En Busca de Ti

25. ¿Cómo decir la verdad?

"Dile que sí, aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas arrepentir toda la vida si le contestas que no."

Gabriel García Márquez.

Samuel

Cuando vi a Paris salir corriendo de la casa mi corazón se estrujó con fuerza. Ella estaba sufriendo mucho por nuestra seguridad, sé que sería capaz de entregarse y renunciar a todo por nuestra felicidad pero estaba seguro que saldríamos de ésta.

Salí disparado detrás de ella pero no la encontré en la calle, entonces pensé en el único lugar posible donde se podría hallar. Aquel lugar donde solíamos ser felices sin que nadie se interpusiera en nuestro camino.

Sin esperar más, desplegué mis alas y volé lo más rápido que pude para llegar a tiempo.

No me equivoqué. Ahí estaba, tan hermosa como siempre, sentada sobre aquella piedra, llorando. Me hizo recordar la primera vez que nos encontramos. Ese fue el comienzo de todo pero ella no lo puede recordar, aunque siento muy en el fondo que no me olvido por completo, nuestro amor es eterno y ni la muerte podrá contra eso.

Me acerqué a ella sin hacer ruido y cuando estuve a los pies de la laguna escuché lo que decía, rompiendo mi corazón en miles de pedazos. Ella estaba tratando de invocarme, o mejor dicho a su mejor amigo, que al final siempre estuvo con ella. No pude resistir más a sus pedidos y le hablé como antes.

-Nunca te dejé mi princesa...- Cerré mis ojos con fuerza por el nudo de mi garganta y el dolor en mi pecho- Siempre estuve a tu lado, protegiéndote, más cerca de lo que crees.- Finalicé como pude.

Abrí los ojos y escuché como mi nombre salía de sus labios, sonaba como el arrullo más hermoso que había escuchado en mi vida.

Fui acercándome hasta que estuve enfrente de ella, no emití palabra alguna, nuestras miradas hablaban por si solas sin requerir palabras de por medio.

Con mi mano acaricié su mejilla de una manera suave, para calmar sus sollozos.

-Tengo una pregunta para hacerte...-Dijo rompiendo el silencio que nos acogía.

-Adelante princesa, pregúntame lo que tú quieras que yo responderé.- Mencioné con nostalgia al repetir lo mismo que aquella vez.

-¿Quién eres tú?, siento que te he visto antes.- Hizo una pausa pensando bien en sus siguientes palabras- Tu mirada, tus besos, tus abrazos, tu aroma... De algún lado te conozco pero no logro recordar de donde, mi mente se queda en blanco al tratar de recordarte.- Su tono de voz fue disminuyendo mientras hablaba, como sintiendo que estaba diciendo algo erróneo o una locura.

Las lágrimas se juntaron en mis ojos, queriendo salir como el río Nilo. Mi pulso se disparó a mil por hora. Me recordaba, se acordaba de mí y de todo lo que vivimos.

-No me lo creerías si te lo dijera.- Una risa amarga brotó de mi garganta- Paris... tú y yo...- No pude continuar, todos los sentimientos se juntaron en mi interior, haciendo estragos en mis entrañas. Me quedé sin palabras y las lágrimas empezaron a salir.

La tomé de las muñecas suavemente y tiré de ellas para poder estrecharla en un cálido abrazo. La sostuve entre mis brazos como si mi vida dependiera de eso, como si en este mismo instante me la fueran a arrebatar y estos fueran nuestros últimos minutos juntos.

Ella correspondió mi gesto y nos quedamos unos minutos así, con el sonido del bosque rodeándonos. Nunca fui una persona débil, siempre armé barreras a mí alrededor para nunca derrumbarme y poder seguir adelante sin problema. Pasaba mucho tiempo en la Tierra, por lo que no quería relacionarme mucho con los sentimientos humanos pero algo falló y aquí estoy. Llorando por primera vez delante de alguien, derrumbándome como nunca, sin embargo me encontraba tranquilo, porque sabía que alguien que me quiere y que está para recoger todos mis pedazos y unirlos.

Así es el amor, te enamoras de la persona menos esperada. Esa persona que rompe tus esquemas y te vuelve loco. Muchas veces dije que nunca iba a enamorar perdidamente, estaba prohibido y siempre seguí las reglas al pie de la letra pero véanme ahora, estoy luchando contra el mundo para estar con mi chica, solo mía. Mi guerrera y mi ángel.

Cuando la conocí, empecé a soñar con forjar una familia junto a ella, con la mujer que se encontraba aquí a mi lado, abrazándome con fuerza para hacerme saber que está conmigo. No le puedo decir la verdad, no me va a creer, es algo muy loco de digerir a la primera.

-Paris... Yo...- No me salían las palabras. ¿Cómo le explicas a alguien que la rescataste de las manos de la muerte pero a cambio tenias que hacer que ella te olvidara por completo?

¿Dónde está mi conciencia en estos momentos?

A mí no me preguntes nada, tu chica, tu problema. Arréglatelas.

Gracias, tan colaboradora.

Por nada.

-Paris...- Tragué duro y continué- Tú y yo tuvimos algo pero no lo puedes recordar.- Dije tan rápido que dudé que me haya escuchado pero aún así no la solté, si no que la abracé más fuerte por miedo a que se escapara.




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