Recorro la entrada para llegar a la puerta de la casa cuando noto algo raro. Todo está a oscuras, podría confundirse fácilmente como una casa abandonada. Hasta ahora veo como los arbustos están marchitos, el césped está más seco y lleno de tierra. El porche está sucio con una capa de polvo. Al entrar no hace la gran diferencia, prendo la linterna de mi celular alumbrando la cocina desastrosa, se me erizan los vellos del cuerpo evocando cierto miedo que va creciendo. Pero todo cambia cuando la miro a ella, me hace llevar una mano a la boca ocultando no se que cosa y con una mirada de terror y preocupación que me hacen quedar inerte en mi lugar.
Mi celular cae y como puedo busco los aparadores de luz por toda la pared.
Una vez que todo se ilumina voy directo para socorrerla. Su cuerpo está tumbado entre el piso y la mesa de centro, fragmentos de vidrio se miran cerca de ella, hay una botella de vino tirada sobre la alfombra manchando todo creando una escena espantosa que me hace temblar a la hora de moverla.
— ¡Mamá! ¡Mamá! — grito entre lágrimas. — ¡Mamá por favor respondeme!
Como puedo la recuesto sobre la alfombra agitando sus hombros inútilmente ya que no obtengo reacción alguna. Todo mi ser está en completo descontrol, la desesperación subiendo a niveles descomunales con una constante pregunta en medio de todo el caos… ¿qué hago?
Un leve suspiro sale de su boca disminuyendo mi miedo un poco. No puedo pensar, sujeto mi cabeza gritando, aclamando y rogando por ayuda.
Mi mente se tornó borrosa y no se como ahora estoy dentro en una ambulancia a toda velocidad hacia el hospital con el único agarre de la mano de mi madre, que es lo último que me queda.
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Editado: 23.08.2024