El ser que habita en mi

EL BAILE DE INVIERNO

Las clases han finalizado, y la Navidad está a la vuelta de la esquina. Roma se encuentra completamente adornada con maravillosas luces, que dan a la ciudad un aspecto de ensueño. El baile de fin de curso será esta noche y luego del 26 al 30 de enero nos iremos a Capri. Por fin podré ver el mar y acompañada de Adrien lo que hará que la experiencia sea inigualable. Han pasado ya tres semanas desde que empezamos a salir, las semanas más mágicas de mi vida. Con Adrien todo es más fácil, y hace que me sienta más segura de mi misma. Es como una luz al final de un túnel.

Ahora mismo ya está atardeciendo. El sol ya se empieza a ocultar, dejando paso a una noche fría de diciembre. Estoy sentada enfrente de mi tocador, observando mi reflejo en el espejo. La imagen de la joven que proyecta es irreconocible para mi. Intento ondular algo mi cabello, que está recogido de tal forma que parece que solo me llega a los hombros. Luego, me paso al maquillaje, resaltando mis ojos con un delineador negro, que hacen que estos se vean aún mas azules. Esto lo hago por Adrien, pues siempre me ha dicho lo mucho que le encantan mis ojos. Doy unos últimos retoques a todo antes de enfundarme en mi vestido, de color negro. Es un vestido sencillo de palabra de honor, largo hasta los pies. Al finalizar me calzo con unas sandalias en tonos plateados a juego con los pendientes. Una vez arreglada espero en la habitación, en donde aguardo a que llegue Adrien a recogerme.

A las 21:00 suena el pitido de mi móvil anunciando que mi acompañante acaba de llegar. Me pongo el abrigo de color blanco como la nieve y de pelo por encima. Bajo las escaleras con cuidado, tratando de no tropezar y centrando mi vista en esta y no en las personas que no paran de observarme. En los últimos tramos de escalera lo veo. Va vestido con un hermoso esmoquin de color negro y con una camisa blanca.

-Guau Lucinda te ves asombrasa.

-Gracias. Tú también te ves muy bien-Le digo nerviosa.

-Tengo un regalo para ti.-Observo como del bolsillo de su abrigo saca una cajita, que al abrirla contiene un ramillete con una rosa de color blanco. Me ayuda a ponerlo, agarrando con sumo cuidado mi mano, que besa a continuación.-¿Nos vamos?

-Alto ahí jovencitos, de aquí no se va nadie hasta que saque unas cuantas fotos antes-Nos dice mi cuidadora, sosteniendo una cámara gigantesca en su mano y señalándonos que vayamos hacia la escalera para las fotos y luego al exterior en donde la luz de la  luna y las luces de navidad iluminan la ciudad-Listo. Ahora tortolitos ya podéis iros.

Nos adentramos por las calles agarrados de la mano. Unos pequeños copos de nieve empiezan a caer justo cuando llegamos al centro.

-Bueno ¿ Que sería de un baile de navidad cuyo tema es el blanco y negro sin una nieve tiñendo el oscuro cielo de blanco?-Pregunta Adrien sonriéndome y mirándome a los ojos, quitándome un pequeño copo derretido en mi mejilla.

-No sería nada-Respondo en una voz apenas perceptible, tras el tacto de su dedo en mi mejilla que me ha dejado en un estado de ensueño. Luego siento sus labios sobre los míos, fríos al tacto como el hielo, pero al mismo  tiempo llenos de calidez.

-Creo que es mejor que entremos antes de que nos convirtamos en cubitos de hielo.-Asiento con la cabeza y dejo que me dirija entre los pasillos hacia el gimnasio en donde tiene lugar el baile.

Adrien y yo entramos en el gimnasio y dejamos nuestros abrigos en unos de los colgadores que se situaban justo en la entrada. La gente no para de mirarnos y sus pensamientos llegan a mi como grandes agujas de hielo clavándose en mi cerebro. La mano de Adrien sobre la mía es lo único que consigue mantenerme relajada y feliz al alejar todo pensamiento desagradable.

El gimnasio esta decorado con gigantes copos de nieve hechos con gomaespuma y pintados de pintura blanca, a los cuales luego le pusieron porpurina plateada para que brillaran.  También hay grandes cantidades de globos negros y blancos  de helio flotando en el techo del que cuelgan pequeños copos de nieve. En las mesas, hay grandes centros de mesa que contienen gran cantidad de velas rodeando un pequeño abeto decorado con bolas de navidad. Sobre las paredes han colocado árboles desnudos que se encuentran en macetas ocultas por grandes cantidades de algodón. En estos cuelgan, pequeñas notas, los deseos de Navidad de cada uno de nosotros que se lanzarán luego aire atados en farolillos para que estos se cumplan.

Empieza a sonar la canción Right here waiting de Richard Marx. Las parejas empiezan a bailar llenando todo el espacio. Oigo la voz de Adrien en mi oreja,preguntándome si quiero bailar. Asiento con la cabeza y los dos agarrados de la mano nos dirigimos al centro, en donde ya se encuentran casi todos bailando. Los brazos de Adrien sobre mi cintura y los mios sobre su cuello son ahora mismo la mejor melodía. Nos dejamos llevar por el ritmo de la canción, balanceandonos suavemente de un lado a otro. Al terminar esta, seguimos bailando muchas más agarrados. Todo es perfecto a su lado, y puedo comprobar que mi deseo se está cumpliendo incluso antes de que sea quemado.

Las horas van pasando y el momento de lanzar los farolillos ha llegado. Todos salimos al exterior, que se encuentra cubierto por un manto espeso de nieve. Observo envelesada como el cielo nocturno de Roma en tan solo unos minutos se ilumina gracias a los farolillos lanzados.

-Se ven como si fueran estrellas a medida que se van alejando.-Digo




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