En aquel invierno

El susurro del viento (1)

Ahhh, aún recuerdo ese momento como si fuera el ayer, saben, me gustaría contarles lo que pasó en aquél invierno, así que espero que me puedan acompañar en esta historia.

Yo, para ser sincero, no era como el mejor del grupo, en realidad puede que me dejara llevar con algunas cosas. Pero ahora que lo pienso, en realidad no es así, llegó a ser un poco tímido por lo que suelo cometer muchos errores cuando estoy con otras personas. Si se preguntan como qué puede ser, bueno, sólo son cosas de la vida.

En algún punto de esto, puedo decir que hablo de más o termino siendo un completo mudo, sin decir ni una sola palabra. Pero a pesar de ello, llegué a tener muy buenos amigos. En todo caso, no esperé que estaría haciendo cosas un poco fuera de lo normal esa vez.

En realidad, yo apenas alguien que estaba muy cerca de volverse en un mayor de edad al cumplir mis dieciocho años dentro de un año y sacar mi primer DPI, sólo era un completo güiro que no conocía nada del mundo. Me podía creer que sabía todo, que podría jactarme de mis notas que eran altas en el grupo en que estaba, pero no lo hice, no por ser honrado ni nada por el estilo, sino que por alguna razón escuchaba como decían que otros tenían notas mucho más altas en otras clases, lo cual me hacía ver que esto no era lo mejor que podía hacer.

Saben, es algo gracioso si lo piensan, uno considerando las metas de que “Voy a ser el mejor de todos” y en la mente lo idealizo con todos viéndome como el mejor de los mejores, pero en realidad no era suficiente con el tener esa motivación, ya que al final terminaba pasando el día sin hacer nada extraordinario

Me la pasaba estudiando y cuando no era necesario, entonces prefería ver televisión, ayudar un poco en casa y pasármelo jugando algún juego que tenga en mi teléfono, bueno, si lo vemos desde una cierta manera, si me daba envidia el poder ver a varios de mis amigos decir “Mira este juego” sus teléfonos unos Galax, La Manzana u otros que, por lo menos para mí, eran teléfonos de otro mundo, ya que el mío era lo que podrían decir “un frijolito”, pero en este momento tenía uno táctil, aunque en realidad no podía jugar casi en este, así que seguía haciéndolo en el frijolito con la carrera F1, el laberinto o la culebrita. No podía darme ese lujo de jugar otros ya que el teléfono se terminaría sobresaturando.

Jajajaja, no sólo era eso, sino que el teléfono era como mi “Computadora portátil” ya que instalé unas aplicaciones que me dejaban hacer mis tareas de Word, así que ahí debía de arreglar todo para luego poder ir a un internet y gastar el mínimo de tiempo para hacer algunos arreglos y así imprimirlo.

No tengo una familia pistuda (Pistuda que sería que tiene dinero), pero tampoco era que me faltaran cosas, sino que teníamos lo necesario para poder pasar el tiempo. En ese momento empezaba a sentirme un poco rebelde, pero para poder serlo era necesario poder tener dinero, así que me dije a mí mismo “Ya sólo un año me queda de carrera y todo se termina, así que quiero poder comprarme algo para lucirme” por lo que tomé la decisión de trabajar con un mi tío en un su taller.

Si se preguntan de qué, me fui de gato (Al ayudante se le puede decir gato en algunos talleres) de mi tío en su zapatería. La verdad, ya había aprendido un poco hace tiempo, pero más me dedicaba al estudio, así que sólo podía hacer unas cuantas cosas muy pero muy básicas.

Tomando esto en cuenta, les dije a mis papás que estaría trabajando con mi tío durante este tiempo, así que no tendría ni un problema con ello. Pero lo que sí sentí fue ese frío amanecer, de verdad ¿Quién en su sano juicio se levanta a esta hora con tremendo frío?

Pero, bueno, me tuve que levantar. Aún estaba somnoliento y pues, si me preguntan como me describiría ahora, es que parecía como si fuera alguna clase de zombi, jajajaja, ahora que lo recuerdo me da mucha risa.

Pero hasta ahí, todo parecía ir normal, me alisté y me puse algunas de mis ropas para trabajar, no crean que debía de ir todo formal para ir a trabajar, pero tampoco iba a ir como un mendigo, sino sólo tome algunas de mis ropas que se miraban más o menos y con eso me fui.

Mientras caminaba, el frío susurraba, lo que yo escuchaba en ese momento era algo como “regresa a casa y vete a dormir” jajaja, puede que suene cómico, pero es que quería seguir durmiendo. Pero eso no era la realidad, quien diría que había algo que me preparaba.

Sin haber nada más en ese momento, llegué con mi tío y empecé a trabajar con él.




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