Agnis. Katie con ligereza asintió.
Uno de los guerreros naturales maldijo a Agnis y a Katie. Otro le dijo que lo mejor era que regresara por la mierda que había venido. Uno último ensució su buen nombre.
—Igual no esperaba que me dejaran pasar —dijo Agnis con una sonrisa halagadora. Luego chasqueó sus dedos e hipnotizó a los guerreros naturales.
—Chicos, ¿por qué mejor no nos acompañan? —dijo Agnis con una sonrisa alocada.
Los guerreros naturales se hicieron a un lado para que Agnis y Katie pudieran pasar a la fortaleza.
—¿Cómo lo hiciste? —masculló Katie sin salirse de su rol como aprendiz.
—Después te enseño —murmuró Agnis sin salirse de su rol como mentor, sin mencionar que trataba de imitar a Natus Vincere sin saber cómo realmente actuaría: actúo según se lo imaginó.
Agnis se adentró al asentamiento de Sebastián con Katie siguiendo sus pasos. Los guerreros naturales del interior veían con recelo a Agnis y a Katie, pero no hacían nada al respecto al ver que los guerreros celadores los custodiaban. Sin embargo, los guerreros naturales del interior comenzaron a amontonarse siguiendo a los guerreros celadores.
Sebastián salió de la mejor tienda de guerra habida dentro de la fortaleza.
—¿Quiénes sois? —dijo Sebastián como si no conociera a Agnis, a este no se le extrañó dicho comportamiento. Sebastián estaba vestido con una tela marrón poca cubierta que, de manera mínima, contornaba su extremidad superior y parte de la inferior, lo cual la hacía excelente para el combate.
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Editado: 28.06.2021