Llevaba cuatro días en Plactarium y cada vez se le hacía más dificil no observarla. Probablemente alguno de sus hermanos se habría dado cuenta de como se quedaba mirándola embelesado cuando ella entraba pero por fortuna o desgracia según se mirara no había estado a solas con ella.
Estaba seguro de que ella quería preguntarle por el día en que se conocieron, él se moría de ganas por tenerla a solas de nuevo pero cada vez que iba a abrir la boca para decirle algo cuando se encontraban a solas aparecía Junior o Ventus, cuando no era Theras o Forgos que requería su presencia…la única que jamás les había interrumpido era Selena y porque siempre andaba ocupada en la cocina o labores de casa.
— Buenos días, mamá —Brigit estaba contenta ese día, era viernes y no tendría que levantarse pronto para ir a clase en los proximos dos días, últimamente andaba algo más cansada de lo normal, quizá había pillado un virus aunque no tenía fiebre.
— Toma tu almuerzo —le dijo Selena entregándole una pequeña bolsa de papel donde normalmente le metía un sandwich y una botella de agua o zumo.
— Buenos días —la voz de Aqualius las interrumpió y Brigit se tensó aunque no sabía porque la presencia de éste la alteraba de aquella manera.
— ¿Te preparo algo para desayunar? —preguntó amablemente Selena.
— Te lo agradezco pero no hace falta —terció este mientras abría el congelador y cogía una pieza de carne cruda congelada.
— ¡Eso es asqueroso! —dijo de pronto Brigit al observarle.
Aqualius la miró y analizó su gesto mientras no podía evitar sonreir y se encogía de hombros.
— Es muy nutritivo —puntualizó.
Brigit dejó las tortitas que le había preparado su madre como si al verle comer carne cruda se le hubiera quitado el apetito.
— Me voy o llegaré tarde —dijo al fin.
— Espera, tu padre iba a acompañarte —dijo Selena mientras salía de la cocina para avisar a Forgos.
— ¿Por qué has vuelto realmente? —preguntó Brigit.
No creía que fuera por estar con su madre, ella misma podía apreciar como evitaba el contacto con ella cuanto más posible probablemente para que su padre no enfureciera y eso era admirable si Aqualius sentía algo por ella, pero entonces ¿Qué razón había tenido para volver?
— ¿Por qué quieres saberlo? —le preguntó tirando el hueso de pollo a la basura y después la observaba.
— Curiosidad —puntualizó Brigit— He escuchado muchas cosas sobre ti desde pequeña y siempre me había imaginado como serías… pero en cuanto a tu partida, no hay nada claro —se sinceró.
— Digamos que tuve que marcharme porque la situación así lo requería.
— ¿Y ahora ya no existe ese requerimiento? —preguntó curiosa Brigit suponiendo a que se refería.
— Existe, de hecho es más latente que nunca —respondió Aqualius mientras su mirada era intensa hacia aquellos ojos verdes que le atrapaban. Quería besarla, ¡Joder!, ¡Se moría de ganas por hacerlo y no aguantaba un minuto más!
— ¡Vamos pequeña! —la voz de su padre la sobresaltó, había jurado que en los ojos de Aqualius se apreciaba un brillo intenso, indescifrable que deseaba averiguar a que era debido.
— Voy —dijo saliendo de su aturdimiento mientras salía de la cocina sin despedirse, dejando a un Aqualius de pie y observando como se marchaba.
«Más latente que nunca» repetía una y otra vez Brigit en su cabeza mientras era incapaz de prestar atención a la clase de Leyes que tenía a primera hora.
¿Y si había venido dispuesto a conquistar a su madre?, no podía ser… no podría hacerle eso a su padre, ¿No?, ¡Dios mío!, ¿Cómo puedo sentirme atraída por alguien que quiere a mi madre?
Era inaudito… probablemente es solo fascinación, aunque era impensable sentir lo mismo por Ventus o Theras pero con ellos había crecido y si los consideraba sus tíos, en cambio Aqualius…él era otra cosa y cuanto más tiempo pasaba, más sentía ese cosquilleo extraño en su estómago y esa sensación indescifrable e incapaz de aclarar hacia él.
Tendría que averiguar que intenciones tenía respecto a su madre, ella tendría que evitar a toda costa que Aqualius interfiriese en la relación con sus padres porque, aunque estaba segura de que su madre amaba a su padre, ella misma era incapaz de sentir esa sensación extraña con Aqualius y quizá su madre también la sentiría.
— Ahora que Junior y Selena están fuera con Ventus, tenemos que hablar —la voz de Forgos era bastante seria, tanto que preocupó en demasía a Aqualius, ¿Tal vez sabría la razón de su vuelta? Dioses…esperaba que no, al menos no hasta que él mismo tuviera claro porque sentía aquello por su hija.
— Tú dirás —le respondió como si él no escondiera nada.