El tiempo contigo fue una vida entera

El mundo es un pañuelo

— Hideto ¿estás jugando conmigo?

— Mugi, no bromearía con algo así pero podrías preguntarle al policía a cargo de la investigación. Quizás él pueda explicarte más.

— No... No puedo hacer eso... entonces no lo dejaría descansar y eso me haría enloquecer aún más, gracias pero no gracias continuaré con mi vida como hasta hoy — dijo alterada. Si ese Adrián Hudson era el que pensaba entonces... entonces... por su causa... ¿Kenji ya no estaba allí?

Después de esa charla se despidieron y se fueron. Mugi tomo un vuelo de vuelta a ese país. Llevaba con mucho cuidado las composiciones de Kenji. Quizás debía practicarlas y grabar tal como él quería pero no sabía si estaba bien o no.

...

 

En el fin de semana fue a la tienda de instrumentos.

Santo estaba en el mostrador como siempre mientras Molly limpiaba. Le pidió que la dejaran practicar un poco con el violín y el violonchelo así que la dejó ir a la parte de atrás, estarían siempre felices de ayudar a alguien que lo necesitaba.

Mugi comenzó a tocar, empezó nerviosa hasta que se convirtió en una con su instrumento. Lentamente la música que debía trasmitir alegría y tristeza comenzó a tomar forma. No había letra que hubiera leído simplemente tomo la partitura y transmitió ese sentimiento.

Los clientes que entraban y salían estaban impresionados. No parecía nada a lo que había escuchado antes por lo que pedía y querían conocer a ese genio. Santo tuvo la idea de decir que era tan tímido que no podía ver a nadie. Se fueron decepcionados.

— Muchas gracias...— les agradeció al final del día — de verdad muchas gracias

— Mugi... ¿esa canción es tuya?

— No... Es de mi esposo — contesto. Por primera vez se refería a Kenji de esa manera.

Adrián entro en ese momento

— ¡¿Estás casada?! ¡Qué maravilla! ¡¿Tienen hijos?! ¿Cómo son? ¡Seguramente son tan guapos como tú! — pregunto Molly

Mugi se hizo para atrás. Se asustó por su manera de acercarse. Tantas preguntas que no podía contestar.

— Molly la asustas — intervino Adrián — ¿Nos vamos Mugi?

— ¿Eh? ¿Ah? ¿Sí? ¡Sí! — contesto y se despidió de ellos. Después de cerrar la puerta. Santo dijo:

— Creo que esté arroz ya se coció — menciono Santo en tono burlón

Molly no entendía.

...

 

— Gracias por la ayuda — dijo Mugi

—No hay de que — contesto

Subieron al auto. Mugi recibió un mensaje de él diciéndole que pasaría a visitarla para ver si ya hacía sus quehaceres, sin oportunidad para contestar solo acepto ese hecho esperando que pudiera preguntarle sobre el accidente.

— Adrián... ¿tu apellido es Hudson?

— Si, ¿hace poco que no ves a tu jefe y olvidaste mi apellido?

— No... Bueno — sin mirarlo — estuviste involucrado en un accidente de auto hace como seis años.

Adrián no la miro no hizo ninguna expresión.

— Si... ¿porque?

— ¿Llevabas un bebé en brazos?

— ¿Cómo sabes eso? ¿Estuviste alli? ¿No me digas que me investigaste? ¿Me estás acosando?

— No, en ese accidente perdí a mi esposo. ¿Cómo lo digo....? Hace como seis años... mi esposo fue golpeado por un auto que iba a exceso de velocidad y murió en el acto. Hace poco me dijeron que murió salvando a un joven con su bebé... entonces salió tu nombre en esa conversación. — explicó. Le salió como ensayo en su cabeza.

— Oh... ya entiendo... ¿buscas a un culpable? — Pregunto igual de tranquilo — lo siento pero yo no obligue a ese sujeto a salvarme ni nada similar.

— ¡Yo no dije eso! — replicó conteniendo las lágrimas. Entonces ¿si era él?

Adrián detuvo el coche a un lado en la calle.

— Ese día iba a comprar fórmula — empezó a decir — Janeth me dijo que lo cuidara solo por ese día. Estaba esperando que el semáforo cambiará... de repente llegó un hombre con una bolsa llena de comida. El me empujó hacia atrás y solté al niño... fue tan rápido y cuando me di cuenta ese sujeto y otra persona hacían en el suelo. No se cómo sucedió pero parecía deliberado... ni siquiera escuché el freno

— ¿Qué le pasó al niño?

— Se golpeó la cabeza... no podían operarlo y falleció días más tarde... Janeth... ella... solo para no demandarme... llegamos a un acuerdo... ese acuerdo... ese acuerdo... — simplemente no podía decir nada más.

— Está bien. No tienes que decirme todo — le dijo — Jefe... yo no busco un culpable. No ibas manejando ese auto. Seguramente me dijeron pero no recuerdo nada... mi corazón se cerró y solo podía llorar al saber que jamás iba a volver a verlo. Lo siento... no quise abrir viejas heridas.

Adrián no contesto, también estaba bastante tranquilo.

— Nos vemos después... — se despidió Mugi saliendo del auto.




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