El Tigre y el Dragón

Capitulo 09. Un Niño Travieso

Rurouni Kenshin
El Tigre y El Dragón

Wingzemon X

Capitulo 9
Un Niño Travieso

Shanghái, China
18 de Octubre de 1877 (4574 del Calendario Chino)

Luego de su esporádica y rápida visita al mercado del puerto, el Número Uno del Feng Long iba de regreso a su mansión principal. De seguro muchos hablarían de su presencia en ese lugar, y los rumores se esparcirían rápidamente; ciertamente era extraño que un hombre de su posición fuera visto en persona por el mercado, pero su distintivo cabello blanco y lentes oscuros delataban siempre su identidad. En el interior del carruaje sólo iban Enishi y Xung-Liang, mientras otro de sus guardias guiaba a los caballos. Enishi había estado particularmente callado, mirando por la ventana con seriedad, viendo las casas y personas pasar, aunque se le notaba la indiferencia ante ambas cosas. Xung lo miraba fijamente, estando sentado delante de él. Mientras lo estuvo siguiendo por el puerto, pudo escuchar claramente la conversación que sostenía con la chica cristiana; tenía mejor oído del que muchos suponían. Todo el asunto de su amo y esa chica le había parecido muy extraño, incluso desde el primer encuentro, en el que Enishi aceptó tan fácilmente el perdonarle la vida a aquel hombre, únicamente porque ella se lo pidió. Luego el incidente ocurrido en la fiesta, ¿por qué la había sacado a bailar de repente? Él no era ese tipo de persona. A Enishi no le gustaba mucho socializar, y mucho menos sacar a bailar a las mujeres. Luego estaban los claveles que le había enviado, unos muy costosos y elegantes. ¿Por qué? Y ahora estaba esa extraña invitación a cenar.

¿Qué era todo eso? ¿Por qué hacía tantas cosas que no iban para nada con su personalidad? ¿Sería posible que la respuesta más obvia fuera la correcta? ¿Sería posible que Yukishiro Enishi estuviera...? No, no era posible que fuera algo cómo eso, ¿o sí? Tenía que haber alguna otra explicación.

- Maestro Enishi. – Pronunció de pronto el guardaespaldas con un tono serio. – ¿Puedo hacerle una pregunta?

- No lo sé, ¿puedes? – Fue la respuesta burlona del mafioso, pero Xung-Lang no hizo mucho caso de su tono y continuó de manera normal.

- No es mi costumbre involucrarme en asuntos personales de otras personas...

- Y creo que ni siquiera en asuntos personales tuyos, lo cual es ligeramente preocupante, Xung. – Interrumpió abruptamente el albino sin despegar sus ojos de la ventana.

¿Acaso sabía qué era lo que le iba a preguntar y por eso contestaba a todo como un juego? En definitiva esa actitud volvería loco a cualquiera, pero Xung tenía una gran paciencia, tanto que no tenía nada que envidiarle a cualquier ninja. Respiró lentamente y entonces soltó su pregunta de golpe sin más.

- ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones con esa mujer, maestro? – Pronunció con voz baja pero firme. Enishi despegó su vista de la ventana, y se giró hacia él levemente; su semblante radiaba una aguda dureza. – Ese baile, los claveles, una invitación a cenar. Hay más en todo esto que sólo hacer negocios con esos cristianos, ¿verdad?

No hubo respuesta, al menos no de inmediato. Enishi permaneció en silencio por largo rato, mirando fijamente a su guardaespaldas, totalmente inexpresivo. Xung-Lang sabía que había preguntado algo indebido, pero la reacción de Enishi lo hacía pensar que posiblemente había sido mucho más que eso. El muchacho se sintió un poco incómodo, y hasta algo nervioso de sentir su mirada fría sobre él. Estaba a punto de disculparse, cuando de pronto, prácticamente de la nada, una media sonrisa surgió en los labios del japonés, y su mirada pareció relajarse un poco.

Enishi miró al suelo del coche, casi con cierta melancolía en su rostro, algo que Xung nunca había visto en su amo.

- ¿No es extraño? – Comenzó a decir con un tono tranquilo sin alzar la cabeza. – No podrían existir dos mundos más diferentes. Por una parte, ella una devota cristiana, altruista, y con un corazón de oro. Y por el otro lado estoy yo, un criminal, un asesino, un mafioso, jefe del grupo más temido de toda China. Somos tan diferentes, y vemos la vida desde perspectivas tan contrarias. Y sin embargo, aún así...

El albino calló en ese momento y entonces volteó de nuevo hacia la ventana a su lado; su sonrisa se había acrecentado levemente.

- Siento que por primera vez en mi vida... Me estoy enamorando...

Xung-Lang se sobresaltó totalmente sorprendido al oírlo decir eso, prácticamente quedándose boquiabierto en su lugar. ¿Enamorándose? ¿Podría ser cierto eso? Claro, esa era la respuesta más lógica, por eso tantas atenciones. Cualquier otro interés, como querer llevársela a la cama, para un hombre de su posición no requeriría de tantas molestias, ni siquiera por ser hermana de un cliente. Entonces tenía que ser verdad: Yukishiro Enishi estaba enamorado...




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