Siendo ya consciente total o eso creía de las diferencias del mundo físico con el de los sueños, sabía plenamente que estaba soñando, esperaba en mi habitación a que Leriel me viniera a buscar, pues esta vez no pude aparecer directamente en el Jardín, lo cual no había ocurrido desde que fuí atacado por aquella cosa, miré por la ventana, estaba nublado. En eso la casa comienza a temblar por completo, el ambiente se llenó de un aire frío que me calaba hasta los huesos, de un momento a otro sin previo aviso, apareció frente a mí aquella gran figura humanoide, con su característico traje, me encontraba atrapado, por donde escapar, se acercaba a mí estirando la mano, cuando estaba a punto de tocarme inevitablemente, una luz cayó del cielo, el cual traspasó el techo, esta se puso entre el hombre de traje y yo, dentro de la luz estaba Leriel quien estiraba su mano hacia mí, sin pensarlo me aferré a él, la luz me succionó. Así viajamos dentro de un túnel blanco.
Le miré, me extrañó ver su rostro tan tenso, incluso más que en otras ocasiones donde escapamos del hombre del traje.
Frente nuestro apareció una gigantesca mano negra llena de pelos que bloqueó nuestro paso, antes que nos alcanzara, Leriel hizo un camino alterno, pero fué inútil, pues otro brazo apareció, luego todo se tornó negro, el túnel se rompió, caímos en una plataforma de tierra, al ver nuestro alrededor, el cielo estaba lleno de negras nubes con tonos rojos, estábamos en una planicie elevada, pasé junto a un grupo de jarrones dorados que estaban alineados, cuando me asomé a la orilla, las nubes eran ilimitadas de igual forma que el fondo, no se veían, solo kilómetros de caída libre.
Sus ojos demostraban terror, me producen angustia y ansiedad, me daba pena verlo, pues a diferencia de mí, él no había crecido, seguía pareciendo un niño de solo tres años, incluso usando un pañal de género, que a veces se le veían debajo de su toga, tenía una forma muy infantil, ver sus rizos dorados tan opacos, sus brillosos ojos oscurecidos con miedo, me tomó de la mano la cual sujeté con fuerza, con la otra extendida que abría y cerraba constantemente, pero nada ocurría.
Aquella voz se sentía rasposa con una gran pizca de malicia.
Dió un paso adelante y Leriel comenzó a brillar.
Volvió a ponerse a mi lado.
Desde las nubes comencé a divisar una nube que se acercaba, mientras más próxima estaba a nosotros esta comenzaba a separarse, hasta que me dí cuenta, eran varios insectos que se venían por nosotros, su forma era extraña, parecían moscas amarillas, pero con capas dándole un cuerpo parecido al de las abejas, con un aspecto muy duro, igual a una armadura, su velocidad era enorme, hasta que se posicionaron sobre nosotros, nos dirigimos a los jarrones, los cuales comenzamos a lanzarles, increíblemente logramos darles a algunos de estos, pero en ocasiones nos evadian, curiosamente por muchos que lanzáramos, estos nunca se terminaban.
Al paso de aquel enfrentamiento que era infinito, comencé a cansarme, lo peor es que estos insectos se combinaban formando uno más grande, llegando a ser cinco que medían aproximado ochenta centímetros cada uno, zumbando con un desagradable “dzzooouummm”, que a cada segundo este ruido calaba más en mi cabeza, provocándome un fuerte dolor, de imprevisto uno se abalanzó hacia mí con furia, falle el golpe con el jarrón, este me golpeó con sus asquerosas patas peludas, luego volvió a atacarme, pero Leriel se interpuso, quien fué levantado por los aires desde la cabeza, haciéndole gritar de dolor, pronto todos los demás se juntaron creando otro insecto aún más grande, pero no fue así, frente a mí estaba una gran sombra que seguía manteniéndolo de la cabeza, la cual comenzó a apretar, LEriel gritaba de dolor, de desesperación, traté de acercarme, pero sentí sobre mí la vista de aquel ser, luego me volteo por un segundo, para ver sentada unos metros más allá al hombre del traje, que me miraba con atención, «HAce cuanto que está allí», pensé asustado.
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Editado: 12.11.2024