Desperté frente a mí tenía un extraño e irreconocible techo, tras analizar un poco lo comprendí, era la casa en el presente, me toqué el rostro tenía lágrimas en los ojos.
ME senté en la cama, ya había amanecido, pero como era fin de semana, ya no debía ir a l colegio, miré la guitarra que estaba a los pies de la cama, era hermosa, le dedicaría mucho tiempo al día de hoy en aprender, debía rendir tributo a quienes se esforzaron en darmela.
Al levantarme hice el rutinario baño, desayunar, mientras hacia esto último, sentí una molestia al estar sentado, era el hecho que tenía ya una panza totalmente marcada, la cual tocaba y molestaba completamente, esto me quitó las ganas de seguir comiendo, aún así terminé el pan, pues no tenía más que hacer con él.
Verla me causó gracias, pues luego de tener a la pequeña, comenzó a engordar y tras un año se ha mantenido en su sobrepeso, aunque ella jura que es delgada, pues es inteligente, dicho por sus propias palabras.
Lo peor que me pudo pasar fue haber dicho que quería bajar de peso, pues ese mismo día, ella comenzó a darme el doble de ración de alimentos, gritaba, hacía escándalos en caso que no quisiera comer tan excesivamente como me daba en el plato, ese almuerzo, fue una tortura total.
Durante la tarde tomé la guitarra, que a pesar de ser grande, comencé a realizar los acordes que me salían en le manual, al menos traía un Afinador que me ayuda en dicha tarea, comencé con los más sencillos, el Mi, en sus variantes de Mayor, Baja, Bemol y sostenido, lo mismo con el Mi y el La. Debo admitir que comenzar duele, pues las cuerdas se clavan en los dedos, los cuales quedan marcados y enrojecidos.
Por lo cual, terminé meditando, tratando de iniciar la respiración que había aprendido en aquella vida, si lograba relicar que se sentía, podría ser que lograra pasar estas capacidades a la vida real. Pero era un acto titánico, pues mis pulmones no aguantaba y mi cuerpo se fatigaba con facilidad, me ahogaba al punto de inducir al vómito
A la cena, volvió a hacer lo mismo, al punto de decirle a Joaquín que me estaba portando mal pues no estaba, quien comenzó con un discurso que no tenía sentido.
Solo me limité a resoplar.
Salió corriendo como podía, luego regresó con la bicicleta con la cual salió de la casa dejando todo abierto a su paso y pateando lo que estuviera a su alcance.
Ambos nos miramos por un momento y sin decirnos nada, entendíamos que no era normal aquello, que algo estaba haciendo aquella mujer.
Decidí dormir temprano aquel día, algo bueno que ocurrió, es que cuando esa sombra apareció, me quitó la mosca que estaba en mi cabeza, algo que prefiero no recordar, pues entre mucho desagrado.
«Es un ser muy peligroso, logró lastimar a Lamec, eso me preocupa, si él tiene problemas, que posibilidades tengo yo de hacer algo», pensé, aun así debemos encontrar la forma.
El sueño al menos ya lo estaba controlando, pues estaba accediendo de manera más rápida, cuando yo quería, el problema es que ocurrio otra vez…
Saltó hacia mí, una vez más me atacó, repitiendo aquel ciclo de tortura, solo qeu esta vez fue distinta a las veces anteriores, pude notar un poc mejor sus movimientos.
Luego fuí expulsado de aquella área rocosa, con mi cuerpo armado una vez más, de espaldas en el suelo de aquel mundo conocido como el Más Allá.
Lo miré fijo.
Quedó pensativo.
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Editado: 12.11.2024