"Lo lograrás y luego de tantos intentos fallidos, decepciones, puertas cerradas, caídas y lágrimas, al fin entenderás que para ser feliz primero debes ser valiente."
-Chris Syler
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- Hija despierta, ya debemos irnos. - oigo a mi madre detrás de la puerta de mi habitación.
La verdad que no he dormido en toda la noche, estoy un tanto ansiosa por conocer mi nueva vida o mejor dicho escapar de está.
-Si mamá, ya me alisto. - me levanto de la cama y me coloco mis pantuflas.
Voy hacia al baño para lavarme la cara y esas cosas que uno hace cotidianamente.
Son la 05:00 de la madrugada y estoy más fresca que una lechuga...
-Ash, mejor dicho, peor que lechuga podrida - me digo a mi misma al mirarme al espejo.
Mis ojeras se notan desde la otra punta de la ciudad.
Termino de prepararme, para luego bajar mi maleta a la sala donde mi madre se encuentra tomándose un café sentada en el sillón.
-Tita, pero que le sucedió a tu cara - se burla mi madre.
"Tita" odio cuando me llaman así.
-La vida, Meredith. La vida - pongo una mano en mi frente dramáticamente.
-Pues te paso por encima hija - larga una pequeña risa, yo la miro elevando una ceja. - ¿Cuantas veces tengo que decirte que no me digas Meredith? Soy tu madre.
Ruedo los ojos.
- ¿Y cuantas veces tengo que decirte que no me gusta que me digas "Tita"? - hago comillas con mis dedos al decir la última palabra.
-Así te digo desde que eres una beba, así que no me pidas que lo cambie. - toma su sorbo.
-Está bien, como tú quieras. Meredith. - ella solo niega con la cabeza. - Por cierto ¿Me convidas? - pongo carita de perrito triste.
-Ah no niña, ve y prepárate el tuyo. - se levanta y se va.
-Claro, niña. Cuando le conviene soy su querida "Tita". - reniego sola.
- ¡En 15 minutos salimos! - grita mi madre desde afuera de la casa.
- ¡Okey!
Me preparo un té negro y lo pongo en un termito para tomarlo en el camino.
Salgo hacia afuera con mi maleta para guardarla en la parte trasera del auto.
Al terminar de guardar la maleta siento que alguien me abraza por atrás.
- ¿Pensaste que iba a dejar que te vayas sin despedirme? - su voz grave la reconozco.
El corazón me empieza a latir rápidamente, no sé si es por la alegría, nervios o miedo.
-Gabriel... - digo lentamente al girarme.
Así es, Gabriel. Mi mejor amigo, la persona que me rompió el corazón sin saberlo.
- ¿Gabriel? ¿Eso es lo único que vas a decir? - me suelta y da unos pasos hacía atrás.
-Lo siento, pero ¿Cómo te enteraste? - siento un nudo en mi pecho, y como las ganas de llorar me invaden.
-Tu querida y bellísima madre me lo dijo - señala a mi madre que se encuentra al frente del auto.
-Lo siento Tita, me insistió toda la semana. - simplemente la miro y vuelvo a ver a Gabriel.
- ¿Por qué no quisiste decirme? - me agarra de los hombros y acerca su mirada a mi rostro.
Sus grandes ojos me invaden y no puedo retenerle la mirada, es algo imposible para mí.
Suelto su agarre y camino hacia el borde de la vereda para sentarme, él se sienta a mí derecha.
-Sabes que no me gustan las despedidas. - coloco mi rostro entre mis piernas y abrazo mis rodillas.
-Pero soy tu mejor amigo, no puedes impedirme eso. - me abraza.
Rápidamente me corro y me levanto.
- ¿Que te sucede? Parece como si no quisieras que te tocara. - la confusión y tristeza se nota en su mirada.
Ay, si tan solo supieras que el tenerte cerca mío, me quemas como no tienes idea.
-No es nada, solo no dormí bien anoche y ya sabes como soy. - suelto una leve risa para suavizar la situación.
-Ah sí claro, entiendo. - toca su nuca.
Se perfectamente que no me cree ni una sola palabra.
-Disculpen por interrumpir, pero ya debemos irnos Tita. - mi madre entra al auto.
-Está bien ma... Adiós Gabriel. - me giro para entrar al auto, pero él me agarra del brazo.
-Promete que me vas hablar todos los días, que responderás mis llamadas y sobre todo que no te olvidaras de mí. - lo dice como un niño pequeño, con lágrimas en sus ojos.
Si supieras que uno de mis motivos para irme, es justamente para olvidarme de ti...
-Está bien Gabriel. - ruedo mis ojos. -No seas tan exagerado.
-Thais, promételo. - me agarra de los hombros obligándome a mirarlo a los ojos.
No puedo hacerlo...
-Lo prometo. - suelto sin más.
La promesa más difícil de mi vida.
-Te voy a extrañar. - me abraza abruptamente.
Un fuerte abrazo, de esos que te aprietan, pero te sientes tan cómodo, de esos que no quieres que se acaben, de los que no te gustaría soltar nunca.
Mi vista se vuelve borrosa y contra mi voluntad las lágrimas comienzan a salir.
Los dos lloramos como si jamás volviéramos a vernos, como si fuera la muerte de este lazo que nos unió tantos años y es que en el fondo sabíamos que así era, solo manteníamos la esperanza de que en algún momento las cosas volverán a ser como lo fueron en un principio.
Llorando como una beba entro al auto.
Mi madre solo toca mi hombro y comienza a conducir.
En tan solo minutos estamos fuera de la ciudad y los arboles cubren la carretera.
No sé en qué momento todo se vuelve negro y me quedo dormida.
***
- ¿Tita? ¡Tita despierta! - salto en mi asiento.
-Me asustaste... - me acomodo.
-Lo siento hija, pero es que de hace dos horas te hablo y no te despiertas.
Que exagerada.
-Ash, está bien. ¿Qué quieres? - cierro mis ojos de nuevo.
Ya llegamos al lugar.
Rápidamente me levanto y me asomo por la ventana.
- ¿Enserio? - miro hacia todos lados y no hay ni un maldito edificio, lo más alto que veo es un local de tres pisos. - ¿Esto? - digo con un tono de asco y decepción.
-Ni si quiera conoces el pueblo y ya te estas quejando niña. ¿Qué esperabas? ¿Que nos vendríamos vivir a Dubái? Pues no, esto es lo que hay, así que te aguantas. - se sale enfadada del auto y azota la puerta.
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Editado: 19.10.2022