Él único en mí vida 1

Capítulo XV

Dylan

Estábamos a punto de terminar.

Ella gemía con fuerza mientras yo me movía violento, y estaba a punto de acabar.

—Ahh... Ah.. Dylan—Ella gritaba mi nombre mientras llegamos al orgasmo.

Me recosté en la cama, mi respiración estaba agitada. Y mi mente me decía; Cobarde.

Apenas escuche el trancazo de la puerta despedí a Jessica, fue algo difícil no se quería ir pero logre hacerlo diciéndole que la llamaría luego. Pobre jamás volvería llamarla a pesar que folla rico.

No paraba de pensar en Cristina.

Quería saber cómo estaba. Si estaba molesta conmigo por haberla dejado en la empresa.

En mi mente solo estaba su cara, y pequeños fragmento del sexo con ella.

Fui a tocar para ver cómo se encontraba. Abrió. Verla así con esos ojos rojos marco de sufrimiento mi corazón.

Soy un imbécil ¿Cómo puedo hacerle esto a la persona que amo? Dios... Como quisiera amar a mi muñeca, a mi pequeña Cristina sin condición sin ataduras.

Congelado quede pensado enfrente de ella hasta que me hizo reaccionar. Su forma hostil y fría de tratarme confirmo que estaba molesta tal vez sea por haberla dejado o tal vez sea por Jessica. No lo sé pero me hirió.

Muchas cosas pasaban por mi mente, pero una fue la que acaparo mi atención ¡El libro negro! Cristina lo tiene. Lo sé porque vi cuando se lo llevo aquella noche en el despacho en ese momento no le dije nada porque simplemente no me importaba que lo leyera, pero las cosas han cambiado ella ahora me importa y sé que si lo lee me odiara más.

¡Madita sea! Como odio ser un Markle.

Le pedí el libro. Me dijo que esperar mientras lo buscaba. Tardo mucho y entre justo a tiempo.

Suspire. Y me fui directo a mi habitación.

¡Por dios...! Si fuera leído el libro fuera muerto.

El libro no esconde ningún secreto. Solo tiene marcadas cada una de las chicas que se han cruzado con los Markle. Pero aun así no quería que mi muñeca Cristina lo vea ¿Qué pensaría de mí? ¿Que soy un psicópata? ¿Que ella es una más de está lista? No. No diablos no. No puedo permitir que jamás vuelva a ver este libro.

Bajé a la cocina y le ordené a Leticia que lo quemara.

Me serví un trajo. Y mi teléfono sonó.

—¿Aló?—dije tomando un sorbo de vodka.

—Hey hermanito. Se escuchan rumores muy fuertes que estas enamorado de tu guardaespaldas. Me sorprende. Pero... ¿será cierto que Dylan Markle se enamoró?

—Demonios Liam... Ya para con esto. No te quiero hacer daño hermano entrégate por tu propia voluntad.—dije dando un puñetazo en la mesa.

Liam se rió—Por favor. Que patético eres... Y responderme la pregunta sólo te llame para esto ¿Estás enamorado de Cristina?

—¡¿Mi guardaespaldas?! De una empleada pensé que me conocías Liam. Recuerda que yo no me enamoró que en mi corazón no existe amor desde aquella noche cuando asesinaste a nuestro padres. Así que no Liam. No estoy enamorado y menos de una simple guardaespaldas como Cristina.

—Al principio cuando me entere lo creí por eso te mande el mensaje, pero por lo visto me equivoque. Sé cuándo mientes y no lo hiciste. Por cierto... ya que sacaste el tema de nuestros padres ¿Ya te entregaron las cenizas?—dijo Liam, irónico.

—Tú no te crees Dios. Él que todo lo sabe !Averígualo¡- dije trancando la llamada.

¡Maldito Liam! Cómo quisiera que muera.

Me dolió ocultar el amor que siento por Cristina, pero es lo mejor por los momentos. Liam está enfermo y me ha demostrado que no le importa herirme, así que hago lo mejor en mantener a Cristina alejado de mí.

Todo esto me enferma. Un día enloqueceré

Sábado. Rayos... El cumpleaños de Mia. No quería salir pero tenía ese compromiso con ella desde hace tiempo. Mia Jones es mi mejor amiga además de Alex. Hoy es su fiesta y tengo que asistir sí o sí.

Subí y me cambie.

[...]

Mientras me daba una ducha corta. Llame a Leticia y le di la orden que le dijera a los guardaespaldas que estuvieran listos qué en menos de 30 minutos salíamos. Que esperen puntual abajo en la entrada.

¡Diablos...! Está camisa si me aprieta.—dije mientras me veía en el espejo por última vez.

Salí del cuarto luciendo un jean ajustado con una camisa casual. Me asome en la habitación de Cristina pero ya no estaba. Me decaí un poco pero seguí mi rumbo.

Bajando las escaleras con mi mirada impotente y fría me consigo con algo desagradable, Adam y Cristina de lo más sonrientes. Demonios... que hace Adam volviendo a sonreírle a mi chica. La sangre me hierve. Los celos me están matando ¿por qué? Coño Cristina se ve enamorada de Adam ¿Será que mis celos están malinterpretando las cosas? No lo sé. Pero esto me mata.

Cristina es mía. Solo mía.

—Está noche Alfred no manejara.—dije despegando mi voz a estar enfrente de ellos. Ellos se pusieron firme. Adam usted suplirá a Alfred pero no quiere decir que vaya a descuidar su trabajo. Señorita Cristina—la miré fijamente—Usted estará a mi lado como de costumbre.—Termine diciendo. Y subí al auto.




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