Al otro día desperté y aún seguía en este mundo tan desagradable.
Esto es lo más importante que me ha ocurrido, o al menos yo considero, por lo cual decidí totalmente que lo he escrito en el cuaderno.
Lo leo y leo, pero no logro entender qué ocurre, qué significa todo esto, no comprendo nada, deseo regresar a ese mundo, donde están mis padres, creo que fuí un estúpido al haberme ido. Mis piernas me dolían, mi estómago, la cabeza, los brazos, comencé a sentirme débil, a tal punto que incluso sentado en la cama me derrumbé ante mi peso, respirando con mucha dificultad, el cuerpo lo tengo acalambrado, ya no aguanto esto.
Miré para todos lados, estaba completamente solo en la habitación.
No me había percatado que mi cuerpo ya no estaba sofocado, ya estaba bien.
Esperé unos momentos, pero él no respondió.
Me levanté por completo, para ir a tomar desayuno, vi a Verónica y Joaquín desayunando, les saludé sin ánimo, aunque estos mismos no respondieron tampoco a mí, pues estaban hablando entre ellos de manera extraña, a lo cual no tomé atención, aun así escuché algo, luego que me sirviera para comer yo mismo.
En ningún momento fijé la mirada en ellos, tenía cosas más importantes en que pensar, lo veo esto siempre, todas las semanas, los días domingo son desagradables, pues ambos están en casa, desde el día que desperté otra vez en este mundo, muestra lo despreciable que es, pero no me rendiré, volveré a ese mundo, no importa lo que tenga que hacer.
Levanté la vista, para ver que me miraba molesto con el ceño fruncido, pero no me importo.
Me miró molesto un momento, se iba a disponer a pelear, pero algo lo detuvo.
No tenía muchas ganas de salir, de hecho, de hacer algo en general, pero estar fuera de la casa era mucho mejor, así que mientras camino veo el lugar, contrastando mucho con lo visto en los sueños o lo que hago en el despertar de estos, pero esto ya carecía de valor en estos momentos. Lo que sí tuvo importancia ocurrió cuando volvía a la casa, ya que sin darme cuenta hasta que escuché un gruñido seguido de un fuerte dolor en el brazo derecho, al voltearme, había un perro rottweiler que me estaba mordiendo con ferocidad, sentía su saliva cayendo por mi extremidad, grité de dolor, la gente pasaba a mi lado indiferente o incluso riéndose de mí, los miraba con odio.
Forcejeé, pero fue inútil, el hombre que me parecía conocido miraba sonriente, solté la bolsa y busqué un palo para ayudarme.
Cuando lo tuve en mis manos el hombre comenzó a salir de la casa abriendo la puerta de la reja.
Comencé a transpirar y las lágrimas brotaron de mis ojos. Me voltee y estaba ella, una mujer alta, esbelta con un rojizo pelo que ondeaba al aire.
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Editado: 12.11.2024