Inicia el día muy temprano y Tatiana Altamira, una mujer, ama de casa, de 27 años (cabello rubio y ojos café) se encontraba en la cocina preparando el desayuno para ella y para su esposo Rolando Capriles que aún dormía profundamente.
Ella bailaba mientras esperaba que la arepa que se encontraba en el sartén se cocinara. Era común poner merengue (a bajo volumen para no despertar a su esposo) y bailar, que era algo que amaba hacer. Cuando Rolando y ella eran novios iban siempre a bailar a algún lugar. Ya después de casados lo dejaron y su vida se volvió muy rutinaria y solitaria.
Ella va al jardín a darle comida al lorito que hace días se quedaba a vivir en su jardín. Tatiana se encariñó con él y le compró una casa para pájaros que colgó en un árbol. Él salió como todas las mañanas a recibirla y se posaba en su hombro.
—Buenos días.
—Buenos días, Tatiana -responde el loro.
Juntos entraron a la casa. El loro empezó a moverse de un lado a otro al ritmo de la música 《La música es bailable》 piensa él.
Ella termina de limpiar la cocina y de acomodar la mesa. Cuando acaba, sube a la habitación y despierta a su esposo que continúa roncando.
—Querido, es hora de levantarse. Ya está listo el desayuno -le dice muy cariñosa.
—Que molesta eres, mujer. Deja dormir -él se voltea de mal humor.
—Debes levantarte. Se te hará tarde para ir al trabajo.
—Bien, bien. Ya me levanto -responde él de mala gana.
En unos minutos baja a desayunar. Rolando es un hombre de 36 años (cabello negro corto y ojos naranja).
—¿Este pájaro sigue por aquí? -pregunta con mala expresión en su rostro.
—Se ha venido a vivir a nuestro jardín. Se ha vuelto mi compañero.
—Espero no encontrar popo de pájaro dentro de la casa.
《Te cagaría la cara si pudiera. Aunque muy pronto te sucederá algo mucho peor》 piensa el loro con malicia.
—Él es un loro muy educado y limpio. Aunque no estoy segura si es macho o hembra -comenta Tatiana.
—Soy 100% macho. No te confundas en eso -responde el loro.
—El loro es muy inteligente. Sabe hablar.
—Los animales son ignorantes, sólo repiten lo que ven y escuchan -le responde Rolando menospreciando a los animales. Para él eran seres inferiores.
—Ignorante tú, ignorante tú -repite el loro molesto. Odiaba a Rolando.
Rolando le clavó la mirada al loro quien voló al hombro de Tatiana buscando protección.
—¡Relajáte, cariño! Es sólo un loro -le dice ella.
Desayunan juntos. Éste se prepara para el trabajo y le dice que llegará muy tarde porque tiene una reunión urgente.
Se hacen las 8 y 35 minutos de la noche y su esposo aparece con una gran sonrisa en el rostro.
—Amor ¿No ibas a llegar tarde? -pregunta Tatiana muy sorprendida de verlo tan temprano. No era normal que llegara antes de la hora.
—Sí, pero decidí venir antes para estar contigo.
Él se acerca a ella muy cariñoso y la besa con pasión. La carga y la lleva a la habitación. Nunca en sus años juntos él había hecho algo así, pero le emocionaba mucho lo tierno que era en ese momento.
En los últimos meses su relación se había enfriado un poco por todos los negativos que mostraban las pruebas de embarazo. Llevaban meses y ella no lograba embarazarse a pesar de que todos los examenes mostraban que era una mujer sana y fértil.
La recuesta en la cama y terminan haciendo el amor de una manera que ella no se lo esperaba. Estaba feliz que su relación estuviera reviviendo de nuevo.
Ellos se encontraban en la cama cuando entra su esposo por la puerta de la habitación y Tatiana no lo podía creer, había aparecido otra persona idéntica a su esposo y ella se supone que estaba con él en ese momento. Los dos quedaron en shock.
En ese momento su supuesto esposo que estaba en la cama con ella se transforma en un hombre muy blanco con un cuerpo tonificado, con el cabello anaranjado rojizo y ojos verde agua con azul que la mira con una gran sonrisa y se vuelve a transformar ahora en un cuervo y sale volando por la ventana.
—¿Qué está pasando aquí? -pregunta su esposo totalmente desconcertado y asustado.
—Él... eras tú -responde ella casi sin poder hablar.