Elmentoru

Pesadilla Hecha realidad

Gritando se despertó Alexander. Tenía lágrimas en sus mejillas y se las limpió mientras se sentaba en su cama. Pudo ver en su escritorio a su Esfera de Fuego. Sus colores, a comparación del día anterior, se veían mas grisáceos.

Felisa no tardó en llegar a la habitación tras oír los gritos de Alexander. Saltó de la cama y como estaba corrió hasta la habitación de su hijo. Entró y se sentó a los pies de la cama. Mirando a Alexander a los ojos preguntó angustiada:

-¿Qué pasó?¿Estás bien?

-Sí, ma. Tuve una pesadilla… sólo eso.

-¿Y tan fea fue para que te levantaste gritando y con lágrimas en los ojos?

Alexander permaneció en silencio unos segundos.

-Soñé que estaba en una casa- dijo al fin.-Me parecía conocida, pero no la recuerdo. Ahí había una familia. Y de la nada la casa empezó a quemarse. ¡Yo quería ayudarlos! Pero no pude hacer nada … Al final, todo se quemó.

Felisa tragó saliva.

-Pero todo eso fue un sueño.-Intentó consolarlo-.Ya pasó. No te preocupes. Dormite, ¿sí? Ya es de madrugada. Y tapate. Parece que estabas muy cansado anoche como para no haberte tapado. Ni siquiera que cambiaste.

Felisa le dio un beso de buenas noches en la frente y volvió a su habitación, contigua a la de Alexander. El joven agarró su celular y revisó sus redes sociales. Sin darse cuenta, terminó durmiéndose vestido con la ropa que llevaba puesta antes de haber tocado a la esfera.

 

gg

 

Alexander empezó a sentir calor y a moverse incómodo en su cama. Un grito desesperado y confuso de Felisa lo despertó. Al principio le costó abrir los ojos, ya que una fuerte luz le molestaba, pero cuando lo hizo pudo ver que las paredes de su habitación estaban siendo consumidas por grandes llamas. Inmediatamente asoció ese incidente con su pesadilla: pensó que se trataba de una premonición. Esta situación lo había dejado paralizado.

Bruscamente Miguel abrió la puerta de la habitación de Alexander y entró allí rápidamente para ayudarle a salir, mientras que Felisa llamaba a emergencias. Con unas palmadas en la mejilla y unos gritos desesperados logró que Alexander volviera en sí. Ni siquiera tuvieron tiempo de preguntarse qué había pasado. Ambos salieron corriendo de la habitación y atravesaron un estrecho pasillo hasta llegar a la escalera. Alexander bajó apresuradamente y salió afuera. Entonces se dio vuelta y notó que Miguel no estaba abajo.

Miguel había vuelto por su esposa. Tomados por la mano corrían juntos. Mientras bajaban por la escalera hubo una gran explosión ya que las llamas habían alcanzado las tuberías de gas. Felisa rodó por las escaleras justo unos segundos antes que la pared izquierda colapsara llevándose consigo a Miguel y a la escalera al sótano.

Alexander vio todo desde afuera a través de la puerta, que estaba abierta. Tardó poco en reaccionar. Intentó correr para socorrer a su madre, que yacía en el suelo cerca de donde estaba la escalera, pero antes que pudiera entrar, un mueble en llamas cayó, obstruyendo la entrada.

 

Un gritó ahogado se escapó de la garganta de Alexander.

Se sentía impotente. Quiso ayudar a quienes más quería, pero desafortunadamente no pudo, y ese infortunio le costaría la vida a sus padres.

Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

Cayó de rodillas al suelo y expresando todo su dolor gritó lo más fuerte que pudo, con las pocas fuerzas que le quedaban. Frente a sus ojos toda su vida se consumía por las llamas; los recuerdos de su infancia, su hogar, sus padres. Golpeó el suelo una y otra vez con en un vago intento de desahogo, pero no podía ahuyentar el dolor ni la impotencia que le presionaban el pecho.

El silencio del aire se vio rasgado por el sonido de una sirena, tal vez de ambulancia, tal vez de bomberos, o tal vez de ambos; era confuso. Alexander se puso de pie y se secó las lágrimas. Trató de distinguir el lugar de origen de la sirena: el este. Entonces corrió en esa dirección.

A no mas de cien metros al noroeste Alexander pudo ver, mal escondido detrás de un árbol, a un joven de cabellos rubios y alborotados. El joven lo miraba fijamente a través de unos lentes de aumento, sin mostrar intenciones de querer ayudarlo. Pero el pelirrojo no le dio importancia.

En el horizonte pudo ver al coche de bomberos acercándose, junto con una ambulancia. Alexander se paró en medio de la calle de tierra. Gritaba, saltaba y sacudía sus brazos para que supieran que necesitaba ayuda inmediatamente. Enseguida los bomberos y la ambulancia se detuvieron en el jardín delantero de lo que antes había sido su casa. Rápidamente los profesionales se bajaron de los vehículos. Mientras que los bomberos preparaban todo lo necesario para iniciar la tarea de apagar el fuego, los enfermeros se dedicaron a atender a Alexander.



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En el texto hay: elementos, fuego, elementos tierra poderes

Editado: 01.08.2019

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