" La primera vez que te vi, supe que estaríamos juntos para siempre, que yo te amaría todos mis días, y eso es lo que haré.
No sabes lo que me haces sentir cuando estoy a tu lado, eres lo que más amo en éste mundo."
Anónimo.
Paris
Nos dejé caer delicadamente sobre el suelo, una enorme sonrisa resaltaba en el rostro del Arcángel que se encontraba parado frente a mí, haciendo que sus ojos tuvieran un brillo especial.
-Tengo algo que es tuyo.- Tomó mi mano tiernamente para entrelazar nuestros dedos y entrar juntos a la cueva, donde nos esperaban los chicos y los trilli. Al fijar mi vista en ellos, se me llenaron los ojos de lágrimas, ya que no pude estar presente en sus horas vitales.
-¿Quieres cargarlos?- Preguntó Adara con ternura al ver mi rostro, asentí energéticamente con la cabeza en aprobación. Mi amiga me pasó al primer varoncito y me enternecí, era un pequeño niño que te enamoraba a primera vista. Sentí unos brazos rodear mi cintura y la cabeza de Samuel apoyarse sobre mi hombre derecho.
-Serías una gran madre.- Murmuró en mi oído, mis ojos se llenaron de lágrimas una vez más, pensar en que en el futuro pueda cargar a mis propios hijos- Imagínate un apuesto mini yo, con esos ojos que enloquecen a todas las chicas, esa inteligencia sobre humana...- No pude evitar soltar una risita, besó mi mejilla ruidosamente, hinchando mi corazón de amor.
¿Se puede amar más a una persona?
Después de ver a cada uno de mis sobrinos, nos sentamos todos a charlar sobre lo que sucedió mientras yo no estaba. Al parecer, Samuel había querido recuperar sus poderes pero en vez de pensar en ellos pensó en mí y creo que ya se imaginarán el resto. También les conté lo que pasó en la mansión, los tres días que Yaroslav me tuvo encerrada, tuvimos que detener a Sam, que varias veces había querido ir a matar al príncipe demoníaco.
-¿Qué vamos hacer ahora?- Dijo Emma que se hallaba sentada en el regazo de Bacarra, esté por su parte, se mantenía embobado enroscando su dedo en el pelo de su novia.
-Tenemos que buscar un mejor lugar para vivir.- Dijo Samuel serio, pensando en alguna posibilidad- Si arreglamos la casa de Bacarra podríamos vivir ahí, ¿cierto, amigo?
-¿Eh?- Preguntó mi mejor amigo, todos reímos por la cara de enamorado que tenía, le sentaba bien. Seguramente no escuchó nada de lo que habíamos hablado antes, pero me alegraba verlo en ese estado por Emma, ella era una buena chica y su corazón era muy grande, tanto como para amar a ese ángel que había perdido el camino por accidente.
-¿Qué sino tienes problemas en que volvamos a tu antigua casa?- Volvió a repetir Samuel entre risas, Bacarra negó con la cabeza mientras seguía en la suya, restándole importancia al tema de conversación- Bien, mañana por la mañana iremos arreglar las cosas y nos mudaremos allá.
Todos asentimos de acuerdo con el plan trazado y entre charlas, la noche se nos iba pasando, por lo que nos obligamos a descansar por lo menos unas horas. Se acomodaron con sus respectivas parejas en cada cama, mientras yo me encontraba más despierta que nunca, hallándome más ansiosa de lo normal. Los observé en silencio por unos segundos antes de dirigirme a la entrada de la cueva para observar la hermosa Luna llena, debería sentir miedo por los aullidos de hombres lobo pero no era así. Me encontraba en paz, conmigo misma, con las personas que estaba, con el amor de vida...
-¿Qué haces aquí sola?- Dijo una voz a mis espaldas, me giré un poco y me encontré con Samuel, que solo llevaba unos pantalones de franela algo ajustados. Se le notaba en el rostro que recién se había levantado, estiré mis brazos en su dirección, como una nena pequeña, mientras hacia un puchero, él se limitó a sonreír y cargarme en sus brazos para después empezar a caminar.
-¿A dónde me llevas?- Pregunté divertida, pasando mis brazos al rededor de su cuello- ¿Esto es una especie de secuestro?- Me miró con una gran sonrisa y negó con la cabeza divertido.
-Sí, es un secuestro. Te quiero solamente para mí.- Me acurruqué en él y después cerré mis ojos. No sabía cuanto tiempo había pasado para quedarme dormida en sus brazos.
***
- Paris, mi amor. Despierta dormilona, ya llegamos.- Murmuró una voz cerca de mí oído, que dejaba besos por todo mi rostro.
Abrí mis ojos lentamente y los refregué con mis manos, me hallaba sentada sobre el regazo de Samuel, el cual me miraba con una sonrisa.
-¿Dónde estamos?- Pregunté con un ojo entreabierto y el otro cerrado, por la luz que se filtraba del amanecer.
-No sé, tú dime.- Dijo burlesco para luego entrelazar sus brazos detrás de su cabeza. Bufé y me puse de pie, hacía mucho que no dormía tan bien, como anoche.
Estiré todos mis músculos, escuchando el crujido de mis articulaciones, y giré sobre mis talones para observar donde me encontraba, aunque el sueño me impedía un poco descifrar nuestra ubicación pero inmediatamente lo descubrí. Miré Samuel que seguía en la misma posición que antes, salvo que ésta vez tenía sus ojos cerrados, sonreí maliciosamente y me escondí entre unos árboles. Pasaron unos minutos y ya me estaba aburriendo, iba a salir de mi escondite cuando una voz me detuvo.
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Editado: 16.03.2019