Los siguientes días fueron pasando calmados y tranquilos. Roderick ha estado muy ansioso por ir al rodeo, obviamente también ha querido volver al rancho, pero yo no se lo he permitido con la excusa de que tenía que cuidar a su conejo.
Inhalé profundamente mientras me seco el cuerpo húmedo después de haber salido de la ducha, con una toalla puesta en mi cabeza que usé para poder secar mi cabello.
Una vez que ya me he encargado de secarme, me acerco a mi cómoda, agarro un conjunto de ropa interior color negro. Después escojo una blusa de tirantes color negra con un dibujo en medio, la verdad no soy fan de ese tipo de blusas, pero esa me encanto que no pude evitar comprarla. Luego me visto con el pantalón descocido en un lado. Para los pies usé unos zapatos bajos, no quería caminar incomoda con zapatos de tacón. Por último, cogí una chaqueta color negra.
Hoy es el día del rodeo. Miranda me aviso horas atrás que en tres horas pasaría por nosotros. No me entusiasta mucho, después de la última vez, no me apetece ver a Tyler con su fiel amigo Galán.
Pero sabía que al decirle a Roderick en no ir, iba a matar toda su ilusión así que preferir callar.
El sonido del teléfono al sonar, me hace salir de mis pensamientos. Me acercó al teléfono y lo llevo a mi oreja.
—¿Hola? —saludo, sentándome sobre mi cama mientras trato de alisarme un poco mi cabello.
—¡Ángela! —mi sonrisa desaparece al escuchar esa voz.
—¿Victoria?
—Sí, gracias a Dios, te agradezco que me contestaras el teléfono. Necesitaba hablar contigo.
Bufo.
—No creo que sea el momento adecuado, tengo que irme además ven…
—Por favor, es urgente. —me interrumpe, su voz escuchándose afligida.
Trago.
—Está bien. Te escucho.
—Mark y yo hemos estado discutiendo últimamente. Sabes que no me gusta que los niños vean nuestra pelea. —dice, comprensiva—. Te quería pedir de favor si puedo llevarte a los niños por favor, ellos te adoran es mas a Roderick seguro le encantara tener a un compañero. ¿Qué dices?
Arrugo la nariz.
—No sé Victoria, si estuviera sola te diría que sí, pero esta Roderick, no sé cómo él se lo tome. —Hago una pequeña pausa. —Pero me necesitas así que creo que el tal vez lo entienda. Y como dijiste Roderick necesita a un compañero.
—¡Muchas gracias Ángela! Te amo hermana —me envía besos y besos. —Solo prométeme una cosa, si Lucas o algunos de los niños te dice si estamos a punto de separarnos diles que no.
¿Qué?
Esa si no me la esperaba.
—¿Cómo así? ¿Qué sucedió? Se atrevió a engañarte. Porque si es así, lo mato.
—No lo sé Ángela, tengo mis sospechas, pero para poder reclamarle tengo que estar segura. —la oigo tomar una profunda inhalación—. Prométeme que no le dirás a los niños lo que en realidad está pasando por favor.
—Yo eh… te lo prometo —musito, no soy buena guardando un secreto especialmente si se trata sobre el matrimonio de mi hermana y mi cuñado. Conociendo a Lucas seguro hará de todo para conseguir saber la verdad, así que tendré que estar lo más alejada posible de él.
—Te lo agradezco.
—Vale, te diré dónde estoy por mensaje. Hasta luego.
No espero que me responda. Le cuelgo.
Le envió la ubicación por mensaje, espero que no cambie de opinión cuando vea donde estoy.
Al final no conseguí poder alisarme el pelo, así que lo dejé como estaba, ondulado.
La llamada de mi hermana me retraso un poco, así que decidí no maquillarme esta vez porque Miranda talvez este cerca y no quería hacerla esperar. Cojo un pequeño bolsito, donde guarde algunas cosas que considere importante y salgo de mi habitación.
—¿No ha llegado Miranda? —Le pregunto a Roderick, que se encontraba sentado en uno de los sillones, alimentando a su conejo.
—No.
—Qué raro, ya debería estar aquí —digo sentándome a un lado de él.
—Tal vez se retrasó —me mira, debo decir que le queda bien el sombrero, lo repaso de pies a cabeza y me doy cuenta que él se vistió como un vaquero.
Miro mi vestimenta y me doy cuenta que definitivamente no encaja al lugar que vamos.
—Ay no, iré a cambiarme. —Murmuro, me levanto del sillón y cuando estoy a punto de subir las escaleras, escucho la bocina de una camioneta y deduzco que es Miranda. La idea de cambiarme queda atrás.
Me giro hacia Roderick indicándole que se aliste y guarde a su conejo mientras yo voy por las llaves de la casa, Roderick paso a un lado mío dirigiéndose a la puerta.
—Alto ahí señorito, ¿A dónde dejaste al conejo?
—Lo deje en su jaula —me señala la jaula y definitivamente ahí está el conejo.
—Está bien, vamos.
Roderick sale primero por la puerta, mientras yo me aseguro de cerrar con llaves. No quisiera que mi casa sufra de un robo.