Las clases transcurrieron normal, o eso es lo que intenta mentalizarme. Primero, ¿qué fue ese acercamiento raro con Oliver? mi estómago se revolvió después de eso. Me encontraba extraña por su comportamiento y aún más por el mio, ah, y por si fuera poco, me regañaron y pusieron mi primera falta en la lista de mi excelente asistencia.
La profesora no me dejó entrar a su clase, rogué, pero lo único que dijo fue: “Para la otra, asegúrese de activar temprano su despertador señorita Wilde”. Como me caía mal esa señora.
Arrugue el ceño al olfatear la ensalada y la tapé dejándola de lado sobre el césped recién podado. Ahora me encontraba sentada bajo el pie del árbol de sauce frente de una de las canchas de fútbol soccer donde ahorita tenían práctica.
Me puse mis audífonos acolchados rosas y mirando como los chicos calentaban, divague un rato pensando en cuán rara era esta escuela; para empezar es ridículamente grande, pareciece un barrio recidencial con acabados sofisticantes por todos lados, pero es de esperarse. Real Winchester School se caracteriza por eso, su exclusividad, gran nivel académico, hermosas instalaciones y ser lo mejor del país y otras partes del mundo.
Su distribución también era algo raro. El edificio con tres plantas en forma de pentágono con un espacio en el centro que desde arriba era una gran mancha verde, donde se encontraban la cafetería, áreas verdes por supuesto y también las canchas de los diferentes deportes que se practicaban.
Mi momento fue perturbado cuando alguien tocó mi hombro. Al percatarme de quien era empecé a sonreír como boba.
— ¡Harry! — Chille levantandome y abrazando al castaño.
— ¡Hey! ¿Como estas pequeña comadreja? — dijo contra mi oído aun sin dejar de apretarlo contra mi.
— ¿Qué no estabas en París?— pregunté una vez que nos separamos.
— Si, pero me aburri de las francesas y regresé a conquistar a mi española favorita.
— ¿No te cansas? — negué divertida.
— No, se que me ama. Ella no lo sabe aún, pero será mi esposa. — Rei. — ¿Qué haces aquí? Nunca te has saltado de clases.
— Agh, ni me lo digas. — Bufé— Lincorp no me dejo pasar y tendré que pasar dos horas divagando como tonta.
— Pues al menos seremos dos tontos divagando, Roftan no me dejo pasar. Creo que aún le caigo mal ¿eh?, es un rencoroso de mierda.
Me alegraba mucho que volviera, ya extrañaba a mi mejor amigo y sus peleas con el profesor Roftan. Nos pasamos platicando acerca de sus aventuras en tierras francesas hasta llegar la hora de la siguiente clase. Me despedí y fui directo al segundo piso para mi clase de Física.
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Editado: 23.08.2024