Sí, tengo que admitirlo…
Después de que ella se fue,
Tal como prometimos, empezamos de cero,
de esta manera…
Vi a mi papá moviendo cajas de un lado a otro, yo apenas había salido del auto, entonces para ayudar y como era la única cosa a la que podía alcanzar decidí sacar mi mochila. Una vez adentro de nuestra nueva casa empezamos abriendo cajas pequeñas y medianas que estaban llenas de adornos, fotos, cosas de la cocina y sábanas.
—¿Princesa, si estás cansada ya puedes ir a descansar? Tengo una sorpresa para ti allí arriba.
—No —dije moviendo la cabeza —quiero seguir ayudando papá.
—Entonces, ¿qué te parece ordenar estos portarretratos y adornitos en esa mesa para decorar un poco la sala? —me preguntó sonriendo y señalando al frente, en donde efectivamente se encontraba una mesa larga y el televisor apagado.
Me gustó la idea, así que con el lazo fucsia que tenía en la mano recogí mi largo cabello ondulado. Agarré la caja marrón que se encontraba más cerca y saqué toda la cinta que se encontraba alrededor, entonces la abrí y me llevé una gran sorpresa. Todo se encontraba envuelto en papel periódico para evitar que se rompiera. Me sorprende que mi papá se haya tomado el tiempo de hacerlo, ya que siempre buscaba hacer todo más práctico, creo que estoy ensuciando la sala con todo este papel, pero a papá parece no importarle tanto, está concentrado armando estantes y ordenando todo lo que tiene que ver con cocina. Tomo una de las figuritas de porcelana y me doy cuenta de que son dos cisnes totalmente blancos con el cuello largo e inclinado, pensé que esto se había roto hace tiempo, pero no, están aquí intactos en mis manos, juntos forman un corazón.
Recuerdo algo, ese fue un regalo que le dio papá a mamá cuando eran jóvenes, antes de casarse, a ella le encantaban las cositas como estas y las conservaba en perfecto estado, para ella cada una tenía un gran valor sentimental. El segundo que agarro tiene la forma de dos pajaritos azules con el pecho amarillo cuidando su nido, es bastante colorido y me hace sonreír, es ligero y brillante, parece recién pintado, el último es un osito de peluche muy suave, sentado en una silla rosa, de hecho, este es mi favorito, es un recuerdo de mi primer cumpleaños. Acomodo todo lo que tengo entre brazos donde papá me indicó hasta que escucho un ruido que me asusta, parece una montaña de platos derrumbándose.
—¿Estás bien, papá? Vi a papá de rodillas recogiendo un montón de platos y tápers que habían caído al suelo de un estante de madera negra que se encontraba colgado de lado y un poco desarmado.
—Sí, Mer, no te preocupes pequeña. Estoy intentando armar este estante raro, pero seguro que ahorita termino.
Me acerqué para ver las instrucciones, sí que eran muy confusas y estaban en inglés, todavía no comprendo muy bien en que falló papá porque cada pieza tiene un número y ahí desarmado, todo no los puedo ver, pero entonces recordé que yo ya había terminado lo que él me pidió que hiciera y quería mostrarle como quedó.
—Papi mira–hablé tomándolo del brazo—ya terminé de ordenar los adornos y portarretratos que me dijiste. ¿Quieres ver? —Claro que sí, Mer —respondió sonriente y dejando las instrucciones en una mesa. Fuimos caminando a la sala y le enseñé mi obra maestra, y sonrió aún más.
—¡Qué bonito Mer! ¿Recuerdas el significado que tenían para mamá?
Traté de recordar los significados que les había puesto mamá a los objetos que estaban aquí, tenían muchísimo valor para ella porque representaban diferentes momentos de su vida, además de las fotos que ahora ya son recuerdos.
—¿Te acuerdas Mer? Lo pensé de nuevo, pero seguía sin recordarlo, moví la cabeza, papá se agachó y dijo señalando el adorno blanco.
—Tu mamá decía que los cisnes significan además de pureza y belleza, amor, yo se lo regalé cuando éramos jóvenes. Estos pajaritos en su nido representan a la familia, su madre, tu abuelita nos lo regaló cuando nos casamos y empezamos a formar nuestro propio hogar y el osito en la silla rosa, apuesto a que eso, si lo recuerdas, es de tu primer cumpleaños, significa cariño y ternura. Papá volvió a mirarme y señaló con el dedo cada figura.
—Por eso es importante que estén aquí frente a nosotros, para recordarnos que el amor, cariño y ternura nunca deben faltar en la familia. Luego de escuchar eso, miré a papá y le di un fuerte abrazo, mis ojos se nublaron un poco.
—Tranquila princesa, vamos a estar bien. Mamá ahora es un angelito y nos cuida desde el cielo, quiere que la recordemos siempre y que seamos felices, a pesar de que ya no esté presente.
En ese momento escuché el sonido del timbre, papá abrió la puerta y quedé sorprendida al ver quiénes entraban. Eran Luna, Tom y su mamá, la señora María, solo sentí una fuerte brisa cerca de mí y unos brazos largos que me rodeaban, además de un cabello esponjoso que me hacía cosquillas.
—Mer, hijita. ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?, te ves algo pálida —sonreí un poco al escucharla, la señora María era muy amiga de mamá y papá, creo que se conocían desde la universidad. Es muy buena, cariñosa y protectora, me trata como una hija más y desde que mi madre falleció se preocupa mucho por mí.
—Estoy bien señora, no se preocupe, pero pienso que papá si necesita ayuda para armar los muebles.