Capítulo 2
Pasó poco tiempo para mi segundo cumpleaños, curiosamente, poseo varios recuerdos de esa época, aunque la mayoría son fragmentados, tengo conmigo alguien que me ayuda a recordar estos suceso y revivirlos, aún así, existen momentos a los cuales no puedo acceder, por eso pretendo contar los más importantes o destacables que son importantes en el futuro, osea mi presente desde el cual pretendo escribir estas palabras, aunque analizando, sería absurdo y hasta agotador el anotar todo lo que hice a cada minuto y segundo de mi vida, es algo que no había tomado en cuenta hasta que tome el cuaderno.
Continuo, luego de la muerte de Sisi, las cosas por lo visto se hicieron más complicadas, ya que las sombras se me aparecían por tiempos más prolongados, y se acercaban mucho a mí, hasta el punto de poder olerlas, un aroma cargado en azufre, y sentir como gemían, a veces me tocaban el hombro, sintiendo ese desagrado otra vez. Luego de molestar se retiraban, estas cuando ya adquirian una forma humanoide, siempre eran impares, con peculiaridad, recuerdo una que llegaba después, esta era más oscura y grande que el resto, apartaba a las demás, la cuales se inclinaban ante esta, me tomaba la cabeza, como si me acariciara, se iba junto con las demás, recuerdo que esto ocurrió varias veces. A pesar que era muy usual, nunca pude acostumbrarme y siempre me asustaba, pero dejé de llorar por el miedo, a medida pasaba el tiempo, pude ver más de ellas, cuando comenzaron a mostrar sus ojos, por lo generales rojos, amarillos, pero a veces algunos eran violetas, este solo lo tenía la sombra grande, sin contar esta última, la otras mostraron sus afilados colmillos y dientes, con los cuales me amenazaban constantemente, pero al final estas acababan cuando cerraba los ojos y deseaba con todas mis fuerzas que se marcharan, lo cual terminaban haciendo.
Ya con cuatro años, ocurrió una situación muy extraña, bueno incluso extraña para mí, estaba acostado en la cama que compartía con mis padres, esta comenzó a inclinarse hacia delante, levantando la cabecera,que llegó hasta el techo, yo me mantenía en el mismo lugar, como si la gravedad no existiera, miré por todos lados, y veo como desde el armario aparecen dos luces brillantes, del cual se asomó una mano totalmente huesuda, que abrió la puerta del mueble con lentitud, mi rostro se entumeció y mis manos se enfriaron, me exalté cuando un gruñido brotaba desde el interior, junto a una corriente de vaho, se sentía como una respiración pesada. Al ver quien se había aparecido, era una calavera la cual me miraba desde el interior, sus cuencas vacías tenían una siniestra luz roja.
Porque no me dejas tranquila - Dijo la calavera, con voz rasposa - Mi querido nieto
No pude decir nada, mi garganta estaba apretada, no podía comprender lo que había ocurrido, la cama no dejaba de inclinarse, siguiendo su recorrido, comenzó a caer hacia adelante abruptamente, iba a estrellarme contra el suelo. Cerré los ojos con miedo, para cuando los abrí, estaba en el mismo lugar y todo estaba como si nada hubiera ocurrido, pero yo sabía que algo había pasado, lo sentía y mi cuerpo también, pues tiritaba por completo, únicamente para abrazarme a mí mismo, respirando agitadamente.
Veo que al fin despiertas Anthony - Dijo mi Padre - Deberías dormir hasta tarde, mientras puedas.
Se acercó al armario extrañado.
Que extraño, esto estaba cerrado - Exclamó pensativo.
Antes que pudiera cerrarla, alcancé a ver como la ropa que estaba adentro estaba aplastada, como si algo hubiera estado sobre ella.
De aquí no supe cuanto pasó para que pudiera entender las palabras de mi padre, pues al poco tiempo comencé a asistir al jardín infantil.
Al ser mi primer año de estudios se podría considerar que fue regular, pudo casi ser malo, si no hubiera sido por una persona que estuvo ahí para ayudarme. Aunque no tuve muchos amigos, me hice un niño llamado: Adrián, moreno, un poco más alto que yo, que era muy simpático para hablar, o al menos se le daba mucho la palabra, lo conocí cuando su madre comenzó a cuidarme en esa época pues, ya no había nadie que lo hiciera, luego de la muerte de Sisi, una tía materna lo hacía, Marcela, pero ella vivía lejos, debo admitir que me ayudó mucho en algún sentido, pues tenía una hija, Olivia, quien era diez años mayor que yo, la cual deseaba ser profesora y jugaba conmigo a la escuela, no entendía bien el concepto del juego, pero me había enseñado a contar, sumar con un dígito, aunque dudo que ella en ese tiempo supiera más de dos, las vocales y hasta a leer palabras de tamaño regular, todo esto cuando tenía tres años. Gracias a esto, mi rendimiento era alto, pero en contrariedad, mi atención en las clases era bajo, hasta el punto de dormir en estas, solo para despertar al sonar la campana o cuando la profesora me despertaba molesta, para lo cual respondí portándome mal, además que odiaba ese lugar, usar el uniforme escolar, era muy incomodo y hasta desagradable, siendo claros, en el día de hoy, no los soporto, detesto usar camisas, prefiero usar mi ropa normal, y en esa época prefería ver caricaturas todas aquellas que eran populares a finales de los noventa y principios del nuevo milenio, el que iba a ser conocido como el año en el cual terminaba el mundo, algo que me daba risa y a mis compañeros les causó mucho miedo.
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Editado: 12.11.2024