En lo profundo del bosque

Salvado de nuevo

Ruidos bastantes fuertes resonaron a mi alrededor despertándome de mi inconciencia, mi cabeza dolía, ahora comprendía porqué Ellie me pedía que me callara luego de una noche de fiesta. Con mi mirada recorrí todo el lugar, paredes sucias que una vez parecían haber sido blancas cubiertas en su mayoría por moho y algunos dibujos hechos seguramente por integrantes de pandillas o simplemente vagos, a pesar de eso la electricidad parecía seguir funcionando, podía ver el desorden en este lugar gracias a la luz que proporcionaba una bombilla blanca que colgaba a mí derecha.

Quise moverme, pero mis manos y pies estaban amarrados con cinta adhesiva a los brazos y patas de la silla. Me desesperé, no veía salida alguna y no sabía en dónde me encontraba, no podía idear un plan, mi mente estaba en blanco, toda esperanza que tenía ahora me había abandonado, parecía que no había ya nada más que hacer que resignarme a qué mi destino era volver a mi aquelarre dónde dejaría mi sangre y mi último suspiro.

Oí voces venir acercándose, hice lo primero que fui capaz de pensar, aunque había sido más como un acto de reflejo, fingir que seguía inconciente; relajé lo más posible que pude todo mi cuerpo e incliné mi cabeza hacia adelante.

—¡En serio lo lograste querida!— apenas abrieron la única puerta que habían para entrar y salir de este lugar fue lo primero que comentaron, esa voz, la reconocí de inmediato, la había escuchado muy pocas veces, pero esa voz era inconfundible.

— ¡Despiértalo!—ordenó.

Hubo silencio por unos momentos que me hicieron creer que todo había sido un delirio, pero el agua fría me hizo saber que todo era real, que ellos si estaban conmigo, inmediatamente reaccioné viendo a tres personas paradas frente a mí, una de ellas sosteniendo lo que momentos atrás contenía el agua.

Uno era Jackson, él sostenía el balde, la otra era la chica que se había ofrecido a darme el aventón y la otra era Dakota, una bruja que siempre me detestó a mí y a mi abuela, siempre decía que les traeríamos desgracias al aquelarre.

—Jackson, por favor, no me lleves a él, Beker va a matarme si logra tenerme— hablé una vez me quitaron el trozo de cinta adhesiva de mí boca, pero solo terminé mi oración y recibí un puñetazo de su parte como respuesta y me volvió a colocar la cinta.

—Te ves más bonito así, callado, además, ¿Porqué te ayudaría? Quiero matarte con mis propias manos, por tu culpa casi me mata, fui la burla en el aquelarre por tu maldita culpa—otro puño se estrelló en mí mejilla a lo que solo pude soltar un quejido y aguantarme las ganas de llorar, tenía miedo, literalmente tenía las horas contadas, no tenía un lugar a donde ir, y tampoco tenía a quien ir, simplemente estaba solo como siempre.

—A ti querida, te digo que...—habló a la chica.

—has saldado tu cuenta conmigo, ya no me debes nada ni tú, ni nadie que sea de tu familia, eres libre. Así que ya te puedes ir, ya no te necesito— y sin esperar nada más, salió dándome una mirada de lástima, parecía que la culpa la estaba atacando y solo fue capaz de decirme con suaves movimientos de su boca un— "lo siento".

—¡Ya déjalo!—gritó esta vez a Jackson.

— Si lo golpeas de nuevo no respondo, no voy a recibir un golpe de parte de Beker por tu culpa, idiota, así que suéltalo y llévalo al auto y mételo en la cajuela.—traté con todas mis fuerzas de soltarme de algún modo posible y salir corriendo y fracasé en el intento, mi magia ni siquiera la podía controlar y hacía lo que quería cuando le daba la regalada gana.

Con brusquedad me desató este las manos y los pies, hizo que me levantara y mientras que Dakota le daba un par de grilletes oxidados que había sacado de su pequeño bolso. Los colocó en mis manos y empujándome me llevó por un pequeño pasillo que lucía exactamente como la habitación en la que estaba.

La luz del medio día me cegó, un cielo despejado, muy diferente al de la mañana, el lugar era desértico, ahora que estaba afuera notaba que era una especie de casa, más adelante con un letrero que decía "Veterinaria el hogar".

Más desconcertado no podía estar, no reconocía nada de lo que veía, solo había árboles por dónde quiera que viese y si la esperanza que tenía de que mi magia me salvara como lo hizo con aquel del río desapareció en el momento que me pusieron los grilletes, eran objetos oscuros, hechos para hacer daño en su mayoría.

Nos acercamos a pasos rápidos a la parte trasera de aquel auto gris, de ventanas polarizadas, abrió la cajuela y con bastante fuerza me tomó del cuello y me empujó para que entrara de una vez a ese reducido lugar, estaba llorando, no quería estar así, no quería tener esa vida, me iban a matar y literalmente tenía las manos atadas, no podía hablar, no podía hacer magia, no podía correr y con el espacio reducido del lugar tampoco moverme.

El pánico aumentó, no estaba acostumbrado a los lugares pequeños, sentía que el aire me faltaba, necesitaba salir, rogaba a Dios que me ayudara, mil veces me arrepentía de haber abandonado a aquellos dos.

 

 

⚜️
 


 

—¡¿Porqué su casa queda en el quinto infierno?! Me refiero a que vive en medio de la nada.—hablaba mientras pateaba una piedra para distraerse del cansancio.
 


 

Sus hermanas se giraron a verlo, ya tenían buen rato de estarlo escuchando quejarse de lo lejos que estaba su casa y ya no lo soportaban, se les notaba en la mirada.
 


 

—¿¡Puedes callarte por un maldito minuto!?—habló la castaña.
 


 

— No soporto oír tus ladridos y antes de que me insultes...—interrumpió la respuesta de éste.
 


 

— ...te advierto que te pegaré la boca si lo haces—les lanzó una mala mirada, sabía que su amenaza era cierta, así que se calló y se adelantó.
 


 

—¡Ya era hora!—habló la de pelo negro.
 


 




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