En el Foso

CAPITULO 7. Sueño en una copa de cristal

Jasmine Fiore.

No era verano sin embargo todo alrededor mío quemaba.

Solté un gemido al encontrarme a mí misma siendo empujada por la multitud que se acercaba y me abrumó aquella desesperación encerrada en mi pecho. Apreté los labios consiente de que probablemente no lograría salir de aquel lugar después, pero… continué.

Cerré los ojos tratando de mantener la calma pero no podía.

La adrenalina terminaba poco a poco conmigo inyectando mil veces mal la desesperación, destruyendo la poca calma que tenía y entonces tosí.

Era mi culpa. Debía salir de ahí. Me estaba ahogando.

¿Cómo es que la vida de una persona podía irse al diablo en un instante? ¿Cómo es que podía tener a esa bestia escondida en mí? Era su culpa, no la mía y Sam…

Sam…

Volví a toser así como la gente comenzó a gritar alrededor mío y de repente, de repente Sam estaba en el suelo y cuando las lágrimas corrieron por mis mejillas yo… caí.

Jadee.

Abrí grande la boca para poder tomar aire y volver a respirar.

No respiraba, eso es lo que había pasado, la causante de la desesperación y me había levantado jadeando por nada menos que retener el aire en mis pulmones.

De repente ya no podía estar en la cama. Me levante y la cabeza me dio vueltas, como si mi cerebro no tuviese un cráneo que lo mantuviese adentro. Me desespere aún más y salí dando tumbos con arcadas, tropezando contra mis propios pies.

No podía respirar, necesitaba aire. Necesitaba agua y necesitaba borrar ese sueño.

Sam, necesitaba hablar con Sam, necesitaba mi teléfono y necesitaba...

– Espera, tranquila –jadeo alguien y al siguiente momento estaba siendo retenida por mis brazos con unas manos que habían evitado mi caída.

Aquellas manos eran grandes y finas. Aquellas manos estaban húmedas y esas mismas manos tenían cierta calidez que me desconcertó con olor a jabón en él. Mi cerebro pareció recuperarse.

Cerré los ojos y trate de zafarme una vez que entendí que alguien me sostenía pero nuevamente mi cerebro amenazo con salirse cuando la irracionalidad me dijo que era otra persona y levante mis brazos para defenderme sorprendida de mi propia debilidad. Casi grite.

– Suéltame –exigí y asintió en respuesta.

– Pero estas llorando –hablo pero me aturdió la sorpresa impregnada en su voz.

– Tu…

– Sí, yo.

No sabía que pensar. Las cosas borrosas se habían aclarado y sus ojos contemplaban mi vulnerabilidad como si no supiese como tratar con ella. No era aquel monstro de mi sueño, no era aquella persona y yo no estaba siendo lastimada, ni Sam. Solo era Landon.

– Estás desnudo –había vuelto a respirar como si algo me hubiese calmado el saber que era él– ¿sigo soñando? –entonces él comenzó a reír y me soltó haciendo más soportable el ambiente, distrayéndome de su frio toque. ¿Por qué había pensado que era cálido?

– Si estas soñando opino que eres atrevida soñando a alguien desnudo.

– Tienes una toalla –casi me ruborice.

– Tengo una toalla –concordó.

– Olvídalo –lo hice a un lado logrando no titubear y bruscamente pasee mi mano por mis ojos sintiendo la humedad en mi rostro antes de entrar en el baño de donde había salido aquel chico.

Oh, Isy no pudo haberlo hecho, ¿verdad? No con él…

Oh dios, iba a matarla.

Me cogí la cabeza y cuando trate de peinar mis cabellos mis dedos se quedaron atorados. Solté un enorme jadeo de enfado porque dolía y de inmediato después de darme cuenta de la ropa que tenía, quise tener a Isy de inmediato entre mis manos y estrangularla.

Me saque el bivirí y después el short corto y de ahí la ropa interior para meterme en la ducha.

Recordé los sucesos de la noche anterior y por un momento desee saber la hora del día.

Me bañe poniendo en ordenes las cosas en mi cabeza y salí pero recordé que no tenía ropa así que envolví mi cuerpo en una de las muchas toallas dobladas que tenía mi mejor amiga y salí del baño rumbo al cuarto de Isy topándome torpemente con un reloj que marcaba las ocho y media de la mañana.

Había dormido más de la cuenta y había tenido una pesadilla en la que se habían combinado esas peores cosas de mi vida. Todo cada vez era peor.

– Isy está preparando el desayuno –hablo Landon cuando ingrese al cuarto en donde yo había estado durmiendo y me cogí la ropa de Isy que había sobre la cama sin dar explicaciones.

– ¿Qué estás haciendo aquí? –pregunte.

– Se hizo tarde y hubieron unos cuantos problemas –se encogió de hombros observándome mucho.

– Sal de aquí para cambiarme –ordene.

– Por mí no hay problema con que te cambies –fruncí el ceño e instintivamente cogí la toalla con más fuerza– bien, solo quería comprobar si tenías una bonita cintura debajo de toda esa ropa.



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En el texto hay: muertes, secuestro, amor y aceptacion

Editado: 28.01.2019

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