Prólogo.
Emily Williams, esa soy yo, mi nombre no es tan cool, mis padres no son millonarios y desafortunadamente no me gusta el chocolate.
¿Qué? ¿En verdad se la creyeron?
Sí no me gustará comer a montones chocolate, no estaría tan loca.
Bien, empezemos por lo primero, ¿Quieren saber por qué me dicen “reina del desastre?
Es una historia divertida, todo empezó en el siglo XV, alto, está no es una clase de historia.
Era Viernes en la noche, les cuento que antes era una completa nerd, y creo que aún lo soy.
Me la pasaba metida en la biblioteca devorando libros, como cualquier adolescente normal, al menos creó yo.
No tenía muchos amigos, exepto Foony mi pequeño hamster.
Por primera vez asistí a una fiesta, con populares, la verdad pareciera como si no estuviera allí, todos se concentraban en lo suyo y nada más.
Me olvidé mencionar que ¡Tenía novio! Algo extraño hasta para mí, pero oigan era demasiado sexy para ser un santo.
Al principio no bebi absolutamente nada, pero fue entonces que los ví.
A la víbora de la capitana de porristas y mi chico uniendo sus bocas, la verdad me daba cierto asco.
Cerré el libro que leía, si se que es extraño leer un libro en una fiesta, pero prosigamos.
No recuerdo cuántas margaritas pedí, pero el problema es que por primera vez en mi vida, ¡Estaba ebria!
Me levanté un poco mareada, el alcohol comenzaba a hacer de las suyas.
Caminé hacía actualmente mi ex novio, y le dije hasta de lo que se hiba a morir, el muy idiota me hizo caso omiso, y siguió dentro de los labios de la tipa, así que comenze a actuar.
Las náuseas me inundaban, en cualquier momento devolvería el sándwich de pollo que me había comido.
Y pasó... Vomité en los pantalones de él señorito infiel.
El se apartó, no sin antes maldecirme y se fue a limpiar.
Me quedé con la porrista que me miraba con asco.
— Lo que las pleveyas como tú hacen por un hombre cualquiera – dijo la rubia oxidada.
Me enfade tanto que me regresaron las náuseas, y ahora sí que saque todo, y su faldita limpia de la señorita quedó completamente manchada de vómito.
Ella me dijo el insulto más fuerte que he escuchado en mi vida, y no lo mencionaré porque no vale la pena.
Desde ese día la linda porrista se convirtió en “lady vomito”
Y vaya que me alegro, ambos salieron perdiendo, eso les enseñará a no meterse con ¡Emily Williams!
Regresando al presente, aún recuerdo ese día con detalle, ahora nadie se mete conmigo por miedo a que los vomite, y debo decir que cambié mucho.
He hecho cosas horribles con los docentes, y en verdad es un milagro que no haya salido expulsada.
Me siento bien y segura, además odio la escuela y me desquitó con mis desastres, ahora solo queda esperar a que el último jodido año de preparatoria acabe...
Sí, ese era mi único deseo, al menos antes de que llegará Harris, un cofre lleno de tesoros...