En busca del Amor

Capítulo XVII

—Te amo, siempre lo haré, Ángela —Arturo me mira con ojos de amor, se acerca dónde estoy, una de sus manos se extiende para acariciar mi barbilla.

—Yo igual te amo… —Sonríe como si supiera algo que yo no y acaricia la línea de mi mandíbula.

—Me muero por probarte Ángela, ser el primero en poseer tu cuerpo y el último —sonríe ligeramente y baja su rostro hasta el mío. —Eres mía, pequeña —dice antes de dejar caer sus labios sobre los míos, mis ojos se cierran y el contacto de sus labios tibios tocando los míos hace que mi piel se erice.

Ambos soltamos un gemido necesitado. Me apego al cuerpo de Arturo y lo abrazo del cuello para acercarlo más a mí, mientras Arturo enterró su pelvis en mi vientre, bajo sus manos desde mi cintura hasta mi trasero, acercándome más contra él.

Echa mi cabello detrás de mi hombro, sus labios se dirigen hacia mi cuello donde sus dientes raspan levemente la piel de mi clavícula, cierro los ojos disfrutando de la sensación que me provoca, el ardor bajo mi piel expandiéndose.

Sus labios regresaron a los míos, pero esta vez no eran los mismos. Quería abrir mis ojos, pero algo me lo impedía. El sabor extraño de su lengua acariciando la mía me parece diferente a las veces que me ha besado.

—Eres adictiva, muñeca. —Murmuró Arturo, sus labios presionados contra la piel debajo de mi oreja. Fruncí el ceño, recordando que eso no lo había dicho él. Empezó a dejar besos ligeros hasta llegar a mi mandíbula. Lo sentía distinto, no recordaba que Arturo estuviera en buena forma, sus toques eran un poco más delicados, su cuerpo era alto. Empujé su pecho con toda la fuerza que pude reunir.

Se separó un poco de mí luego de unos minutos.

Me aparto rápidamente al darme cuenta de quién es.

Tyler.

¿Qué estaba haciendo aquí y dónde estaba Arturo?

—¿No entiendo porque te sorprendes? —Su voz llama mi atención, lo miro, tiene una sonrisa ladeada, su mirada transmitía furia. ¿Por qué furia?

—No sé de qué hablas es más no eres real —digo, mi voz suena baja. Sus ojos se encuentran con los míos.

—Puede que sea —tira de mí, sus labios se estampan contra los míos con una necesidad bastante peligrosa.

Todo era demasiado violento, intentaba separarlo mas no podía.

Y cuando estoy a punto de sumergirme en esta ola de placer, un tremendo grito inunda mis oídos.

Una palabra.

Despierta.

¡DESPIERTA!

Grita tan fuerte que hace que mi cuerpo se sobresalte y me siente sobre… ¿la cama?

Mi pecho sube y baja a una velocidad impresionante y me quedo pasmada al notar que estoy en mi dormitorio. Me quedo pasmada al notar que todo era un sueño.     

Era demasiado bueno para ser verdad.

Pestañeo varias veces y observo mi habitación, ahí es cuando veo a Roderick a un lado mío, mirándome con extrañeza.

—Creo que estabas teniendo una pesadilla, ¿estás bien? —pregunta.

—Sí —digo con un hilo de voz —Gracias.

—Iré hacer el desayuno —Roderick hace un asentimiento de cabeza y se retira de mi dormitorio.

A penas escucho la puerta cerrarse, cubro mi rostro con ambas manos, no entiendo por qué soñé con Arturo, los momentos que viví con el no debería recordarlos, estaban muertos para mí. Todos esos te amo, su cariño, sus promesas, eran falsas palabras sin ningún significado en verdad.

Niego con la cabeza, mientras todo se reproduce una y otra vez en mi cabeza.

El momento que me pidió matrimonio llega a mí, recordando ese día, como me había preparado una sorpresa, ese día llegaba tarde de mi trabajo. Nada más llegar encontré la casa a oscuras, el comedor estaba iluminado con varias velas con la cena servida, y él se encontraba parado a un lado, esperándome.

—¡No! —salto de la cama para caminar de un lado a otro.

No puedo permitir recordarme eso, eso no existe y no paso nunca.

Me niego a recordarlo, ni siquiera merece que lo recuerde.

Me quedo petrificada cuando recuerdo lo que paso después en el sueño. No sé cómo paso, pero de un momento a otro Tyler estaba en mi sueño.

Por Dios, aún siento todo tan real, sus caricias, sus besos, sus palabras, a él.

—¿Y ahora como haré para mirarlo sin acordarme de lo que soñé? —susurro —ay ¿Por qué me pasa esto a mí?

Vale, tal vez pueda fingir, no acercarme demasiado a él. Además, no será muy difícil evitarlo, teniendo en cuenta que me odia.

Lo odio, como se atreve a meterse en mi sueño.

Me alejo de mis pensamientos cuando mi teléfono suena. Con pereza me dirijo hacia la mesita donde lo he dejado y contesto.

—¡Ángela! Buenos días ¿Cómo estás? —la voz de Miranda se hace escuchar.

Ordeno mi cabello —Hola Miranda. He estado bien.

—¡Me alegro! El motivo de mi llamada es para invitarte a una fiesta que estaremos organizando —dice, escondo un mechón de cabello detrás de mi oreja. Esta chica sí que está llena de energía.



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En el texto hay: adopcion, romance, vaquero

Editado: 13.01.2021

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