Parecía ser que el horror en ese callejón aún no terminaba, ya que la camioneta roja había regresado. Uno de los sujetos bajó rápidamente y enseguida empezó a disparar hacia Camila, sin importar el escándalo que podía provocar.
—¡Corre! —gritó Nicolás.
En ese momento Camila tomó el reloj y sin pensarlo dos veces empezó a correr con todas sus fuerzas para salir del callejón solitario; jamás había corrido con tanta intensidad como en esa noche. Las balas rozaron cerca de ella, pero ninguna fue efectiva. Omar al observar toda esta escena decidió bajar de la camioneta con la cara totalmente descubierta. Él trataba de evitar que su compañero siguiera con la balacera, pero sus intentos fueron en vano.
—¡Detente John! Estás llamando la atención con todo este escándalo.
—¿Estás contento? Todo esto es tu culpa —le replicó a Omar mientras le apuntaba con la pistola.
—En todo caso es tu maldita culpa. ¿No se supone que habías matado a Nicolás? ¿Por qué sigue vivo? Ella no tiene nada que ver en esto.
—Mira, te daré una sola oportunidad, irás por la chica y en esta ocasión te vas a asegurar de perforarle el cráneo. Si no lo haces el próximo cadáver que aparezca será el tuyo.
Posteriormente John le entregó un arma a Omar. Él tenía temor por tomarla, pero al final tuvo que hacerlo, ya que en sus planes no estaba morir, así qué sin pensarlo dos veces fue por ella.
John tenía la cara cubierta con el pasamontañas, Caminó lentamente hacia Nicolás y se agachó para burlarse de su agonía.
—Me he quedado sorprendido. ¿Aún sigues con vida? Vaya que resistes mucho, por algo te incluyeron en el programa, con todas tus habilidades pudiste llegar lejos, pero no cada quién decide cómo terminar con su vida; quisiste ser el héroe que lucha contra el mal —hizo una pausa para recargar su arma—. Los que lo intentan terminan como tú, bajo tierra.
—No es justo todo lo que le hacen a esos inocentes. Tienen que parar.
—Última oportunidad. Vas a confesar, ¿dónde guardaste la información?
—¡Nunca! —le gritó mientras la sangre le escurría por su rostro.
—Parece que no entendiste. Última oportunidad, ahora dime, ¿le dijiste algo a esa chica?
—-Nunca lo sabrás, siempre estaré un paso delante de ustedes —respondió Nicolás con burla.
—Ya me hartaste. Esto le pasa a la gente como tú, a los buenos de la historia.
Posteriormente se puso de pie y apuntó a la cabeza de Nicolás. En cuestión de segundos soltó un disparo en su cráneo. Tomó el cuerpo y lo subió a la parte trasera de la camioneta.
Por otra parte, Camila seguía corriendo sin detenerse, en su rostro se veía reflejado el miedo de saber que alguien iba detrás de ella. La pobre chica se estaba quedando sin aliento, ya no podía seguir corriendo, sabía que su cuerpo en algún momento iba a rendirse.
Se detuvo un momento para descansar y tomar aire hasta que de repente una persona la tomó por detrás llevándola hacia un lote baldío para que nadie los pudiera ver. Camila estaba muy asustada, intentaba hacer ruido y forcejearse, pero nada le funcionaba.
—Tranquila, tranquila, no te haré daño. Lo que quiero es ayudarte a escapar, pero necesito que te tranquilices —decía aquella persona misteriosa.
Al escuchar esto dejó de moverse y se quedó quieta por un momento, no sabía si confiar en aquel hombre que tenía a sus espaldas y el cual la tenía sometida.
—Mi nombre es Omar. Quizá estés asustada por todo lo que has visto en ese callejón y quizá tuviste mala suerte al estar ahí para presenciarlo, pero no te preocupes, eso no tiene por qué ser tu sentencia de muerte, por eso quiero dejarte ir —le susurraba al oído—. A la cuenta de tres te voy a soltar y vas a correr hacia el otro lado de la calle sin mirar atrás. En la esquina hay una cafetería, ahí puedes pedir ayuda.
¿Entendido?
Camila solo asintió con la cabeza. Después de la cuenta regresiva la soltó y ella corrió lo más rápido posible para salir del lote baldío, pero antes de llegar a la salida se quedó inmóvil.
—¿Qué pasa? Te dije que corrieras al otro lado de la calle —gritó Omar.
Al no escuchar una respuesta el chico decidió salir de la oscuridad de dicha zona abandonada para inspeccionar por qué no huía y su sorpresa fue ver qué ahí mismo se encontraba su compañero apuntándole a Camila.
—Eres un maldito traidor. Cuando vi que la habías capturado estaba orgulloso de ti, pero veo que no eres capaz de hacerlo, así que tendré que hacerlo por mi cuenta —reclamaba con coraje hacia Omar.
— John, tienes que parar con esto. Ella no tiene la culpa de nada. Solo estamos perdiendo el tiempo.
—¿Eres imbécil? Puede tener información valiosa.
—Camila mírame, ¿Nicolás te dio algún tipo de información? Si es así lo puedes confesar ahora mismo, no tendrás consecuencias, te lo juro.
En ese instante la chica pudo observar el rostro de Omar, su rostro reflejaba la bondad de su corazón, su mirada transmitía mucha paz, pero lo que no entendía es por qué alguien como él estaba envuelto en actividades delictivas.
—Yo no sé nada, solo me ofrecí a ayudarlo, pero no sé nada, ya déjenme ir, se los suplico —entre lágrimas le rogaba a ambos hombres.
—Ya escuchaste, déjala ir. Solo la atormentas más.
Jonh no hizo ningún gesto y solo recargó su arma para preparar el próximo disparo. En ese momento Omar se abalanzó hacia él para evitar que cometiera otro asesinato.
—¡Huye! No olvides lo que te pidió Nicolás —decía mientras se forcejeaba con su compañero.
Camila nuevamente corrió pero en esta ocasión se dirigió hacia la cafetería para esconderse.
De la pelea salió el primer disparo al aire lo cual alarmó a los vecinos debido a que ya se encontraban en una zona más conurbada. Las luces de los edificios se prendían y una que otra persona se asomaba de sus ventanas.
Omar terminó en el suelo donde el otro sujeto aprovechó para golpearlo sin piedad.