En Esta Vida Seré Una Buena Hija, Mamá.

Capitulo 8 “Familia Heinrich”

 

 

Charlotte Heinrich 

 

—Abuela.

 

Abracé a mi abuela Mildred que estaba muy feliz de verme. Sería una reunión con los más poderosos empresarios que están en la cúspite de los negocios. 

 

—Estoy feliz de poder verte.

 

Me he tomado mi papel enserio y por eso no salgo mucho de casa, me concentro en mis clases y estudios. Mi madre está orgullosa y mi padre no deja de decirme que lo he superado como el mejor de las calificaciones.

 

He compartido con la familia de mi padre pero sé bien que no obtendré beneficio alguno de ellos. Cuando los conocí lo supe, mi única salida para ser intocable y mi madre tenga un fuerte apoyo, es… ser la sucesora de los Richardson y es lo que he estado haciendo, demostrando que soy alguien digno y no es fácil de superar.

 

Los Heinrich desde niña me mostraron algo cuando los conocí, solo un hombre alcanza algo en esta familia.

 

No los necesito al fin y al cabo, me esfuerzo por mi propio bien y futuro, haré que se arrepientan de subestimar a mi madre y a mi.

 

—Padre, perdón la tardanza.

 

Mi papá saludo al patriarca de la familia, Oliver Heinrich, mi abuelo. 

 

—Sabía que el maquillaje los retrasaría.

 

Sus comentarios eran tan fuera de lugar, era como un ataque claro a mi madre, de todos modos no importa, que continúe con esa actitud basura, no me importa.

 

—Hola, abuelo.

 

Él asiente y enfoca su mirada en mi padre.

 

—¿Vamos a ver a los socios o te esconderás en el vestido de tu madre como tú esposa? —Me ignoraba a propósito, el anciano solo deseaba un niño, no me quiere porque soy una decepción a su ojos.

 

Mi padre estaba por ir hasta mi pero el abuelo se apresuró a arrastrarlo con él, no se lo permitió.

 

Suspiré.

 

—Es agradable no tener que soportar a ese desagradable anciano.

 

Un sople a mi cuello me hizo saltar.

 

—¡Hola gatito! —Saludo William.

 

—¿Por qué me asusta? ¡Es un lobito loco!

 

Él ríe.

 

—Te veías aburrida así que lo quise hacer más interesante.

 

Suspiré.

 

—¿Cómo van tus clases? Te estás esforzando mucho pero debes cuidar tu salud igual, Charlotte.

 

Bufé.

 

—No soy un bebé.

 

William rueda sus ojos.

 

—Tienes nueve años, no importa cuanto crezcas, siempre serás un bebé a mis ojos, —sobó su mentón—bueno, más bien un gatito rubio.

 

—¿Está todo listo? Yo… solo espero el dia para poder salir de aquí.

 

William me mira y baja su mirada.

 

—¿Ése despreciable anciano tiene algo que ver? —Si, escuchó lo que dije—Soy un lobito que no teme en ir por personas que molestan a mi gatito.

 

Reí.

 

—Creí que me conocías tío William.

 

Él niega.

 

—Nadie podría saber que pasa en tu cabeza, Charlotte.

 

Sonríe.

 

—Eso es bueno, porque de saberlo, ¿Ese alguien podría continuar cuerdo? —Mis palabras solo lo hicieron ver más feliz.

 

—No se a quien temer más, si a ti, o a tu madre.

 

Iba a responder a eso cuando un llamado nos hizo voltear.

 

—Srta. Charlotte, la foto familiar.

 

¿Ese repugnante anciano sabrá siquiera qué estoy ahí? No quiero estar con los Heinrich.

 

—Oh… mi cabeza.

 

Lo tenía que fingir y por suerte el lobo a mi lado entendió.

 

—Tío Will, ¿me acompañas por algo de aire fresco? Ya no puedo más.

 

Él entiende.

 

—Mi ahijada no se siente bien, ¿Por qué no dice eso a los Heinrich? —Sugirió.

 

—Eso se pasará, solo será una foto, que venga y luego siga con su falsa actuación.

 

¿Qué tantas agallas debe tener un don nadie como él para dirigirse así a mi?

 

—¡Tú…! 

 

Charlotte se atravesó frente a William y ella misma fue hasta él, era el mayordomo de los Heinrich, Jaime.

 

—Creo que no has escuchado bien, ven—Le hice una señal con mano para que se acercara y cuando se inclinó y lo hizo, lo abofetie. —Eres demasiado orgulloso para ser un simple mayordomo, no mires muy alto porque no verás las cosas que provocarán tu caída.—Le pegué en la otra mejilla—Tú boca no es digna de pronunciar mi nombre pero también veo que no recuerdas mi apellido, sirviente.

 

 

 

William ríe.

 

—Usted no puede…—Lo abofetie. 

 

 

—Puedo hacer lo que se me antoje, mis padres me enseñaron que tengo el poder para que nadie me diga lo que tengo o no que hacer. —Dije entre dientes—Repite lo que acabas de decir y dilo bien.

 

—Yo… me equivoqué, los demás esperan a la Srta. Heinrich para la foto.

 

Sin poder evitarlo me carcajeo.

 

—¿Por qué tan serio? Solo… aprende a actuar correctamente, Jaime.

 

Me fui de ahí con William, la familia estaba ahí para la foto, no deseaba salir y por suerte ya la estaban tomando. 

 

—Esto me hace feliz, Lobito.

 

—¿Por qué lo haría? No entiendo.

 

—No pertenezco aquí y eso solo me deja ver que… solo los Richardson son mi salvación.

 

—¿Estás segura que tienes nueve? Eres tan fría como un iceberg.

 

—No más alagos o me sonrojaré tio William.

 

Sentimos como unos pasos llegaron a los dos, mi padre, estaba frente a nosotros y nos miraba con curiosidad.

 

—¿Qué es tan gracioso para que pases la noche platicando con un anciano como William? Deberías hacer amistades y no malgastar tu tiempo con un imprudente como él.

 

 

Los celos de padre estaban día a día más sueltos desde que vio la presentación de piano que hicimos juntos, teme estar perdiéndome, tenemos nuestras citas de juego y se esfuerza para estar conmigo, pero le es imposible no molestarse al sentir que me apartan de su lado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.